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Etiquetas: DramaFrancia2019Nabil AyouchMaryam Touzani
INFORMACIÓN
Titulo original: Razzia
Año Producción: 2017
Nacionalidad: Francia, Marruecos, Bélgica
Duración: 119 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Drama
Director: Nabil Ayouch
Guión: Nabil Ayouch, Maryam Touzani
Fotografía: Virginie Surdej
Música: Beta Pictoris
FECHAS DE ESTRENO
España: 4 Enero 2019
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Pirámide Films


SINOPSIS

Entre el pasado y el presente, cuatro seres que no se conocen pero que comparten un anhelo común de libertad, persiguen sus deseos treinta años después de que un apasionado maestro en las montañas del Atlas fuera obligado a renunciar a su idioma y a la enseñanza de determinadas asignaturas...

INTÉRPRETES

MARYAM TOUZANI, ARIEH WORTHALTER, ARMINE ENNAJI, ABDELILAH RACHID, DOUNIA BINEBINE, ABDELLAH DIDANE, SAADIA LADIB, YOUNES BOUAB, MAHA BOUKHARI, NEZHA TEBBAI, DAVID EL BAZ, MARWA TIYANE, FATIM-ZAHRA LAHOUITAR

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NOTA DEL DIRECTOR SOBRE LA NECESIDAD DE CONTAR LA HISTORIA...
   Las grandes revoluciones comienzan con pequeñas revoluciones individuales. Lo que ocurrió en el mundo árabe durante la primavera de 2011 no fue sino el culmen de una serie de frustraciones, humillaciones, ignorancias, retrocesos en los derechos civiles fundamentales. Estos grandes movimientos populares que hicieron tambalearse a los gobiernos estaban formados por seres humanos que habían hecho su revolución interior, íntima, antes de expresar su cólera en las calles. Tenía ganas de acercarme a ellos, de comprender qué es lo que lleva a algunos a resistir y a otros a abdicar.
  En Marruecos, donde yo vivo, he visto evolucionar a la sociedad, desde una forma de vida comunitaria hasta la exclusión sectaria de todas aquellas personas que sobresalen, que desbordan el marco. El proceso de arabización iniciado a principios de la década de 1980 es devastador, porque quiso erigir una regla de pensamiento único, expulsando toda forma de crítica. Los diferentes ataques que mis actrices y yo sufrimos después de haber hecho mi película Much Loved me demostraron hasta qué punto, cuando se abordan temas sensibles, la masa puede fácilmente atravesar la frontera y pasar de la escucha a la condena, al anatema y después a la violencia.
  Acusé todo esto como un despertar brutal, un desencadenante. Sentí la urgencia de decir y, más que nunca, la de mostrar. Siempre he sentido la necesidad de hablar de lo que nos hace daño y de lo que quisiéramos distanciarnos. Me gusta dar cuerpo a esos personajes a quienes se intenta silenciar e invisibilizar, empujándolos a los márgenes.
  Con Razzia he querido ir aún más lejos y explorar el alma de la mayoría silenciosa, ese ejército de las sombras que no se expresa con fuerza suficiente y que sin embargo tiene derecho a reivindicar su derecho a la existencia. Al hablar de ellos, hablo de nosotros, de nuestras derrotas, de
nuestros sueños rotos u olvidados. Hablo de lo que hace que una sociedad siga en pie y apegada a los valores universales o que abandone a los más débiles y se hunda en el totalitarismo.
  Abdallah, Salima, Joe, Hakim e Inès son seres a quienes se ha querido encadenar, domar. Sin embargo, son la materialización de una esperanza, puesto que, cada uno a su manera, encarnan una diferencia y una lucha interior que nos mantiene con vida. Son personas normales, con las que nos cruzamos todos los días en la calle y que, a mis ojos, se vuelven héroes. Como en esos cantos guerreros de Aïta que en la película nos trae Yto, sus gritos son estridentes. Si prestamos atención, escucharemos su soledad, su desgarro, sus contradicciones. Se comunican entre sí sin hablarse, sin ni siquiera conocerse. Se tejen vínculos invisibles, se cruzan trayectorias, algunos bajan la cabeza cuando una de ellas decide alzarla y parir a su hija.
  Casablanca es su casa. Casablanca es también mi casa. Esta ciudad es bulliciosa, sucia, opresiva y, sin embargo, cada día me suscita deseo.
Tengo la sensación de que es el teatro de toda posibilidad donde, en cualquier momento, podemos ser arrastrados en una dirección u otra. El corazón de la ciudad, sus barrios populares, su Medina, son vibrantes y emocionantes. Desde hace algunos años, Casablanca se esfuerza en abrirse al mar. Hoy la ciudad le tiende los brazos, como si su salud dependiera de ello. Sin embargo, como una paradoja terrible, una mujer ya no puede estar en sus playas en traje de baño. Ese espacio nos ha sido arrebatado por aquellos que han decidido que los cuerpos deben taparse.
  Retomar lo que es nuestro, recuperar ese espacio público es en sí una reconquista de un territorio mental y físico. Pues ese mar se abre hacia un otro lugar que realmente nos falta, una capacidad de proyectarnos. Casablanca también es una película, un mito que Maryam Touzani (coguionista) y yo hemos querido deconstruir, reapropiarnos de él a la vez que le rendíamos un homenaje.
  Casablanca es, finalmente y sobre todo, ese fragmento de realidad en el que nuestros personajes construyen su propia historia. Esas historias son posibilidades que se quiere aplastar, luchas personales en el seno de una lucha esencial. Esta lucha los engloba y los desborda al mismo tiempo.
  Acompasa de manera imperceptible el destino de una nación y, a través de su dimensión universalista, el destino de todas las naciones. Unos mundos que no se conocen y que no se aceptan, y una crónica del odio latente, cotidiano, que se construye día a día, mediante gestos en apariencia anodinos pero enormemente significativos, para transformarse en una Razzia colectiva.

