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SINOPSIS
Will e un meteorólogo que trabaja para el gobierno y sigue a una de las más feroces tormentas. Durante la evacuación de una población el Departamento del Tesoro va a destruir 600 millones de dólares pero hay un grupo armado que quiere perpetrar el atraco de sus vidas...
INTÉRPRETES
TOBY KEBBELL, MAGGIE GRACE, RYAN KWANTEN, RALPH INESON, MELISSA BOLONA, BEN CROSS, JAMIE ANDREW CUTLER, CHRISTIAN CONTRERAS, JIMMY WALKER, ED BIRCH, MOYO AKANDÉ, JAMES BARRISCALE, MARK BASNIGHT, KEITH D. EVANS, ERIK RONDELL
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LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA...
Una granja en Alabama, un hogar pacífico y acogedor. De repente, un viento violento y una lluvia intensa arrancan el tejado y lo elevan hacia el cielo, dejando a la intemperie a dos niños asustados escondidos bajo la mesa de la cocina y en medio de un gran vacío sobre sus cabezas. Es “la tormenta del siglo”.
Es una pesadilla demasiado real para muchos americanos, entre los que encontramos al director Rob Cohen: “Un huracán es una bestia,” sostiene. “Presencié algunos huracanes siendo un chiquillo, viviendo en la costa Este de Estados Unidos. Y me dieron la sensación de que eran como un monstruo iracundo.”
Humanos vs. naturaleza, tanto en el mundo exterior como dentro de nosotros mismos, es una batalla incesante en el primer plano del escenario mundial, teniendo en cuenta que aproximadamente el 40% de la población mundial vive en la costa. Con el incremento de desastres naturales, se crea una nueva realidad, la de vivir en el camino de la furia de la naturaleza, que combinada con el peor defecto de la humanidad, la avaricia, crea una mezcla explosiva en la gran pantalla. Todo llevado a cabo con una serie de efectos visuales grabados en cámara, dando lugar a momentos llenos de adrenalina y una serie interpretaciones muy humanas.
Imagina un motor enorme, más grande que nada que haya producido la humanidad, alimentado tan solo por aire caliente. Eso es un huracán o, técnicamente, un “ciclón tropical”, que es el nombre que reciben las tormentas que se forman sobre el Atlántico o la zona Este del Pacífico, un área que resulta ser uno de los ambientes más peligrosos en cuanto a tormentas masivas.
Según se eleva el aire caliente y húmedo desde el océano, el aire más fresco se arremolina para tomar su lugar, creando barreras de altas y bajas presiones en una espiral de viento y nubes evaporándose. Según se va acelerando el huracán, su ojo se abre lentamente, exponiendo un núcleo de alta presión, dentro del cual todo está en calma, todo es normal. En el ojo, todo permanece inquietantemente silencioso… hasta que la pared del ojo choca y todo, ya sea un coche, una casa o un edificio… es absorbido por este vórtice.
Ésta es la fuerza destructiva de la naturaleza que acabó con la vida del padre de Will y Breeze Rutledge en Alabama en el verano de 1992 y, aunque la naturaleza haga que parezca fácil, crear la tormenta del siglo en pantalla fue todo un reto.
Afortunadamente, Rob Cohen tenía algunos ases en su manga y una impecable reputación, basada en taquillazos de acción como xXx y Dragón, la vida de Bruce Lee. También es el creador del fenómeno The Fast and the Furious: A todo gas. Pero la carrera de Cohen comenzó décadas antes.
Después de trabajar leyendo guiones para el agente de Hollywood Mike Medavoy, descubrió un guión ignorado en medio de una pila de guiones desechados y le aseguró a Medavoy que era “el gran guión americano y que se convertiría en una película galardonada, con un reparto y director estelares.” Medavoy se comprometió a intentar venderlo, pero si no surgían compradores despediría a Cohen. Lo compró Universal esa misma tarde y, desde entonces, Cohen sería conocido como “el chaval que encontró El golpe!”
Su intuición ha guiado su trabajo desde entonces, junto a sus innovaciones en efectos explosivos de acción real (no generados por ordenador), que van desde el uso de hidráulicos para lanzar coches de trenes en movimiento, a la práctica de poner a operadores de cámaras en karts para rodar escenas de acción a baja altura.
Ahora, para filmar una pesadilla andante, una que es demasiado real en las memorias de miles de americanos, como telón de fondo de un robo épico, tuvo que desarrollar toda una aproximación distinta al estilo rudo y visceral que se ha convertido en el sello del trabajo de Cohen.
