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INFORMACIÓN
Titulo original: Sicario
Año Producción: 2015
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 121 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 18 años
Género: Thriller
Director: Denis Villenueve
Guión: Taylor Sheridan
Fotografía: Roger Deakins
Música: Jóhann Jóhannsson
FECHAS DE ESTRENO
España: 13 Noviembre 2015
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Entertainment One

SINOPSIS

Kate es una agente del FBI que es reclamada por Matt, un oficial de las fuerzas de élite para luchar contra la guerra de las drogas en la denominada "Frontera sin ley" entre Estados Unidos y México...

INTÉRPRETES

BENICIO DEL TORO, EMILY BLUNT, JOSH BROLIN, JON BERNTHAL, VICTOR GARBER, JEFFREY DONOVAN, RAOUL TRUJILLO, MAXIMILIANO HERNÁNDEZ, SARAH MINNICH, DYLAN KENIN

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Festivales y premiosPREMIOS Y FESTIVALES

- Festival de Cannes 2015
- Festival de Toronto 2015
- Premio Hollywood al Mejor actor secundario, Benicio del Toro

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

Del director Denis Villeneuve llega un agudo thriller emocional que se sumerge en la intriga, la corrupción y el caos moral de la guerra fronteriza contra las drogas.
  La irregular línea de la frontera entre México y Estados Unidos se encuentra totalmente sumida en algunos de los problemas más apremiantes de nuestro tiempo: drogas, terror, inmigración ilegal, corrupción y una escalada de la más oscura delincuencia que ha dejado a la gente a ambos lados de la misma asustado y alerta. 'Sicario' explora el trayecto que sigue una operación de inteligencia que fuerza las reglas para enfrentarse a aquellos que no se ciñen a ninguna.
  En palabras del director Denis Villeneuve: “Sicario' ofrece una impactante mirada a las operaciones encubiertas y a los cárteles mexicanos. Pero esta historia también trata sobre Estados Unidos, sobre el choque que se produce entre realismo e idealismo a la hora de tratar los problemas de otros países”.
  “Es una película sobre elecciones”, agrega Benicio del Toro, que encarna a uno de sus personajes más llenos de conflictos: Alejandro, el sicario vengativo y sensible a partes iguales. “Es difícil decir si cualquiera de los personajes de 'Sicario' es verdaderamente bueno o malo. ¿El fin justifica los medios? ¿Qué pasa cuando te encuentras en una situación en la que quieres matar a un tipo y acabas matando a 20 personas inocentes? Has acabado con el malo pero, ¿a qué precio?”.
  “Kate se siente tentada por este mundo”, explica Emily Blunt, que rompe el molde con su interpretación de una aguerrida protagonista femenina cuya vida corre peligro a cada segundo de metraje. “Se da cuenta de que apenas estaba arañando la superficie al hacer las cosas ciñéndose a las normas y ahora quiere creer que puede hacer algo con lo marcar realmente la diferencia. Aun así, la sola idea de saltarse las normas pone patas arriba todo el mundo de Kate. Ya nada tiene sentido”.
  A Josh Brolin, conocido por encarnar personajes que se mueven por los márgenes de la sociedad, le interesaba el subtexto de la película y las grandes cuestiones que planteaba sobre valores frente a seguridad y si enfrentarse a delincuentes valiéndose de medios ilegales oscurece los corazones de forma irremediable. “Esta película es un misterio humano al que tienes que darle vueltas y resolver por ti mismo”, aporta Brolin. “Es un rompecabezas emocional y cargado de suspense”.

