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Algunos de los temas más populares del Smithsonian despertaron la imaginación de los autores, llevándolos en una dirección completamente nueva. El tributo que el Museo del Aire y del Espacio rinde a la aventurera aviadora Amelia Earhart, y el avión Lockheed Vega de color rojo cereza (en el que atravesó el Atlántico rompiendo records) transportaron a los guionistas –y posteriormente a Larry- a un idilio imprevisto.
En la primera Noche en el Museo, Ben Stiller daba vida a un guarda cuyo nuevo empleo en el Museo de Historia Natural le fuerza a descubrir sus verdaderas posibilidades cuando trata de sobrevivir a una noche en la que cada pieza del museo cobra vida. . . y quiere cobrarlo a él como pieza. En NOCHE EN EL MUSEO 2 encontramos a Larry en una situación completamente nueva. Ha alcanzado el éxito. Como inventor de material para publirreportajes, ha logrado la fortuna e incluso su pizca de fama, aunque parece haber perdido algo esencial que no es del todo capaz de señalar. Mas tan pronto como se ve envuelto en esta nueva aventura en el Smithsonian, que le cambiará la vida, recuerda la importancia de la amistad y cuán maravilloso puede ser seguir las ideas más descabelladas.
Shawn Levy sabía que la credibilidad de la segunda aventura de Larry dependería nuevamente de Stiller.
Cuando los realizadores tuvieron por primera vez la idea de NOCHE EN EL MUSEO 2, sabían que su primera batalla sería tratar de obtener acceso a un complejo museístico con grandes medidas de seguridad, como parte que es del Capitolio de los EE.UU., por no hablar de un museo que jamás había permitido que las cámaras de cine traspusieran ninguno de sus muchos umbrales.
Finalmente, a la producción se le concedió un permiso sin precedentes para rodar escenas en el Smithsonian, pero con una salvedad: tendrían que hacerlo durante las horas de visita porque el Smithsonian no se cierra ni para hombre ni para producción cinematográfica alguna.
A pesar de haber participado en la anterior aventura de Larry Daley, Deleeuw se quedó atónito por el deslumbrante catálogo de efectos que exigiría la segunda. “Mi primera reacción a NOCHE EN EL MUSEO 2 consistió simplemente en preguntarme cuán grande sería la película”, dice. “Luego, me di una vuelta por el Smithsonian que me reveló hasta qué extremo las ideas podrían ser incluso más ilimitadas. Recorriendo el Bulevar Nacional y visitando el Monumento a Lincoln, y sintiendo de verdad la influencia de Lincoln sobre el país, resultó muy emocionante pensar que íbamos a darle vida a todo aquello”.