El director de fotografía Shelly Johnson, cuyo trabajo incluye los éxitos Capitán America y Los mercenarios 2, no tardó en darse cuenta de que mostrar de manera efectiva el poder destructor del huracán significaba abandonar efectos generados por ordenador a favor de efectos prácticos que les llevaría a construir granjas destrozadas, hacer que camiones vuelen por los aires y poner a los actores al límite. Él, al igual que Cohen, ya había sido testigo de este tipo de devastación.
“Me enviaron a Florida cuando se aproximaba el Huracán Matthew, así que estuve a escasos kilómetros de la pared del ojo del huracán,” cuenta. “Rob dijo desde el principio: ‘quiero meter la cámara ahí, justo en medio de la tormenta, y quiero que el público tenga la experiencia de lo que es estar en pie en medio de un viento de 160 km/h’.” Ríe y añade: “Por ejemplo, de la primera escena en la que se están refugiando en la casa de la granja, dijo: ‘Quiero sentir la velocidad de ese coche. Quiero sentir la intensidad y la adrenalina cuando intentan huir. Así que quiero que las cámaras vayan en mano’. Y después me dijo: ‘Shelly, necesito que pongas a un operador de cámara en el lateral de ese coche. Coge esa cámara’. Yo dije: ‘¡Sí, señor!’.”
“Sabía exactamente lo que quería hacer con esta película desde el día que los productores me contaron el concepto,” explica Rob. “La idea de un robo que tiene lugar durante un huracán en seguida me pareció una manera innovadora de hacer una película de acción, porque no era simplemente ‘vamos a entrar en Fort Knox’, era ‘vamos a tener todos los elementos tradicionales de un robo: los asaltos, las intrigas, pistolas, cajas fuertes, combinaciones, 600 millones de dólares…’ todo eso, pero todo es diferente cuando la historia se ambienta dentro de un huracán de categoría 5.”
En 2010, se destruyeron billetes por un valor de 2.600 millones de dólares, la Reserva Federal los hizo trizas y los mandó a unas instalaciones de gestión de residuos. El dinero antiguo se tira constantemente, y la mayor parte del tiempo nadie se da cuenta, a menos que resulte que un huracán de categoría 5 se dirija hacia donde se guarda.
Cuando eso ocurre, tendrás a algunas personas observándolo de cerca.
Meses antes de que se fueran a destruir, la gente podía ver pilas de billetes siendo transportados de la oficinas del Tesoro en Gulfport. El director Rob Cohen vivió su propia experiencia turbulenta en cuanto al estado fiduciario de la película. “Era una película independiente, financiada de manera independiente,” explica. “Así que hubo momentos en los que se caía y resurgía, esto pasaba una y otra vez, pero Moshe Diamant (productor) y yo nos mantuvimos firmes, incluso cuando no aparecía el dinero y la fecha de arranque se acercaba. De alguna manera, ambos trabajamos muy duro manteniéndonos firmes hasta que pudimos empezar de verdad.” Entre risas cuenta: “Hubo momentos en los que se nos paralizaba el corazón tras la cámara, según íbamos creando la tormenta del siglo delante de la cámara, con un presupuesto limitado. Definitivamente fue todo un reto.” Finalmente la productora del Reino Unido de Chris Milburn, junto con la productora ganadora del Oscar VFX Double Negative y Post House Lipsync del Reino Unido, se aliaron para poner lo que quedaba por financiar, junto con Headgear Films, y Rob pudo avanzar para crear su tormenta, con la ayuda de Prime Focus en 3D.
UNA TORMENTA PERFECTA...
Un día soleado, en un campo pacífico en las afueras de Sofía (Bulgaria), un equipo grande está ocupado poniendo los últimos detalles a una vieja e idílica casa de granja americana. Esta granja es donde Will Rutledge y su hermano Breeze se resguardan de la tormenta, y que no tardará en ser demolida con vientos de 160 km por hora, con escombros volando por los aires, lluvia y granizo.
Tres meses después , Artem Miniatures crean la misma granja pero a un tercio de su tamaño. Su tejado se pone con delicadeza sobre el marco de acero reforzado, se completa con cientos de azulejos pintados, cada uno con un tono rojizo sutilmente distinto. Hay neumáticos en el porche, reflejando una tarea incompleta del dueño. Artem, que han estado trabajando en efectos especiales para Hollywood desde sus talleres en Londres y Glasgow durante más de 29 años, cuenta con una larguísima trayectoria creando efectos, atrezo y sets en producciones como Robot Wars, T2: Trainspotting y Prometheus. La granja nació en sus portátiles, en un marco generado por ordenador sometido a pruebas de física virtual y revisiones estructurales antes de convertirse en un plano para la casa real a pequeña escala.