  
Al guionista Taylor Sheridan, que nació en Texas y se crió viajando al sur de la frontera cuando todavía era una práctica normal, le atraía personalmente la idea de ahondar en esta realidad. Sheridan es más conocido como actor, concretamente por interpretar al jefe adjunto David Hale en la serie de televisión “Hijos de la Anarquía”. Con la inquisitiva mente de un guionista, sintió la necesidad de regresar a sus raíces para explorar lo que, en la última década, se habían convertido en zonas prohibidas. Descubrió que la atractiva frontera intercultural de su juventud había desaparecido.
  “Me di cuenta de que ese México ya no existe, el México por el que uno podía darse una vuelta ha desaparecido. Se ha convertido en un lugar sin ley”, opina Sheridan. “Al mismo tiempo, me di cuenta de que no había visto ninguna película sobre cómo ha cambiado la vida en el norte de México, cómo se ha visto dominada por las drogas y la corrupción, cómo los cárteles se han militarizado y cómo la maquinaria del gobierno estadounidense se ha estado ocupando de estos problemas que se han ido extendiendo más allá de la frontera”.
  Cuanto más investigaba, más se daba cuenta Sheridan de cómo los enormes beneficios se han impuesto a la simple decencia humana, lo que ha conducido a una atmósfera de gran presión, de consecuencias sumamente negativas. El narcotráfico ha acabado convirtiéndose en un gran negocio muy lucrativo, tan grande que, aunque a veces se ha conseguido frenar momentáneamente el flujo, jamás ha corrido peligro de verse totalmente contenido.
  Cuando Sheridan se puso a indagar cómo podía haber llegado a producirse semejante situación, se dio cuenta de que era como revolver un avispero. Se encontró sumiéndose en un mundo de programas confidenciales de espionaje de la CIA, acuerdos secretos de la DEA, cárteles que asesinan a periodistas que investigan sus operaciones y “casas de muerte”, viviendas no habitadas por ninguna familia, sino que los cárteles las aprovechaban para emparedar en ellas los cadáveres de sus enemigos. No era la típica labor de documentación que suele hacerse para una película.
  Sheridan empezó por husmear en polvorientos pueblos fronterizos achicharrados por el sol del desierto salpicado de cactus de Chihuahua. Al principio, no conseguía más que un silencio absoluto. “Me recorrí toda la frontera. No hubo forma de entrevistar a ningún miembro de un cártel, ni a ningún representante del gobierno. La única forma de empezar a avanzar consistió en ganarse la confianza de la gente más afectada por todo el asunto: los emigrantes que, por necesidad, cruzan esta frontera y pueblan esa tierra de nadie que se halla entre el sur de Arizona, Nuevo México y el norte de México”, revela Sheridan. “Esos fueron los recursos de los que dispuse”.
  Poco a poco, empezó a tomar forma una historia sobre un aspecto de la guerra contra las drogas que pocos han visto alguna vez en los Estados Unidos – la historia de una guerra que, a menudo, a efectos prácticos, se convierte en una guerra por las drogas, en la que los poderes fácticos se disputan el control del negocio. Se trataba, por necesidad, de una historia repleta de ambigüedad humana.
  “Las historias policiacas suelen contarse desde el punto de vista o bien del héroe o bien del villano”, opina Sheridan. “Esta historia no podía ser así. Esta es una historia en la que, incluso cuando crees que han atrapado al villano, te das cuenta de que el problema no se ha resuelto realmente. Mañana habrá otro villano”.
  A Sheridan también le interesaba contar una historia personal, la historia de cómo una persona decente que busca justicia se ve irrevocablemente atormentada por lo que descubre en la frontera, y así surgió un personaje insólito, para llevar a los espectadores al increíble mundo de Ciudad Juárez: Kate Macer.
  Macer es una mujer dura, poco femenina, concienzuda, que siempre ha antepuesto su trabajo y su patria, que se rodea de una especie de escudo de soledad, y aun así se encuentra cada vez más vulnerable emocionalmente a medida que se interna en el mundo de la guerra contra las drogas. Por dura que sea, por entregada que esté, nada podría haberla preparado para ese mundo en el que el bien y el mal se vuelven del revés, en el que los agentes estadounidenses actúan con la misma mentalidad despiadada que los cárteles, y en el que hacer lo correcto, lo humano, es exactamente lo que hará que manden sicarios contra ti.
  Kate tiene sentimientos sumamente contrapuestos hacia su nuevo compañero en operaciones encubiertas, el enigmático colombiano Alejandro. Le asusta su historial bañado en sangre, le intrigan sus momentos de compasión y heroísmo, pero le deja pasmada su capacidad para pasar de afectuoso a despiadado en un abrir y cerrar de ojos.
  “Veía a Alejandro casi como shakesperiano”, comenta Sheridan. “Se expresa en soliloquios con los que realiza comentarios muy perspicaces sobre el mundo en el que vivimos, y Kate no puede evitar sentirse afectada por ellos. Pero al mismo tiempo está atrapado en ese mundo que describe”.
  El tercer miembro del trío de tensos aliados de Sheridan es Matt, presunto agente del Departamento de Defensa que tiene un don especial para justificar cualquier cosa con su filosofía de “por cualquier medio necesario”. “Yo diría que Matt cree sinceramente que si fuera necesario matar prácticamente a todo el mundo que no fuera estadounidense para proteger Estados Unidos, es lo que se debería hacer. Para él todo es ‘o ellos o nosotros’. ¿Lo convierte eso en malvado? Depende del punto de vista”, pondera Sheridan.
  El guion de Sheridan empezó inmediatamente a recibir elogios por su mezcla de thriller trepidante con los personajes complejos y conmovedores más propios de un drama sofisticado. Pero, al principio, se encontró resistencia ante los evidentes riesgos de hacer una película así. Entonces, se reunió con el fundador de Thunder Road, Basil Iwanyk, y con la vicepresidenta sénior de producción cinematográfica, Erica Lee.
  Iwanyk dice que el guion era demasiado impactante para dejarlo pasar, estaba lleno de tensión y era muy actual, su barrido emocional resultaba cautivador. “Nos pareció que era uno de los thrillers más intensos, emocionantes y maravillosamente escritos que habíamos leído en muchísimo tiempo”, asegura.
  La cuestión que se les planteaba ahora era cómo encontrar un director con la audacia, por no mencionar el apasionante estilo visual, para meterse a fondo en los aspectos más duros de la historia. Según explica Iwanyk: “Necesitábamos a alguien capaz de mostrar tanto la oscuridad como la luz, a quien se le dieran bien las emociones complejas, pero también la acción y la grandiosidad, porque cuando empieza a llover plomo en esta historia, llueve de verdad. Esa persona era Denis Villeneuve”.

