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SINOPSIS
Mirada original y cercana a los orígenes de Napoleón y a su rápido y despiadado ascenso hasta llegar a ser emperador, visto a través del prisma de la adictiva (y a menudo explosiva) relación con su esposa y su verdadero amor, Josefina. La película retrata las famosas batallas de Napoleón, su ambición implacable y su asombrosa mente estratégica como líder militar y visionario de la guerra...
INTÉRPRETES
JOAQUÍN PHOENIX, VANESSA KIRBY, BEN MILES, TAHAR RAHIM, LUDIVINE SAGNIER, IAN McNEICE, JOHN HOLLINGWORTH, PAUL RHYS, MATTHEW NEEDHAM, BENJAMIN CHIVERS, JONATHAN BARNWELL, SCOTT HANDY, YOUSSEF KERKOUR, GAVIN SPOKES, DAVID VERREY, SAM CRANE
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UNA VIDA FASCINANTE...
Napoleón Bonaparte es uno de los líderes militares más importantes de la historia. Su vida despierta tanto críticas como admiración por parte de historiadores, políticos y sus propios súbditos. Su ascenso al poder y sus duras campañas militares han influido en las generaciones venideras, desde Winston Churchill a Friedrich Nietzsche.
Fue despiadado en la guerra y un tirano en su país, pero también un liberador que surgió de la nada. Fue uno de los primeros en demostrar que un buen líder no dependía de su clase social y su éxito en el campo de batalla se ha convertido en algo legendario. Tal fue su brillantez táctica y su reputación despiadada que se necesitaron siete coaliciones diferentes entre países europeos para derrotarle. Pero fuera del campo de batalla, su obsesión con Josefina –su amante, esposa y emperadora– definiría su vida tanto como cualquier batalla.
“Llevo queriendo llevar esta historia a la gran pantalla durante años”, confiesa el director Ridley Scott (Gladiator, Thelma & Louise, Black Hawk Derribado). “Su ascenso meteórico como estratega militar brindan la oportunidad de hablar sobre su dualidad y personalidad con escenas grandes escenas épicas. Suelo preferir hacer películas históricas. La historia es muy interesante. La aparición de Napoleón marca el principio de la historia moderna. Cambió el mundo y reescribió los libros de texto”.
Napoleón es además un personaje de película fascinante, ya que, al igual que muchos de nosotros, fue esclavo de su propio corazón y emociones. “Fue un estratega alucinante, un político intuitivo y despiadado, pero lo que me fascina es cómo un hombre así, que va de camino a invadir Moscú, pudiese estar obsesionado con lo que su mujer estaba haciendo en París”.
El productor Mark Huffam lleva muchos años trabajando con Scott, en proyectos como La Casa de Gucci, Marte (The Martian) y Prometheus. “NAPOLEÓN es una película que requiere la visión, tenacidad, destreza y experiencia de Ridley Scott”, dice Huffam. “Ya no hay casi directores con la valentía de hacer una película de esta escala, es algo que no creo que se vaya a ver mucho en el futuro. No hay muchos directores en el mundo con el conocimiento y experiencia necesarios para hacer este tipo de película, representando delante de la cámara lo máximo posible”.
Napoleón es un personaje que ha intimidado a algunos de los mejores directores de la historia. Es destacable el proyecto de Stanley Kubrick que no llegó a dar forma definitiva. “Scott ha querido retomar el proyecto donde Kubrick lo dejó”, dice el productor Kevin Walsh. “Kubrick es uno de sus héroes. Intentó hacer una película sobre Napoleón, pero finalmente nunca vio la luz. Hace unos años le pregunté a Ridley qué película no había conseguido rodar todavía y me dijo que una sobre Napoleón”.
La fascinación de Scott con Napoleón y ese periodo histórico se remontan a sus inicios como director. Su primera película, Los Duelistas, está ambientada en la época napoleónica. “Con esa película descubrí de primera mano por qué a la gente le interesan las tramas históricas”, dice Scott. “La historia es muy interesante, ya que descubres que hay errores que seguimos cometiendo. Una película histórica que relata hechos de hace 200 años, filtrada con la perspectiva moderna del artista, se convierte en algo relevante hoy en día”.
Scott es un cineasta que ha aprendido de la experiencia la importancia que tiene la historia y el arte. Recrea personajes y los vuelve a traer a la vida. “Al cabo de un año de rodar Gladiator, recibí una carta de un académico de una de las grandes universidades estadounidenses”, dice Scott. “Quería agradecerme que hubiese vuelto a traer a la vida el Imperio romano. Había hecho que sus estudiantes se apasionasen con la asignatura”. Scott compara hacer una película histórica con una “ecuación matemática. Pudo haber ocurrido esto o esto otro. Es algo que surge de la investigación y tú eliges con qué te quedas”.