Pero, ¿por qué recurrir a miniaturas? Cuando se trata de la destrucción de la casa de la granja, Matt Beckwith, técnico veterano de Artem, contestó lo siguiente: “No puedes hacer eso realmente. Una casa es demasiado grande, así que recurres a imágenes generadas por ordenador o a miniaturas. Y, en esta ocasión, probablemente sea mejor usar una miniatura porque hace cosas que son impredecibles.
Al igual que la tormenta, los efectos especiales tienen que ser impredecibles o pierden brillantez. Como te dirá cualquier fan de películas de acción, los efectos generados por ordenador acaban siendo aburridos pasado un tiempo, cuando cientos de técnicos se dedican cuerpo y alma a coreografiar la explosión de una casa o el salto de un coche, el resultado en pantalla puede parecer plano, poco realista o forzado. A veces, necesitas hacer que las cosas exploten realmente.
Pero cuando este tipo de efectos especiales van mal, es difícil y caro volver atrás y volver a intentarlo. Así que el equipo de Artem tenía que asegurarse de que la casa de la granja colapsara de una manera muy concreta. Esto hizo que tuvieran que investigar de manera detallada distintos materiales de construcción, así como física aplicada a huracanes y la arquitectura típica del medio-oeste americano, para hacerse una idea de cómo necesitaban que se moviese la casa para que resultara realista.
“Tenía que girar sobre sí misma y salirse de sus cimientos,” explica Beckwith, “lo que haría que la parte delantera de la casa colapsara y que la parte trasera subiese ligeramente, lo cual seguía la lógica de que el viento se metiese bajo la estructura y la parte frontal explotase y que se metiese bajo los azulejos. Todos los azulejos salieron disparados.”
Y para que eso ocurriese, al puro estilo Cohen, se necesitaron elementos pirotécnicos y enormes plataformas mecánicas. El día del rodaje, el equipo sabía que sólo tenían una oportunidad para hacerlo bien. “Justo en el último minuto, repasas todo y debilitas todo lo que quieres que se rompa y colocas dispositivos pirotécnicos para ayudar,” dice Beckwith. “Después, te alejas y cruzas los dedos, de manos y pies.”
Según rodaba la cámara y las máquinas de viento aullaban, los técnicos de Artem pusieron en marcha la plataforma bajo la maqueta de la casa de la granja, el aire golpeó los puntos débiles de la estructura para iniciar el colapso. Llamaradas de fuero se dispararon, de manera que parecía que el horno se había incendiado. La casa giró y se rajó, un montón de astillas se levantaron por el aire mientras el Huracán Tammy arrasaba la casa.
Todos vitorearon, salió a la perfección y encajaba con las escenas rodadas los primeros días del rodaje. Así funciona una película de Rob Cohen, puede que pasen meses hasta que la secuencia se complete. Todo está planeado hasta el último detalle.
RECORRIENDO EL ATLÁNTICO...
El rodaje comenzó en el este de Europa, en Bulgaria, el 29 de agosto de 2016, y acabó 11 semanas después, cuando el impresionante paisaje dejó de hacer las veces del pueblo ficticio de Gulfport y donde tuvieron lugar persecuciones en coche, escombros volando por los aires y tiroteos frenéticos. Y después de que el reparto y el equipo terminaran su trabajo en el continente europeo, el rodaje continuó durante otra semana en el Reino Unido.
Pero, cuando necesitas el encanto del profundo sur con sus cortinas a cuadros y estética particular, ¿cómo haces que Bulgaria parezca Estados Unidos? Bueno, en pocas palabras, no lo haces.
Según cuenta Cohen: “Para que funcionen las pantallas verdes para hacer la cantidad de tomas que anticipo, habrá que hacer una inversión de entre 750.000 y 1 millón de dólares sólo para eso, para nueve páginas de diálogo dentro de un coche…” El director lamenta el alto coste de los efectos generados por ordenador al que se tendría que enfrentar para que un desastre natural resultase realista. Pero cuenta: “Hace un año y medio más o menos leí un artículo en la revista American Cinematographer sobre la creación de estas nuevas pantallas LED que podían usarse de múltiples maneras.” Concretamente, dice: “Medían 30 por 30 cm, y se podían enganchar para formar pantallas del tamaño que quieras.”
Acabó siendo la manera perfecta para crear un paisaje hiperrealista devastado al otro lado de ventanas rompiéndose, incluso en las tranquilas colinas en Europa.