DECLARACIONES DEL DIRECTOR...
   «Durante mucho tiempo pensaba que ser plural era una lástima, pero con el tiempo me he dado cuenta de que tener varias identidades es una riqueza»
  Razzia es una película coral que cuenta las luchas y resistencias de cada uno de sus personajes, en el Marruecos de ayer y de hoy, relata cómo los hombres y las mujeres luchan para que se escuche lo que son y para que su deseo de libertad prevalezca por encima de todo.
  El inicio de la década de 1980 es un momento decisivo, no solamente para Marruecos, sino para los tres países del Magreb, porque la reforma arabizante del sistema educativo fue común a los tres países y se trataba de uniformizar una cultura mediante la lengua. Estos tres países son territorios diversos por la forma en que se construyeron a lo largo de la historia. Esta reforma del sistema educativo ha desorientado a toda una generación joven a quien se le quiso imponer una lengua que no era suya y borrar sus identidades múltiples, lo que ha hecho que, treinta años después, tengamos una juventud magrebí sin referencias identitarias que se busca a sí misma en el seno de una sociedad que, desde el punto de vista socioeconómico, no le ofrece ningún futuro.
  El problema principal que tenemos no es formar parte de una minoría, sino reconocer que mucha gente está atrapada por culpa de la presión social y familiar y no puede decir quiénes son, confesar sus sueños...
  Razzia es la primera de mis películas en la que me aparto del estudio de una minoría aislada para interesarme por los sueños y la vida secreta de una mayoría que no puede expresarse.
  Por otra parte, si las juntamos, todas esas minorías son la mayoría de Marruecos. Y los grandes cambios de la historia de la humanidad siempre han surgido de minorías que empezaron a actuar. En el seno de esas minorías vemos hasta qué punto el abismo entre la vida soñada, la vida secreta y la vida pública, la que se puede vivir a la vista de los demás, está creciendo. La gente vive en una especie de contradicción, de malestar.
  Esto es lo que me interesa.
No solamente la mayoría olvida sus sueños, sino que terminan por pensar que los sueños no son para ellos, son para los privilegiados, los «hijos de...». Eso me dicen los jóvenes. Pero soñar es algo esencial para una sociedad, en especial para su juventud, para poder proyectarse hacia el futuro.
  No quería que todos los personajes entraran a la vez en el relato. Quería que estuvieran unidos por hilos invisibles, pero que no se conocieran.
Pero todos tienen una relación con estos dos momentos clave de la historia contemporánea de Marruecos.
  La reforma de la enseñanza de los inicios de la década de 1980 señala la aceleración de un proceso. Es una uniformización cultural que afecta en especial (pero no en exclusiva) a los bereberes. Hiere los fundamentos, el sustrato, la fuerza secular de este país. Y como el árabe clásico que se impuso en primaria y secundaria es una lengua ajena a Marruecos, hubo que importar profesores de Arabia Saudí, de Egipto o de Siria; se importó
a la vez algo más que una lengua.
  Se importó una ideología y un islam que no es el islam marroquí. Se suprimió la enseñanza de las humanidades, de la filosofía, de la sociología.
Se suprimió el pensamiento crítico. Una generación después, un cuarto de siglo después, vemos todas las consecuencias.
  ¿Y por qué 2015? Es el año en el que se producen una serie de acontecimientos muy reveladores de este conflicto entre tradición y modernidad. La prohibición de Much Loved, por supuesto, pero también un concierto de Jennifer López que desata la ira islamista, homosexuales linchados, chicas detenidas por su vestimenta, manifestaciones islamistas en las que las mujeres, paradójicamente, protestan contra una posible reforma que les daría iguales derechos sobre las herencias...

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