El aspecto psicológico del personaje y las espectaculares batallas han sido dos puntos que Scott ha encontrado igual de atractivos a la hora de hacer la película. “Creo que la gente sigue fascinada con la figura de Napoleón porque era un tipo muy complejo”, dice. “No hay una forma fácil de definir su vida. Puedes leer una biografía para saber lo que ocurrió, pero a mí, como cineasta, me interesa más su personalidad, ir un paso más allá de la historia y adentrarme en su mente”.
“Ridley se permite algo de licencia creativa, pero todo siempre basado en la realidad”, dice Walsh. “Hemos tenido a un equipo de historiadores y escritores investigando exhaustivamente, personas que se han empapado de toda la información para asegurarnos de que todo era cierto”.
Scott ha vuelto a contar con sus colaboradores habituales para crear una película de esta escala: el diseñador de producción Arthur Max (nominado al Óscar por su trabajo en Gladiator y Marte (The Martian)), la diseñadora de vestuario Janty Yates (ganadora del Óscar por Gladiator), el director de fotografía Dariusz Wolski (Todo el Dinero del Mundo, Alien: Covenant), y el coordinador de efectos especiales dos veces ganador del Óscar Neil Corbould (Gladiator y cinco películas más dirigidas por Scott)
Se podría pensar que Scott es capaz de atraer a estos profesionales por su deseo de trabajar con él, pero Scott insiste en que es un sentimiento mutuo. “Todos estos factores son tremendamente importantes”, dice. “Soy muy afortunado de tener a gente con tanto talento a mi lado, profesionales que parece que siguen queriendo trabajar conmigo. Me convierto en una persona increíblemente eficaz cuando sé que todos los departamentos están en tan buenas manos”.
“Ridley está muy muy bien preparado”, dice Huffam. “Hace todos los storyboard él mismo, una gran ventaja para todos los departamentos. Sabe perfectamente cómo va a ser el producto final y va montando la película a medida que avanzamos”.
“Ridley rueda la película en su cabeza”, dice Walsh. “Puedes verle en cada momento de descanso planeando y creando. Para él esto no es un trabajo, es hacer arte”.
Scott vuelve a formar equipo con muchos jefes de departamento, pero además vuelve a coincidir con Joaquin Phoenix, quien interpretó a Commodus en Gladiator. “Me fijé en la increíble interpretación que Joaquin hizo en Joker y me volvió todo a la cabeza, el trabajo que hizo en Gladiator, su evolución con el personaje y entonces pensé que ya tenía a mi Napoleón”.
Una vez Phoenix se suma al proyecto, el siguiente paso fue buscar a una actriz con la tenacidad y ambición de Josefina. En las pruebas de casting Scott siempre confía en su “intuición”, confiesa. “Si tienes en mente a alguien alto y moreno para un papel y de repente entra por la puerta alguien bajito y rubio me parece muy interesante. Hay que estar abierto. Vanessa (Kirby) nos ha regalado una interpretación segura y sensual, pero lo mejor de todo ha sido su humor. Tiene un gran sentido del humor y una intuición natural para los tiempos cómicos, es lo que hizo que destacase. Joaquin y ella forman un dúo impactante”.
La química entre los actores ha creado una tensión y dinámica que no solo han dado fuerza a los personajes, también ha añadido complejidad a un Napoleón que lucha por convertirse en el amo de Europa. Los actores han dado vida a la tempestuosa relación del guion de David Scarpa, permitiéndonos ver una parte de la historia nunca vista hasta ahora.
Scarpa ya había trabajado con Scott en Todo el Dinero del Mundo. Los dos debatieron largo y tendido sobre los puntos clave de la vida de Napoleón y los aspectos del personaje que más les interesaban. Ridley tuvo claro desde el principio que quería hacer una película de acción épica, pero también contar la historia de amor entre Napoleón y Josefina. “Esa era la parte de la historia que quería desarrollar, todo visto desde el prisma de la historia de amor entre Josefina y Napoleón”, dice Walsh. “Tienen un tira y afloja continuo. Están enamorados, se dan vida el uno al otro. No serían la misma persona si no estuviesen juntos”.
“Hay dualidades y conflictos en cada aspecto de la vida de Napoleón”, dice Huffam. Comenzando con su legado como general y emperador. “Napoleón hizo grandes cosas por la política y el hombre de a pie. Gracias a él se hizo evidente que todo el mundo podía convertirse en general, o en político, en vez de estar reservado solo a la aristocracia. Pero claro, también fue un dictador y sus manos quedaron muy manchadas de sangre. En la película hemos querido explorar esa dicotomía”.