“Mandamos un equipo a Fernandina (Florida) para fotografiar el sur americano. Después fuimos capaces de hacer estos recorridos largos con distintos vehículos, y tener un paisaje americano al otro lado de la ventana, algo que en Bulgaría no se podía haber hecho porque toda la arquitectura es totalmente diferente. Son todo tejados rojos en forma de torres sobre edificios de estuco, simplemente no puedes usarlos. Puede que encuentres una localización aquí, otra allá, pero conseguir un recorrido a lo largo de un paisaje americano, tienes que construirlo o hacerlo de la manera en que lo hicimos.”
Cuando se desmorona la casa de la granja, cuando el Dominator está recorriendo a todo gas las calles evacuadas de Gulfport, es todo un truco de efectos, sin necesidad de efectos generados por ordenador.
Comenzando su viaje como un pequeño guión en Hollywood, el proyecto fue creciendo, llegando a Alabama para la investigación y búsqueda de localizaciones antes de cruzar el océano Atlántico para filmar a los actores británicos Toby Kebbell y Ralph Ineson (quien interpreta al introvertido antagonista Perkins), pasando por Artem Miniatures en Glasgow y pegando un salto en el camino para ir al continente, a Bulgaria, y finalmente de vuelta a Manchester para cerrar el rodaje.
EL REPARTO...
Volvemos a ver a Will Rutledge (Toby Kebbell) 25 años después de la tragedia de la granja que acabó con su padre. Ahora, siendo meteorólogo, se encuentra pensando en su lugar de nacimiento y los recuerdos ocultos en el taller Rutledge para completar una misión: encontrar a su hermano Breeze (Ryan Kwanten) y decirle que es hora de que se largue de Dodge antes de que llegue el Huracán Tammy.
Pero Breeze no quiere ni oír hablar del asunto. Gruñón y recién despertado de un sueño profundo en el sofá, aún con su ropa de trabajo y botellas de cerveza y pastillas repartidas por el salón inmerso en luz, Breeze insiste en que todo va ir bien. Mientras los hermanos discuten, al otro lado del pueblo, las luces empiezan a centellear, el generador se está apagando. Sin saber que hay unos criminales posicionados para robar 600 millones de dólares en cuanto llegue el momento, la agente del Tesoro Casey Corbyn (Maggie Grace), sale en busca del técnico responsable del generador: Breeze.
Te costaría reconocer a Toby Kebbell en muchos de sus otros papeles. Es el hombre tras Koba, el frío y calculador primate en la franquicia del Planeta de los simios, y Durotan, el noble jefe del clan Frostwolf de orcos en la muy exitosa Warcraft: El origen. Pero, últimamente, ha mostrado su rostro como Messala Severus en Ben Hur y Jack Chapman en Kong: La isla calavera, usando su experiencia en Planeta de los simios para interpretar el papel protagonista. Su experiencia en papeles físicamente muy exigentes, así como la exploración del lado más oscuro de la naturaleza, le convirtieron en el candidato perfecto para interpretar a Will Rutledge.
Pero no todo el mundo estaba convencido al principio, entre ellos el propio Kebbell. “La verdad es que, la primera vez que leí el guión, que me llegó por un amigo que originalmente iba a interpretar a Will,” explica Kebbell. “Pregunté quién estaba al frente de la película, quién la iba a hacer, y me dijo ‘Rob Cohen’. Y dije, ‘¡Tío, he estado intentando trabajar con Rob desde hace unos nueve años!” Pero después de una serie de charlas preliminares emocionantes con Cohen, la situación cambió de repente. “Rob, al final, se me acercó y me dijo ‘Tú deberías interpretar a Will’. Yo yo estaba como ‘estás loco’, y muy en su estilo, tan carismático y tan convincente, dijo ‘No, tú lo estás. Definitivamente eres él y definitivamente puedes interpretarle’. Miramos algunas partes y sí, me convenció. Me convenció de que podía hacerlo y me dio el apoyo que necesitaba durante todo el proceso. Me encantan este tipo de películas y me siento honrado de ser parte de ésta.”
Ryan Kwanten, que interpreta al campechano manitas Breeze, también siente lo mismo que Kebbell en cuanto a trabajar con el director. “Obviamente, lo primero que ves es el título, pero lo siguiente que me llamó la atención profundamente fue el nombre de Rob Cohen.” Kwanten sonríe y añade: “Obviamente, su nombre está asociado con películas geniales, y la posibilidad de ser parte de su legado es algo que es bastante impresionante.”