  
Denis Villeneuve lleva tiempo moviéndose en el terreno en el que se entrelazan la acción intensa, las cuestiones morales y la necesidad humana. Ha recibido elogios por su estilo narrativo visual, de temática provocadora pero sin dejar por ello de resultar ameno, que ha podido apreciarse en películas como “Prisioneros” (protagonizada por Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal, en la historia de un padre desesperado por encontrar a su hijo secuestrado) e “Incendies” (la épica historia nominada al Óscar sobre un par de gemelos de Oriente Medio que tratan de desentrañar el oscuro misterio de su pasado). Para su próximo proyecto, Villeneuve tiene previsto abordar uno de los retos más abrumadores de Hollywood: la esperada secuela del clásico de la ciencia ficción de los años 80 “Blade Runner”.
  No cabía ninguna duda de que era el adecuado para abordar el espectro completo de 'Sicario', su tensión emocional, su intensa acción y su complejidad ética. “Denis posee un toque íntimo y elegante que no hace sino intensificar la acción”, apunta el productor Basil Iwanyk. “También tiene una capacidad increíble para mostrar la oscuridad en el alma de sus personajes, incluso la oscuridad en el alma de hombres y mujeres decentes”.
  Villeneuve sintió una afinidad inmediata con el material, pero su intención era evitar los juicios de valor, para permitir que los espectadores decidieran por sí mismos si los métodos empleados por los equipos de operaciones encubiertas merecen en última instancia la pena. “Siempre he pensado que el mundo es gris, no blanco y negro, y que los antecedentes geopolíticos y culturales de cada uno definen su concepto del bien y del mal”, comenta el director. “¿Hay alguna solución al crecimiento continuo del narcotráfico? 'Sicario' plantea muchas preguntas, pero deja las respuestas abiertas”.
  En ningún otro lugar del mundo se han podido desdibujar tanto los conceptos del bien y del mal como en el norte de México, y quizá nadie, ni siquiera una persona recta como Kate Macer, puede pasar por allí sin que ello haga mella en su alma. Villeneuve opina que combatir el terror con más terror no parece conducir más que a un callejón sin salida.
  “Sicario' trata en parte sobre un fantasma: la vieja idea de que Estados Unidos será capaz de resolver los problemas más violentos del mundo de modo muy eficiente e invisible. Esa era en otro tiempo una noción reconfortante, pero el mundo parece haber ido volviéndose cada vez más complicado”, observa el director.
  Y prosigue: “Tenemos necesidad de superhéroes. Sin embargo, en la realidad actual, los héroes no suelen tener las manos limpias. Los héroes tienen que vérselas con decisiones morales sumamente difíciles, la clase de decisiones que hay que tomar al afrontar el mal. Las decisiones morales de'Sicario' me fascinan. ¿Hasta dónde deberíamos llegar para detener a los cárteles? ¿Podemos detener a los cárteles sin volvernos como ellos?”.
  Con Villeneuve embarcado en el proyecto, un robusto equipo de producción empezó a cobrar forma junto a Iwanyk. Edward L. McDonnell, que también produjo “Prisioneros”, estuvo especialmente encantado de unirse, porque hacía tiempo que le interesaba producir una película ambientada en la actual guerra contra las drogas, pero no había encontrado una historia lo suficientemente sólida.
  Iwanyk planteó a los fundadores de Black Label Media (BLM), Molly Smith, Thad Luckinbill y Trent Luckinbill la posibilidad de participar como productores y financiar la película. Después de leer el guion, les pareció que la historia aportaba algo nuevo al clásico thriller de conspiraciones.
  Como indica Smith: “Rompe las reglas pero, al mismo tiempo, Kate es un personaje con el que es fácil identificarse. Nos permite meternos en todo lo que está viviendo: no saber en quién confiar, no saber qué hacer, no saber cuál es la decisión correcta en una situación que desafía toda racionalidad”.
  “Es muy actual y relevante”, afirma Thad Luckinbill. Trent Luckinbill agrega: “Sicario' examina la cuestión cada vez más importante de cómo tratar con monstruos. ¿Deberías combatir a los monstruos con más monstruos para lograr un objetivo? ¿O es más importante el imperio de la ley?”.