Al contar la historia de Napoleón a través de su relación con Josefina, Scott está añadiendo cada vez más capas a la historia. “Acaba sollozando como un niño. La persona que hemos visto hacerse con el trono de Europa, el genio táctico, convertido en un hombre desvalido, completamente enamorado de la mujer con la que está sentado en el sillón y admitiendo que no sería nadie sin ella”, dice Scott. “Las cartas que le envía son groseras e infantiles, excesivamente románticas e incluso algo obscenas. Estaba completamente cautivado con ella. Cuando se despidieron por última vez, ella ni siquiera las leyó. Cuando ella murió, encontraron todas las cartas en el cajón de la mesilla”.
EL EMPERADOR Y LA EMPERATRIZ...
Phoenix admite no saber mucho sobre Napoleón antes de unirse al proyecto y se sorprendió cuando descubrió algunas de las facetas del personaje.
“Ha sido un inmenso placer volver a trabajar con Joaquin desde Gladiator”, confiesa Scott. “Es el único actor con el que empecé a hablar semanas antes del rodaje. Estuvimos hablando y discutiendo sobre el personaje en mi oficina. Al final coincidimos en todo. Él es bueno para mí porque me recuerda que sea honesto y yo soy bueno para él porque lo mantengo a raya. Físicamente es perfecto para el papel. Tiene algunos rasgos que son sorprendentemente parecidos a los de Napoleón”.
“Joaquin es un actor único”, dice Walsh. “No hay nadie como él. Desaparece cada vez que se pone delante de la cámara. Además trabaja muy muy duro. Se mete muchísimo en lo que está haciendo, cuestionando todo con el objetivo de mejorar la película en general. Encima tiene un gran sentido del humor. Ha sido el elemento clave de esta película”.
“Joaquin se ha metido en el personaje con más facilidad porque ya conocía la forma de trabajar de Ridley”, opina Huffam. “Se retan el uno al otro a diario, pero siempre lo hacen con una sonrisa. Joaquin dudaba si debía aceptar el rol; creo que todo el mundo lo haría con un personaje así. Aunque, gracias a las conversaciones con Ridley, se relajó en poco tiempo y su interpretación ha sido alucinante”.
En esas conversaciones hablaron sobre distintas interpretaciones de Napoleón y en qué textos querían basar cada uno el personaje. “Hablamos sin parar sobre cómo podría haber sido en vida. Joaquin se centraba en su forma de caminar, de hablar y de sentarse”, dice Scott. “Vimos muchos retratos, que por cierto son una maravilla. Son, esencialmente, las fotografías de la época. No son precisamente halagadoras. Cuando miras al hombre del cuadro te queda claro que quiso mostrar su ego”.
Scott ha querido contrastar ese ego con la obsesión que Napoleón tenía con Josefina. Incluso emplea las palabras de Josefina para hacer un poderoso contrapunto cuando la vida de Napoleón llega a su fin en la isla de Santa Helena. “Napoleón se está muriendo y Josefina ya está muerta, pero es ella la que tiene la última palabra”, dice Scott. “Es un toque romántico, pero vete a saber qué pasó por la mente de un hombre que estaba tan apasionadamente enamorado de esa mujer. Lo que sí está claro es que tenía a Josefina en la cabeza, ya que fue la última palabra que pronunció”.
“Ella tenía la capacidad de intoxicarle”, dice Walsh. “Es una mujer muy guapa, pero también tiene una parte dulce y sutil que hace que Napoleón se enamore. Vanessa ha sido capaz de recrear esos momentos con Joaquin”.
“Lo primero que hice para prepararme el personaje fue leer y estudiar lo máximo posible”, dice Kirby. “No sabía nada de historia francesa. De hecho me sorprendí de lo poco que sabía. Así que el proceso ha sido todo un placer, me encerré y leí todos los libros que pude, sobre ella y sobre él. También visitamos París, el museo de Napoleón y Malmaison. Hasta fui a ver la tumba de Josefina. Me he empapado al máximo de ese periodo de la historia. Ha sido un privilegio empaparme de su vida”.
Un privilegio, pero algo nada fácil. Ha sido una interpretación “dolorosa e incómoda”, dice. “Es la historia de muchas mujeres. Me ha despertado mucha compasión. No tenía permitido expresar su opinión, aun teniendo una energía increíblemente fuerte y potente”.