Desde el momento en que Kwanten cogió el guión, supo que éste era el tipo de película que siempre quiso hacer. “Es uno de esos guiones que son trepidantes desde el principio. Te mete de lleno en este mundo de Gulfport en Alabama, y lo que normalmente sería un pueblo apacible está teñido por una sensación permanente de amenaza. Nunca te abandona del todo. Es un viaje incesante y Rob es conocido por este tipo de películas: una vez que te sientas, no te mueves, literalmente. Me acuerdo que no pude dejar de leer esta historia hasta el final.”
En True Blood (Sangre fresca), Kwanten interpretaba al conquistador Jason Stackhouse, ¿iba a ser diferente el papel de Breeze? Según Kwanten, en esta ocasión no le veríamos desnudo en pantalla, al contrario que en el drama de vampiros, pero interpretar a Breeze exigiría una interpretación con un tono sombrío, taciturno, que lo pone en relación con ese papel de su pasado. “Breeze tenía una faceta filosófica que me atrajo. Está rodeado de libros. Se ha alejado del único miembro de su familia que le queda, su hermano, así que vive una especie de vida solitaria y solemne. Y esto supone una oportunidad para redimirse.”
La redención es lo que conecta a los hermanos Rutledge con Casey Corbyn, una agente del Tesoro que está luchando para superar un rencor muy profundo. “Una vez tuve el honor de oír hablar a Brian Stevenson,” cuenta Maggie Grace, que interpreta a Casey. “Una cosa que dijo y que me impactó fue ‘todos somos mejores que la peor cosa que hayamos hecho’. Y creo que Casey es mucho más que esa mala decisión, pero hay ciertos momentos en los que creo que ella se define por esa acción.”
Recientemente, Grace ha continuado su papel como Kim, la hija del ex agente de la CIA interpretado por Liam Neeson en V3nganza y ha aparecido en distintos dramas en cine y televisión. Pero OPERACIÓN: HURACÁN no es un título que puedas ignorar fácilmente y, al igual que Kwanten, fue la historia lo que le atrajo en primer lugar. “Era como cinco películas de acción en una. Tienes ese set enorme y había otros cuatro escenarios seguidos que eran como ‘¡Oh, dios mío!’, y después coches colisionando, el centro comercial y fue… ¡fue alucinante! No te da tiempo a parar, pero todo tenía sentido.”
Su personaje no tiene miedo pero, ¿qué opina Grace de este papel? “Me encantó el sentido de compañerismo entre los personajes principales. Como feminista, pensé que no es muy común que tengas la oportunidad de interpretar a un personaje que es tan activo.” Ríe y añade “la mayoría de los personajes femeninos, especialmente en películas de acción, son como ‘por favor, no hagas esa cosa tan peligrosa’. Y Casey es tan activa y capaz y simplemente pragmática. Lo que fue el golpe de gracia para mi fue que, al final, piensas que hay un momento de damisela en apuros y el príncipe azul va a salvarla mágicamente, pero es ella quien se salva a sí misma.” ¿Así que Kwanten y Kebbell no fueron de ayuda para nada? Responde que no, “todos logran juntarse. Pero en términos de salvar su propia vida, en ese momento, yo estaba en plan: ‘¡Sí! ¡Esto nunca ocurre!’”
Al mismo tiempo, James Cutler estaba buscando su propia inspiración para el papel de Clement Rice, el fortachón de la banda de criminales planeando el robo de millones de dólares. Los papeles físicos no le son ajenos, Cutler ha interpretado al villano malévolo Goggles en Kick Ass 2: Con un par, además de hacer sus pinitos en cortos como The Boxer y Nasty. Cuando le preguntan de dónde sacó la inspiración para su personaje, Culter comenta lo siguiente: “Lo cierto es que lo encontré en una historia verdadera sobre un soldado de la marina llamado Andrew Walker. Era como un talismán de la suerte en su batallón y, como consecuencia, le incluyeron en más misiones de las que estaban previstas. Con el tiempo volvió a casa, pero sufría de trastorno por estrés postraumático y la asociación de veteranos no le ofreció ningún tipo de ayuda.” Sorprendentemente, Cutler sintió que esta historia verdadera tenía unos paralelismos increíbles con el subtexto en OPERACIÓN: HURACÁN: “Lo que él hizo para manejar sus sentimientos fue robar bancos. Eso era lo único que calmaba su energía, que apaciguaba la tormenta interna que sufría.”
Para el director Rob Cohen encontrar el reparto perfecto era una parte de la producción que simplemente cuajó. “El calendario de rodaje ha sido muy precipitado, la mayoría de las películas tardan mucho más en hacerse,” comenta. “Escribí el primer borrador en enero de 2016. Empezamos a rodar en agosto de 2016 y en agosto de 2017 estábamos acabando la película. Así que un año desde el arranque del rodaje hasta el final de la película, eso es bastante rápido.”