  
Juárez, México, se halla justo enfrente de El Paso, Texas, separadas únicamente por el río Bravo (o río Grande, según el lado de la frontera). Pero, para muchos de los que viven allí, está a un mundo de distancia. La antaño próspera localidad fronteriza ha acabado por conocerse como “la capital mundial de los asesinatos”, y muchos de sus habitantes viven atemorizados y, a menudo, en la más extrema pobreza. La ciudad estaba atestada de restos de maquiladoras de propiedad extranjera, recuerdos de una época de comercio global que acabó por abandonar el norte de México. Llegó un punto en que desaparecía tanta gente a diario... y aparecían de pronto tantos cadáveres de la nada... que estos sucesos dejaron de figurar en los titulares de prensa.
  Aunque la tasa de asesinatos de Juárez ha descendido desde 2012, sigue siendo una de las ciudades más peligrosas del planeta para periodistas y forasteros que pretendan husmear, mientras no dejan de surgir nuevos cárteles. Así que, ¿cómo pretendía una gran producción de cine internarse en la peligrosa realidad de este mundo? No fue tarea fácil. Incluso la localización de exteriores pareció más bien una operación militar.
  El productor Basil Iwanyk recuerda: “Cuando decidimos ir a Juárez, no pudimos encontrar ni una sola agencia del orden estadounidense que nos diera el visto bueno para cruzar la frontera. Recurrimos a un intermediario mexicano que había logrado meter a un equipo de la CNN en Juárez hacía unos años y se puso en contacto con unos cuantos federales encubiertos que nos llevaron en coche por la ciudad. Llevaban subfusiles automáticos en la parte delantera del coche y nos dijeron cosas muy concretas, como que debería llevar unas gafas encima, ya que uso lentillas, por si acaso nos paraban y nos secuestraban. Conducíamos un todocamino blanco, porque solo los miembros de los cárteles usaban todocaminos negros y, si ibas en uno negro, podían atacarte”.
  Durante seis intensas horas, al equipo de localización no se le permitió bajar del vehículo más que dos veces. Iwanyk recuerda: “Un Mustang blanco nos estuvo siguiendo porque estuvimos allí demasiado tiempo, pero el viaje fue decisivo para la película. Nos permitió entender cómo era Juárez. Ayudó a que cuajara la visión de Denis. Lo que te sorprende de Juárez es que la vida sigue, hay niños jugando a la pelota, gente ocupándose de sus quehaceres diarios, pero al mismo tiempo está ese velo de oscuridad y crimen que todo lo cubre”.
  Todo el que fue a Juárez quedó muy impresionado. El productor Edward McDonnell cuenta: “Recuerdo preguntarle a los federales: ‘¿Cuál es la zona buena de la ciudad?’. Me respondieron: ‘La zona buena de la ciudad es donde no estén matando a nadie y la zona mala donde estén matando a alguien’. La verdad es que no hay zonas seguras en Juárez. Eso no es algo que se vea en las noticias. Puedes ver cifras de cuánta gente ha muerto en Juárez, pero no ves las vidas de la gente que hay detrás de todo eso”.
  Aunque el rodaje no se realizó en las mismas calles de Juárez, sí que se filmó sobre Juárez, y el paisaje que vemos en la película es la auténtica Ciudad Juárez. La mayor parte del rodaje se realizó en Albuquerque (Nuevo México), El Paso (Texas) y Veracruz (México). Villeneuve quedó fascinado con el terreno fronterizo y se propuso captar la esencia dura y seca, pero lírica, de esas tierras baldías, un paisaje que parece reflejar la experiencia que está viviendo Kate. Reclutó a un equipo de colaboradores de confianza para dar vida a esas imágenes, entre los que se encuentran el director de fotografía nominado once veces al Óscar Roger Deakins, el diseñador de producción nominado al Óscar Patrice Vermette y la diseñadora de vestuario Renée April, cuyos trabajos abarcan desde el realismo de “Prisioneros” a la desbordante fantasía de “El origen del planeta de los simios”.