“Puede que esa energía fuese lo que le atraía a Napoleón y que más tarde sentenciase su relación”, comenta Kirby. “Era alguien de fuera, justo igual que él. Josefina creció en Martinica, alejada del mundo aristocrático con el que luego se mezclaría. Su origen es la razón por la que no perteneciese a la aristocracia, pero al mismo tiempo, casi acompaña a su marido aristócrata a la guillotina durante el reinado del terror. Joaquin y yo pensamos que ellos siempre se entendieron. Nadie hubiese querido casarse con ella, era viuda, tenía dos hijos y además era seis años mayor que él, pero aun así le tenía cautivado. Había algo que tenían en común, algo que les identificaba. Se sentían reconocidos y se veían como personas que pertenecían a otro entorno”.
“Josefina es una superviviente”, dice Kirby. “Scott y yo hablamos largo y tendido sobre cómo consiguió salir adelante. También hablamos sobre la diferencia entre sexualidad y sensualidad. Creo que su sensualidad natural se debió a que creció en los trópicos, con el calor, la música, la cultura y ese entorno tan especial. En sus primeros años está más centrada en los sentidos que en el intelecto. Pero cuando se casa con Napoleón se tiene que adaptar, tiene que cambiar radicalmente para poder sobrevivir. Tiene que convertirse en una mujer distinta, en la mujer que él quiere”.
“Vanessa es capaz de emplear toda la información que ha recabado y depurarla hasta en el más pequeño movimiento o expresión”, dice Scott. “Joaquin y ella han tenido una conexión muy natural”.
ES FÁCIL HACER UNA PELÍCULA ÉPICA. SIMPLEMENTE HAZLO UNA Y OTRA VEZ DURANTE CASI CINCUENTA AÑOS...
NAPOLEÓN destaca por el hecho de que muy muy pocos cineastas tienen la experiencia, versatilidad, visión y confianza para hacer un largometraje de estas características. Tras una carrera de casi medio siglo, la maestría de Scott con el género es tan completa que se siente como pez en el agua incluso en los días más complicados del rodaje, días en los que han usado múltiples cámaras rodando en 360 grados a lo largo de una batalla que abarca cientos de hectáreas.
Rodar con varias cámaras es algo complejo para cada uno de los departamentos, pero especialmente para dos: el de cámara –el director de fotografía Dariusz Wolski ha tenido que asegurarse de que cada cámara capturase una imagen correctamente iluminada y encuadrada– y diseño de producción –Arthur Max ha tenido que diseñar sets de rodaje que pareciesen completamente reales–.
“Trabajar con Ridley Scott es como un regalo”, confiesa Wolski. “La gente se piensa que si usas múltiples cámaras va a sufrir la iluminación y el encuadre, pero Ridley es un hombre muy visual y encontramos una forma de iluminar el espacio, colocamos a la gente en el sitio correcto y usamos ángulos interesantes”:
Cada departamento es responsable de convertir la visión de Scott en realidad y ninguno de los jefes de departamento pudieron rechazar esta oportunidad. “Con Ridley tienes que estar preparado para rodar en todo momento”, dice Max. “La película puede estar ambientada en el pasado, el presente o el futuro. Se mueve entre géneros con fluidez. La Edad Media es una de sus épocas favoritas, obviamente. Aunque también todas las versiones del futuro y el presente. Le interesan los temas bíblicos. Y también, como ahora, el siglo XVIII y XIX”.
“Me ha encantado meterme en este mundo”, dice Max. “Es mi periodo arquitectónico favorito por lo diverso que es. Abarca todo el espectro; de la opulencia de los palacios a la miseria de las chozas, pasando de camino por algunos poblados quemados. Es una época que también se han echado a la mar. Hay grandes batallas como la de Austerlitz, Waterloo, Marengo y Borodino. Para un diseñador es un festival, un cajón lleno de juguetes”.
Al igual que Scott, Wolski ha buscado referencias e inspiración en los famosos cuadros de Napoleón. “Se convirtió en la persona más documentada de la historia”, dice Wolski. “Está el famoso cuadro de la coronación pintado por David y también el de Delacroix. Cuando haces una película de época, siempre intentas usar luz natural, como Rembrandt o Caravaggio. Siempre usan una única fuente de luz, ya sea una gran ventana, una chimenea o velas. El efecto es precioso, así que hemos empleado mucha luz directa, luz frontal como la de los cuadros de David. La luz siempre hace que destaquen Napoleón y los personajes principales, dejando al resto de personajes en la sombra”.
“Obviamente, cada una de las localizaciones han influido en la luz de la escena”, anota Wolski. “La luz de Egipto es muy dura y brillante, formando siluetas. La de Rusia es más difusa y tenue, como de eterno anochecer, con tanta nieve que la hace casi monocromática. La opulencia de los palacios se muestra con la riqueza de colores y los dorados”.