Con papeles en The Office y Juego de tronos y las últimas tres películas de Harry Potter, Ralph Ineson no es un novato. Fue internacionalmente aclamado por su interpretación del devoto padre William en el escalofriante éxito La bruja de 2015. Cuando se comprometió a interpretar al personaje del “hombre de dentro” que ha pasado años en un trabajo sin pena ni gloria, siguiendo todas las normas, hasta que decide hacer que sea posible que los criminales se infiltren en el Tesoro, Rob Cohen estaba determinado a sacar el máximo partido de su talento y su voz de barítono.
“Rob hizo cambios con respecto a mi casting, lo cual me ayudó enormemente,” comenta Ineson cuando cuenta cómo fue dando vida al personaje de Perkins. “Una vez que estuvimos en el set, acordamos cómo era y de dónde venía, y que no era un lunático. Se convierte en un hombre loco al final, pero es un tipo muy razonable que tiene un plan y que no quiere hacer daño a nadie.” Después revela las motivaciones reales de Perkins para robar ese aburrido edificio gubernamental donde ha estado trabajando en un puesto de poca monta durante años: “Simplemente quiere el dinero. Simplemente quiere una pensión digna, no quiere que nadie salga herido.”
LLEGA EL DOMINATOR...
Cuando Rob Cohen habla del Huracán Tammy, lo describe casi como si fuera una fuerza sobrenatural, como una amenaza metafísica además de una amenaza tangible para las casas y los seres queridos de la comunidad. Cuando los edificios empiezan a desmoronarse como castillos de naipes y las pistolas y bombas resultan inútiles, ¿qué se puede interponer ante semejante monstruosa fuerza de la naturaleza? Un todo terreno de 10 toneladas y 1.000 caballos de potencia equipado con tecnología satélite puntera y equipo de supervivencia de máxima calidad, claro.
El Dominator no es un vehículo normal y corriente, es como si hubieran masticado un tanque y al escupirlo hubiera salido una camioneta monstruosa que después han cubierto con un equipo meteorológico. Es un vehículo veterano en la persecución de tormentas diseñado por Niles (Stewart McCorrie), una mole armada que conducen Will y Casey hacia ojo del huracán.
En la película, el Dominator es un vehículo totalmente intimidante. En la vida real, es una obra maestra para los efectos especiales y no por ello es menos impresionante.
Se creó la estructura con el software CAD más reciente y expertos mecánicos montaron las piezas impresas en 3D. Después, el Dominator se completó con todas las pantallas, radios y cables necesarios para monitorizar un huracán de categoría 5.
Toby Kebbell nos detalla lo que tuvo que hacer para conducir el Dominator: un doctorado en meteorología. “Básicamente, las tormentas funcionan de una manera muy específica, así que, técnicamente, Will es el tipo que ve toda esta información y saca los cálculos correspondientes,” explica Kebbell. “Después, es un recolector de datos.” Pero hace falta algo más que un cerebro para conducir el Dominator, también hace falta músculo. “Rob me había mandado varias imágenes del Dominator, pero en su versión dibujada. Así que cuando llegué y lo vi y después lo conduje, fue increíble. ¡Todo tenía tal nivel de detalle! Eso hace que cambies la manera en que interpretas el papel en esta situación porque lo que te rodea es real. Así que sí, el Dominator era una macarrada.”
El director de fotografía Shelly Johnson cuenta lo que costó preparar el Dominator para la gran pantalla desde el punto de vista técnico: “Rob dijo: ‘Shelly, vamos a estar rodando muchas escenas en nuestro vehículo para tormentas. Es como un laboratorio sobre ruedas, y es un gran vehículo, y tenemos como 30 páginas de diálogo dentro de este vehículo. Todo durante una tormenta, todo durante el huracán’.” Inmediatamente, Shelly supo que esto suponía que el típico método de enganchar cámaras en un lateral del coche (al estilo de Fast and Furious) no valdría. La armadura del Dominator era demasiado gruesa, y el interior demasiado apretado con los instrumentos meteorológicos como para poder meter una cámara dentro. Era un vehículo sellado. Esto suponía un problema.
Para esta escena tan compleja con páginas y páginas de diálogo, con actores que a la vez están conduciendo, haciendo cálculos, comprobando datos meteorológicos y generando una química entre ellos, era imprescindible que pareciese que fuera hubiese un huracán de categoría 5 devastándolo todo, sin que los actores tuvieran que interpretar sus papeles mientras esquivaban buzones o cristales por el aire. “Así que fue un reto bastante bueno,” comenta Shelly.