  “Los colores y las texturas de 'Sicario' se inspiran directamente en el desierto de Chihuahua”, comenta Villeneuve. “Quería que los personajes fueran siluetas aplastadas por el sol. Rodamos la película en la temporada de monzones, así que cada día se formaban nubes de tormenta que nos proporcionaban unos cielos asombrosos. El cielo se convirtió en un personaje silencioso de la película, una expresión poética del tormento interno y externo de Kate. El desierto es un lugar fascinante, porque es un espacio brutal e infinito, sumamente duro y crudo, que te obliga a sumirte en la introspección”, concluye Villeneuve. “Así es la frontera y tuvimos ocasión de experimentarlo”.
  La imagen hiperrealista y de intenso brillo del filme se fraguó en estrecha colaboración con Deakins, que volvía a trabajar con Villeneuve después de “Prisioneros”. Elaboraron un minucioso storyboard de la película para preparar las precisas composiciones de los planos de Deakins. Ambos acordaron que la fotografía debía captar la incesante acción al máximo detalle, pero sin imprimirle ningún tipo de juicio de valor.
  Deakins describe: “Jugamos con planos generales que permiten que la acción se desarrolle sin necesidad de múltiples cortes, y utilizamos colores vivos y puros. El tono general es naturalista”.
  El director de fotografía tomó al Alejandro de Benicio del Toro como piedra angular desde el punto de vista visual de la película, un hombre que lleva la historia de la guerra contra las drogas escrita en el rostro y en su lenguaje corporal. “Para mí, la atmósfera de 'Sicario' procede de los personajes y, en concreto, del personaje de Benicio”, comenta Deakins. “Me imaginaba algo similar a ‘El silencio de un hombre (El samurái) o ‘Círculo rojo’”, prosigue, refiriéndose a los clásicos del cine negro de los años 60 de Jean-Pierre Melville. “Son películas que tienen un personaje central que puede ser frío y cruel, pero con el que al mismo tiempo se simpatiza”.
  Deakins entrelazó los elementos primarios de la luz y la oscuridad a lo largo de la película, utilizando a menudo la luz de forma inesperada. “La que tal vez sea la escena más escalofriante de la película está iluminada con una fuente de luz suave y cálida”, señala. “Puede que no sea lo normal, pero creo que funciona como contrapunto que desafía las expectativas”.
  El diseñador de producción Vermette, que también colaboró con Villeneuve y Deakins en “Prisioneros”, buscaba conseguir un realismo crudo en sus decorados. Encontró inspiración en el trabajo del fotógrafo callejero Alex Webb, referencia sugerida por Deakins, por las fotos vibrantes pero emotivas de Webb, que reflejan las paradojas de la vida en la frontera entre México y Estados Unidos. Igualmente, Vermette usó como inspiración los agudos contrastes del paisaje, los colores apagados del desierto y la bulliciosa vivacidad de Juárez.
  Vermette eligió una paleta de beis y arena para el lado estadounidense, mientras que la paleta estalla en un caleidoscopio multicromático al otro lado de la frontera. “El aspecto austero de la DEA y los militares estadounidenses contrasta en México con una anarquía de colores y el caos urbano”, explica Vermette.
  El mayor reto del diseñador fue hallar un modo de recrear el famoso Puente de las Américas, donde tiene lugar un gran tiroteo en medio de la intensa claustrofobia que producen 14 carriles congestionados de tráfico. El Departmento de Seguridad Nacional no iba a cortar el puente real, así que Vermette buscó otros posibles puentes en El Paso, pero acabó construyendo su propia reproducción. Se pavimentó con asfalto, se pintaron las líneas de separación que delimitaban los estrechos carriles, se envejecieron con manchas de aceite y se instalaron cabinas de peaje para obstruir el tráfico.