Max, tres veces nominado al Óscar, ha colaborado con Scott en 15 películas, empezando en 1997 con La Teniente O’Neill, y ha visto como la industria del diseño de producción ha cambiado radicalmente a lo largo de los años. “Siempre hemos construido decorados enormes, pero ahora usamos el espacio de manera distinta”, explica. “Cuando hicimos Gladiator, el diseño por ordenador estaba dando sus primeros pasos. Estábamos muy limitados con el resultado que daba. Ahora podemos hacer casi lo que queramos, aunque seguimos pensando que es mejor construir un decorado real y no depender completamente en de un ordenador”.
Scott reunió a su equipo en una especie de habitación de la guerra, muy apropiado con el tema de la película, para empezar con las preparaciones. Contaban con maquetas a gran escala de las batallas de Waterloo, Austerlitz y Toulon, dibujos del departamento de arte y otras maquetas. Scott, que es un excelente artista y siempre ha dibujado el storyboard en sus películas, reunió a todo el equipo para contarles su visión y orientarles hacia dónde quería llegar con la imagen.
Scott ha usado hasta once cámaras al mismo tiempo en el rodaje de NAPOLEÓN. “Es un placer volver a trabajar con Ridley Scott”, confiesa Phoenix. “Si durante el rodaje tenemos la suerte de que se de un momento mágico, que ocurra algo que no hemos planificado, puedes estar seguro de que Ridley lo va a grabar. Es muy raro tener una oportunidad así como actor. Estar buscando algo y recrearlo es virtualmente imposible”.
“Su forma de trabajar nos ha permitido tener cierto margen para improvisar”, dice Kirby. “No hemos necesitado recordar exactamente todos los movimientos de la toma anterior. Eso nos ha dado la oportunidad de colaborar, ir a ver el monitor junto a Ridley tras una toma y proponer ideas sobre qué podríamos hacer de manera distinta”.
El hecho de que Ridley quisiese rodar con múltiples cámaras requirió que todas las localizaciones y espacios de rodaje tuviesen que estar completamente decorados. Max ha trabajado muchas veces con Scott, pero aun así estaba nervioso por la envergadura del proyecto: “Mi equipo y yo hemos tenido que estar muy pendientes de los monitores”, explica. “No hay forma de hacer trampa con Ridley. Hay que jugar con la escala y la definición de los detalles. Es como rodar dentro de un cuadro. Todo un reto, pero también increíblemente divertido”.
A Vanessa Kirby le ha sobrecogido la magnitud de la producción. “Recuerdo observar junto a Joaquin una de las plazas de Malta y ver todos los puestos del mercado atestados de gente, con tantos decorados distintos para cada escena”, dice Kirby. “Es difícil de asimilar algo tan inmenso”.
Una de las claves del rodaje ha sido encontrar las localizaciones para los palacios y mansiones, el telón de fondo de la vida de Napoleón. El diseñador de producción Arthur Max encontró en Inglaterra muchas opciones. “Hay bastante arquitectura neoclásica en Inglaterra, probablemente porque muchos de los diseños de Francia e Inglaterra se basan en la arquitectura clásica italiana de Paladio”, explica.
La mayoría del tiempo el rodaje se ha mantenido cerca de Londres, por la dificultad de mover todo el equipo a localizaciones remotas, aunque hay alguna ocasión en la que no se han resistido. “Boughton Manor está en Northamptonshire, a tres horas en coche de Londres”, dice Max. “Se construyó en el siglo XVIII por un francófilo, un inglés enamorado de la arquitectura francesa. Tiene el mismo aspecto que un chateau francés con un terreno de cientos de hectáreas lleno de ovejas y caballos pastando y preciosos robles viejos allá donde mires. Es una localización muy especial, así que decidimos que ese sería el chateau de Napoleón”.
Max decidió decorar una habitación del chateau con una pieza de mobiliario muy especial. “Nos prestaron una cama del museo Victoria & Albert, tan frágil que no nos dejaban acercarnos a menos de un metro de ella”, recuerda. “Les pedimos a ver si podíamos usarla para una escena íntima y se sorprendieron de que siquiera preguntásemos”.
De la misma forma, el equipo de producción se trasladó a Oxfordshire para rodar en el palacio Blenheim las escenas de Napoleón como emperador en los palacios Fontainebleu y Tuileries, así como otras escenas de exteriores. “Es un edificio neoclásico al estilo de Paladio. Su escala, los materiales... todo lo que ves es majestuoso”, dice Max. “Nos dimos cuenta de que podíamos usar el exterior desde diferentes ángulos para representar varios países, como cuando Napoleón se está acercando a París o cuando vuelve de Moscú. Ridley es un maestro con eso. En el momento no crees que los planos vayan a ser muy diferentes, pero todo es mover un poco el mobiliario, cambiar la iluminación, el ángulo y la lente de la cámara y se hace magia. Ridley tiene muchísima experiencia, lo hace sin ningún esfuerzo”.