¿La solución?, las pantallas modulares con las que habían convertido Sofía (Bulgaria) en la pequeña ciudad de Gulfport arrasada por el huracán. Al montar pantallas con imágenes del huracán Fernandina alrededor del vehículo, Shelly y su equipo podían rodar desde cualquier ángulo, sin estar nunca en movimiento.
“Las probamos, y vimos que iban a funcionar de maravilla, mucho mejor que rodar sobre una pantalla verde,” explica Rob. “Porque también tienes problemas cuando usas agua, es complicado trabajar con imágenes en las que llueve. Todo se vuelve muy peliagudo y a veces no muy efectivo, parece falso. Y te dices, ‘vale, tengo esta película hiperrealista y de repente nos metemos en el coche y es artificial’.”
Las pantallas LED tenían otras ventajas. Además de parecer más realistas, Shelly y su equipo fueron capaces de meterse en el Dominator con cámaras en mano para sumar al realismo, y no se perdieron ni un detalle. “Para mí era muy importante que la luz de la tormenta entrase en el Dominator,” cuenta Shelly. “Y como fuimos capaces de iluminar con imágenes reales de huracán, conseguimos una sensación muy natural en ese momento.” Entre risas añade: “Y eso fue puramente por el empeño de Rob para que hiciese algo que no sabía hacer, pero me dirigió para que aprendiese a hacerlo.”
LA ENTRADA DEL CICLÓN...
Irónicamente, retratar una tormenta tan impredecible como Tammy supuso semanas de planificación, pensando hasta el último detalle, y mientras el atrezo se inundaba, aplastaba y destrozaba, los actores se estaban enfrentando a retos físicos extraordinarios para lograr que todo resultara realista.
“Es mucho más fácil cuando dices: ‘sales de tu coche y casi sales volando‘, y creas una situación en el set en el que haces que eso ocurra,” dice Cohen. “Así que si sale del coche y no se protege, saldrá volando. No había que actuar cuando se lanzaban más de 160.000 litros de agua a un grupo de actores y de dobles de acción. Eso les tira por los suelos literalmente, como si fuera un tsunami. Lo ves y dices ‘eso no es falso’, ¿sabes?”
Los actores protagonistas Toby Kebbell y Maggie Grace, que interpretan al meteorólogo Will Rutledge y a la agente del Tesoro Casey Corbyn respectivamente, tuvieron que lidiar de manera constante con una lluvia aplastante, vientos de 160 kilómetros por hora y jornadas de rodaje de 16 horas en el set para rodar una tormenta realista. ¿Qué supuso tener que actuar bajo estas presión atmosférica y artística?
James Cutler, que interpreta al villano Clement Rice, cuenta: “Todos tus sentidos están en alerta, y eso te pone los pies firmemente en la tierra y en la realidad de lo que está ocurriendo en el momento.” Se toma un minuto para pensar y añade: “Es precioso porque no tienes que actuar porque todo te está dando en la cara.” Entonces, ¿qué opinión tiene de esta aproximación práctica de Cohen? “Creo que hay maneras de evitar estas cosas, pero es admirable que sea como es: ‘lo vamos a hacer de verdad’. Porque, de nuevo, eso nutre tu interpretación.”
Maggie Grace está de acuerdo con él. “Realmente quita la actuación de en medio, ¿sabes lo que quiero decir? Durante gran parte de esta película, como aquí en Manchester, ha habido algo más de trabajo en escenas. Pero la mayor parte de los tres meses en Bulgaria, nuestro trabajo consistía en estar presentes e intentar superar los obstáculos que teníamos delante. Como actriz, es un reto bastante guay, diferente.” Se acuerda del primer día del rodaje, en agosto de 2016. “Era la escena que tiene lugar fuera de la comisaría. Y pusieron ventiladores que creaban un viendo de 160 kilómetros por hora junto con la lluvia, y se rompieron los cristales de lo fuerte que era el viento. La primera vez que encendieron esos ventiladores, los árboles que estaban en macetas se volcaron y a mí me tiró al suelo. ¡No me lo esperaba! Esperaba algo de viento pero fue…” No encuentra las palabras. “Toby y yo nos miramos al acabar el rodaje de ese día, después de 16 horas, y nos decíamos “Dios mío, ¿qué está pasando?’ Era agosto, ¿cómo sería noviembre en Bulgaria?” Elli, la doble de acción que filmó las escenas de acción de mayor riesgo de Grace, estaba acostumbrada a condiciones meteorológicas adversas en su carrera. Pero, ¿y Casey Corbyn? “Tengo tantos moratones que parezco un dálmata,” dice Grace. “¡Estoy completamente cubierta de moratones!”