  Otro reto interesante fue la creación de la mansión del capo de la droga de Sonora Fausto Alarcón. Vermette utilizó una finca de estilo toscano de Corrales, una bucólica zona periférica del norte de Albuquerque, a la que aportó toques de estilo mexicano y engalanó la elegante cabaña exterior para la escena culminante de la cena.
  Vermette también construyó en un plató uno de los elementos menos vistos de la guerra contra las drogas: los túneles de los cárteles que pasan por debajo de la frontera para ocultar el flujo ilícito de drogas y dinero. Los ladrillos de droga almacenados en el túnel se crearon con virutas para hámster retractiladas. Después, utilizando como base imágenes periodísticas y policiales de túneles reales, se llenó el set de bolsas de plástico, tupperwares, envoltorios de sándwich, cascos, cableado eléctrico, palas, picos y cubos – los restos del tráfico constante de personas.
  Con su vestuario, Renée April también buscaba conseguir un realismo palpable. Comenta que ya el simple proceso de documentación resultó horroroso. “Vi muchos documentales y muchas fotos que no debería haber visto, intentando encontrar la verdad, para que la gente la vea y la crea”, asegura.
  Para Emily Blunt y su Kate, April mantuvo una imagen austera y dura, así que a menudo se puede ver al personaje con una sencilla camiseta gris, pantalones oscuros y botas militares, incluso cuando no está de servicio. “Trabaja con los hombres, va por ahí con su uniforme sudado, y cuando no es así, no deja de ser una mujer de camisetas. La mantuve muy minimalista, a juego con su personalidad, sin florituras”, describe April. “Luego va pasando a tonos más oscuros hacia el final, cuando todo lo que le está pasando es también cada vez más oscuro”.
  Alejandro, el personaje de Benicio del Toro, solía ser abogado, y a menudo viste con una chaqueta de traje de color azul de Prusia, salvo cuando se dispone a luchar y luce la indumentaria táctica enteramente negra. “Ese azul no es un color que se vea muy a menudo y tiene un aire europeo. Eso es lo que me gustaba, que no parecía americano”, confiesa April. “Sirve para hacerse una cierta idea de cómo era Alejandro antes de que su vida se fuera a pique”.
  El aspecto de Matt (Josh Brolin) se basaba igualmente en un personaje que era un estudio de contrastes: lo bastante informal para llevar chanclas, pero duro como una roca. “Me decidí por lo que el personaje es de forma natural”, explica April. “Se trata de un tipo que vive en habitaciones de hotel. Nunca sabe dónde va a estar a continuación. Compra esas camisas tan feas y esos pantalones horribles que se lavan en el lavabo y se secan en cinco minutos. Es práctico”.
  Tras el rodaje, Villeneuve colaboró estrechamente con el montador Joe Walker, que fue nominado recientemente al Óscar por su labor en “12 años de esclavitud”, para definir el angustioso ritmo de la película. También se reunió con Jóhann Jóhannsson, compositor islandés de “Prisioneros”, conocido por sus fascinantes melodías y su insistente percusión, que creó una evocadora banda sonora para 'Sicario', a juego con la intensa acción y las persistentes emociones del filme.
  'Sicario' es un visceral retrato desde dentro de la Guerra contra las drogas. Saca a la luz una realidad de preguntas difíciles y respuestas aún más difíciles, mientras pone a prueba la resistencia emocional y humana en un mundo en el que uno se ve obligado a lidiar con emociones, deseos y cuestiones morales en las que no hay claridad y la única ley inviolable es la ley de seguir con vida para poder continuar la lucha otro día. 

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