Hay algunas localizaciones que al equipo de rodaje les han resultado familiares, ya que muchas como el bosque Bourne en Surrey y Fort Ricasoli en Malta las usaron en Gladiator. “Es como encontrarte con un viejo amigo o un par de zapatos viejos”, dice Max. “Simplemente estás cómodo. Usamos muchos de los mismos espacios, pero de maneras muy distintas”.
YENDO A LA GUERRA...
Una película de Ridley Scott que recrease las famosas batallas de Napoleón –como las de Toulon, Austerlitz y Waterloo– ha requerido un enorme reparto de actores que se pudiesen mover y luchar como los soldados de la época. El asesor militar Paul Biddiss ha sido el encargado de formar las tropas, evidentemente la francesa, aunque también la austriaca, la rusa y la británica.
“Tuvimos que entrenar a los actores que hacían de infantería y artillería”, recuerda. “No puedes simplemente coger a alguien de figuración y ponerle un uniforme. Debían conocer las maniobras que se hacían en la época napoleónica. En realidad, es una de las épocas más difíciles de recrear, ya que los movimientos y expresiones de mando son extremadamente técnicos”.
Con tantas cámaras rodando al mismo tiempo no deja mucha oportunidad para falsear o esconder cosas en el fondo, básicamente porque no hay fondo. “Todo el mundo tenía que conocer los movimientos, saber usar un mosquete, dar los pasos sincronizados y saber desplazarse desde el punto A al B, igual que lo hubiese hecho un soldado entonces”.
Biddiss también ha tenido que contemplar que estaba trabajando con actores que debían representar el terror absoluto al que se enfrentaban sus personajes. “La Guerras Napoleónicas fueron guerras de desgaste. La gente moría en masa”, explica. “Es algo que debía verse reflejado en las actuaciones, ver cómo se preparaban para morir mientras esquivaban el fuego de cañones, bombas racimo y mosquetes”.
Biddiss no quería entrenar a los actores para una coreografía en particular, sino más bien que estuviesen preparados para cualquier circunstancia que pudiese surgir. “En una película de Ridley Scott tienes que estar preparado para cualquier cosa”, comenta. “Si al llegar al rodaje Ridley nos pide una formación en cuadrado desde la línea, yo grito, ‘¡Reacción a la caballería!’ y los hombres reaccionan ante la caballería y forman un cuadrado de inmediato, cada uno adoptando la posición necesaria. Mi consigna siempre es Utrinque Paratus, preparado para todo”.
Esa es la consigna del cuerpo de paracaidistas donde Biddiss prestó servicio durante 24 años y le preparó para su segunda etapa profesional, la de asesor militar de cine. Ahora, en vez de saltar de aviones, Biddiss ayuda a que Scott decida cómo van a ser las batallas y da consejos a otros departamentos como vestuario, efectos especiales o escenas de riesgo. “El 60% del trabajo de asesor militar está en la investigación, el resto es la experiencia que tienes de las fuerzas armadas”, dice Biddiss.
Esta no es la primera vez que Biddiss ayuda a orquestar grandes batallas napoleónicas. “He luchado contra Napoleón en la batalla de Waterloo tres veces ya y siempre le he ganado”.
A TRAVÉS DEL HIELO...
No hay muchos supervisores de efectos especiales famosos, incluso para los más cinéfilos, pero si hay un nombre que destaca es Neil Corbould, profesional ampliamente respetado en la industria con dos premios Óscar en su haber (uno de ellos por su trabajo en Gladiator).
“Fue una decisión fácil volver a trabajar con Ridley Scott”, confiesa Corbould. “Es uno de esos proyectos con los que los supervisores de efectos especiales solo soñamos”.
NAPOLEÓN ha sido una película muy compleja de hacer; hay explosiones, cañones disparando, caballos sobre sus espaldas, personas decapitadas... hay incluso una batalla en la que los caballos tienen que resbalarse por un lago helado. “Y cuando estás en la mitad de la batalla, Ridley te dice que quiere aún más caos”, dice Corbould. “Quiere meter al espectador en la batalla. Más sangre. Que se vea tierra y sangre proyectada por los aires. Que la tierra esté mojada para que se pegue a la ropa de los soldados. Mucho humo y cosas volando por todos lados”.
Probablemente la creación estelar de Corbould en la película es el lago helado, en el que los caballos enemigos caen cuando Napoleón ordena que disparen los cañones a la superficie. Han conseguido hacer algo así gracias a la amplia experiencia que tienen Scott y Corbould. “Ya había hecho algo así antes, que alguien cayese bajo el hielo, pero fue en un tanque dentro de un cómodo estudio de grabación. La diferencia es que aquí lo hemos hecho en el campo”, dice Corbould. “Me la jugué al decir que esa era la mejor forma de hacerlo, pero a todo el mundo le pareció buena idea”.
Lo primero que tuvo que hacer es crear el propio lago helado lleno de nieve. “Nunca había hecho una instalación de nieve tan grande. Típico de Ridley. Fueron hectáreas y hectáreas”, dice Corbould. “La localización al principio era un simple prado de unas 80 o 100 hectáreas. La única forma de crear un lago helado en el que te pudieses caer dentro ha sido cavando agujeros, nivelarlo y compactarlo, algo que el equipo de paisajismo liderado por Roger Holden hizo de maravilla. Después mi equipo se encargó de la nieve y el hielo”.
Daniel Naprous es el entrenador responsable de los caballos con el que Scott ha trabajado en cuatro películas más. “La clave está en saber qué es lo que un caballo puede hacer realmente y cuándo se va a tener que emplear un caballo mecanizado”, comenta Naprous. “Hemos intentado trabajar con caballos reales en la medida de lo posible. El equipo colocó una esterilla de goma debajo de la capa de nieve, algo parecido a lo que se usa en los parques infantiles, para que los caballos pudiesen correr. “Los caballos usaban una rampa para entrar y salir del agua y además se les ha entrenado para nadar”.
Aunque hay muchas cosas que no se pueden hacer con caballos reales, lo que ha requerido otras soluciones.
Para la escena en la que los caballos se caen bajo el hielo, Naprous le pasó la batuta de nuevo a Corbould, que usó caballos mecánicos y construyó un tanque de agua. “Enterramos un tanque de 30 metros por 40 metros que usamos para los planos de personas cayéndose por el hielo”, comenta Corbould. El truco fue construir una especie de trampilla. “Ridley grabó todo con ocho cámaras, así que con una o dos tomas tuvimos todos los planos que necesitamos. Tardamos mucho en montarlo todo para solo rodar un par de tomas, pero con eso ya conseguimos 50 o 60 planos. Es una manera muy eficiente de trabajar”. Con el número de cámaras que se ha rodado ha sido inevitable que parte del equipo de Corbould apareciese en los planos, por lo que se han tenido que vestir de soldados.
Otro de los retos ha sido recrear el momento en la que durante una batalla disparan con un cañón al caballo de Napoleón. Para ello contaron con una grúa especial que pudiese dar la vuelta al caballo mecánico de forma realista y proyectase sangre. “Eso ha sido muy complicado de hacer. Han habido muchos departamentos involucrados: los de efectos especiales, prótesis, efectos visuales y un técnico controlando la grúa. Se han necesitado todos esos departamentos trabajando juntos para crear esta escena a la perfección”, dice Corbould. “De ahí la icónica imagen de Napoleón cubierto de sangre en mitad de la batalla”.
Otra solución elegante ha sido contar con la magia del cine, siempre que ha sido posible. La escena del ataque al puerto de Toulon requería que varios equipos de asaltantes usaran largas escaleras para trepar por los muros. En el pasado, estas escaleras estarían hechas de madera, así que el equipo de Corbould construyó para empezar una de roble. “Era tan pesada que ni seis hombres la podían levantar”, dice. La solución fue fabricar 30 escaleras ligeras metálicas para que fuesen fáciles de transportar.
El equipo de Corbould ha sido también responsable de hacer que partes del decorado pudiesen explotar. Estas explosiones imitan el estruendo y las astillas ardientes que causaría una bola de cañón real, pero usando impactos de aire comprimido, algo mucho más seguros, lo que ha permitido que los dobles de acción pudiesen estar más cerca de la explosión.
EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR...
La diseñadora de vestuario Janty Yates ha trabajado varias veces con Ridley, así que ya sabía dónde se metía. “Trabajar con Ridley es siempre algo importante. Tienes que darlo todo, ir siempre un paso más allá”, dice Yates. “Siempre acepto el desafío y siempre intentaré estar a la altura”.
Yates viajó a Francia para poder investigar los personajes en profundidad. “Visité los museos L’Emperi, L’Homme y el de Malmaison, que es donde Josefina se retiró y pasó sus últimos años. También fui a Fontainebleu, que está plagada de iconografía napoleónica”. Toda esta investigación le resultó útil para posicionar a Josefina en las distintas épocas de la historia y para representar la evolución de su relación con Napoleón. “Nos ceñimos a la plata y el oro una vez empieza a escalar socialmente”, explica. “Sus vestidos pasaron de ser simples a estar más ornamentados y empezó a llevar muchas más joyas”.
Debido a la escala de la producción y al ingente número de extras en la película, Janty necesito la ayuda de David Crossman, un experto en vestuario militar. Crossman se encargó de los detalles más particulares de la vestimenta de Napoleón y de las distintas tropas. “El mayor reto ha sido crear tal cantidad de prendas de vestir”, dice Crossman. “Pensarías que es fácil encontrar ropa ya hecha, pero no es así. No hemos podido alquilar piezas. Hemos confeccionado el 95% del vestuario, no sé cómo hemos conseguido tener todo el trabajo hecho a tiempo. Ridley rueda muy rápido, así en una semana pasamos de rodar la coronación a la batalla de Waterloo, dos eventos increíblemente laboriosos para nuestro equipo”.
Para las particularidades del vestuario de Napoleón, Crossman decidió capturar la belleza de la moda del momento. “Los uniformes tenían mucho que ver con la ropa de civil, así que copiamos piezas reales para crear prendas para Napoleón”.
Tras cumplir todos los plazos y vestir al reparto entero, Crossman se quedó satisfecho con la reacción de Scott: “No paraba de decir ‘¡Guau, guau, guau!’, es una maravilla oír eso”, recuerda. “Ahora que hemos terminado el rodaje, hemos tenido la oportunidad de respirar y observar todo lo que hemos creado. Estamos tremendamente orgullosos”.
Los actores suelen contar cómo encuentran al personaje cuando hacen la primera prueba de vestuario, y Kirby no es una excepción. “El vestuario es una pasada, Janty es una máquina”, dice. “Alucino con la cantidad de trabajo que tiene cada vestido. Janty ha diseñado todo basándose en vestidos reales y lo han confeccionado todo a mano. Aún para una escena de solo 30 segundos, había un vestido espectacular. Ha sido muy divertido estar cada mañana decidiendo qué vestido ponerme”.
Aunque Huffam y Walsh consideran que el inmenso número de prendas y el nivel de detalle han sido sobrecogedores. “El equipo entero se ha esforzado para que el vestuario militar pareciese real, que fuese fiel a la época, que no pareciese nuevo. ¡Hasta hemos desgastado las suelas de los zapatos!”, dice Walsh. “Ha sido un trabajo hercúleo”.
“El vestuario es impresionante, tanto el civil como el militar. Vestir a Josefina es el sueño de cualquier diseñador, al igual que Napoleón. Ver todo eso en escena ha sido mágico”, concluye Huffam.
LA MÚSICA DE NAPOLEÓN...
Martin Phipps ha compuesto la banda sonora y con esta película se estrena como colaborador de Scott. Cuando se reunieron antes del rodaje, Scott le dio alguna pincelada de lo que sería la película. “Típicamente, en una película de Ridley Scott siempre hay mucha música, mucha música de acción y romántica, así que mucha de la composición es tradicional. Aunque Ridley mencionó como referencia la película Barry Lyndon de Kubrick”, dice Phipps, añadiendo que Kubrick basó esta película en parte del trabajo que hizo para el proyecto sobre Napoleón que nunca vio la luz. “Era el tono que él buscaba. Barry Lyndon en realidad no tiene banda sonora, no hay música compuesta, solo temas de la época que Kubrick seleccionó y editó. Así que he abordado la película de la misma forma: algunas de las piezas que he compuesto se podría decir que son de esa época o con un aire parecido. Hemos dado un paso atrás para tener la oportunidad de ser más específicos, más particulares sobre dónde iba a sonar música y dónde no, prestar atención a qué hace la música en cada momento”.
El tema más importante que han querido representar con la música es que Napoleón era alguien de fuera, un matón de Córcega con algo de rencor y mucho que demostrar. “Queríamos trasladar eso a la música, su sensación de no pertenecer”, dice Phipps. “Una de mis partes favoritas es en la que se pueden oír voces corsas, especialistas que solo cantan música corsa, algo no muy conocido fuera de Córcega. También hay temas con instrumentos con un sonido más áspero, no los clásicos instrumentos de orquesta”.
Uno de esos instrumentos es un piano que perteneció al mismísimo Napoleón, un préstamo de un museo londinense, al que se le suman instrumentos de folk como el acordeón, instrumentos de cuerda arcaicos y hasta la zanfona.
Los temas centrales de la película son, por supuesto, los de Napoleón y Josefina. “El de Napoleón es muy sencillo al principio, solo suena un piano, y luego pasa a un solo de trompeta, pero al final de la película florece y se convierte en una versión de orquesta con voces”, explica Phipps. “Por otro lado, el tema de Josefina es mucho más melancólico. Es como un vals en compás de ¾. Tiene un acordeón y un gran coro canturreando suavemente. El tema se escucha tres o cuatro veces, siempre que Josefina pasa por un momento difícil”.
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