Toby Kebbell tenía preocupaciones más pragmáticas: “Había que gritar en ese viento huracanado y, cada vez que abrías la boca, se te llenaba de lluvia… Quiero decir todo tipo de palabrotas, eso es lo que ves. Esa jodida lluvia. No había manera de prepararse, yo pensé que me había preparado, de verdad. Pero estaba absolutamente equivocado.”
Para dar una sensación realista y hacer que el público esté al filo de sus asientos, Cohen y su equipo usaron una aproximación minuciosa hasta en los detalles más mínimos. Los habitantes de Gulfport (Alabama) tenían que evacuar a toda prisa, eso supuso crear muchos escombros.
No es una novedad en Hollywood recurrir a la improvisación, especialmente cuando se trata de buscar maneras innovadoras de reciclar cosas que ya nadie quiere. Existe el ejemplo famoso del set de Volcano, en el que hicieron que lloviese pulpa de papel reciclado sobre la ciudad de Los Ángeles, en pantalla tenía la apariencia de cenizas muy calientes. Para OPERACIÓN: HURACÁN, necesitaron basura, mucha basura.
Se contactó con las autoridades municipales para buscar y juntar tantos escombros reales como se pudiera. Enormes contenedores de basura doméstica se guardaron, para que flotase en el agua creando ríos en las calles y una atmósfera inquietante de abandono reciente y hogares destrozados. Y, por supuesto, el equipo con su gran conciencia ecológica lo limpió absolutamente todo después.
Luchar en condiciones como estas no era moco de pavo para los actores, o para el equipo. “Rob había dicho ‘Esto va a ser increíblemente agotador a nivel físico’ y yo dije ‘No, está todo bajo control. Estoy Bien. Estoy en forma. Soy consciente’,” dice Toby Kebbell. “Creo que Rob tampoco era consciente, porque me dijo ‘Hombre, eso me parece fenomenal’.” Pero claro, los retos de actuar en una tormenta y dirigir una no podían haber sido más diferentes. “Rob se ponía su ropa de calle porque iba a dirigir. No está ahí para mojarse y unirse a nosotros. Pero cuando se metía en esa tormenta, se sumergía y lo sentía, porque la lluvia cae como balas. Es duro, tío. Eso fue trabajo duro. Y no importa que vistas ropa de North Face y franela roja o lo que sea. El dolor es el mismo. Estamos todos ahí, por eso estas cosas te convierten en una especie de familia, porque pasas momentos duros juntos. Las cosas ocurren, los globos no permanecen en el cielo, o el viento es demasiado fuerte y mueve las cosas a tu alrededor, o hay demasiada luz, todos estamos en lo mismo.” ¿Tiene algún consejo para enfrentarse a un rodaje en condiciones tan extremas? Su respuesta, obviamente, viene con algo de flema británica: “Lo mejor que puedes hacer, si es que puedes, es encontrar el humor en el dolor,” dice. “Haz chistes, y eso hará que todo vaya bien.”
EL OJO DEL HURACÁN...
Libre de las restricciones del Hollywood convencional y reafirmado por una reputación feroz, hay un mensaje crucial escondido, no muy profundamente, bajo la superficie de esta película, que Rob Cohen quiere comunicar al público internacional.
Toby Kebbell lo resume y relaciona con el interés que siente su personaje por la meteorología: “Tienes que meterte de lleno, y queda muy claro que tiene que ver con el calentamiento global. Para algunas personas esto es como algo controvertido. Estamos en un periodo interglaciar, así que la Tierra se está calentando continuamente, eso es lo que está ocurriendo, pero estamos en un periodo interglaciar. En principio, podría ir en una dirección o en otra, pero con la cantidad de industria que hemos desarrollado en los últimos 100 años y pico se ha acelerado exponencialmente. Hablé con algunas personas en NASA y ellos dijeron ‘ya estamos haciendo esto, ésta ya es la situación’. No hay manera de revertirla, está ocurriendo.” Pero él permanece optimista acerca de esta situación y de manera prudente sostiene: “Creo que un hombre adulto que lleva maquillaje para ganarse la vida no debe pontificar sobre nada, pero siendo un ser humano es fascinante.” ¿Cree que esta película está lleva un mensaje cargado? “De ninguna manera. Te estamos dando a conocer los hechos, este es el motivo por el que está ocurriendo. Eso es todo. Es bastante sencillo y simple y, en cierto modo, dulce.”
Una de las líneas más destacadas de Kebbell en la película es: “Según se va calentando el océano por el calentamiento global y, con todos mis respetos a Donald Trump, hay un cambio climático provocado por el hombre.”
Rob Cohen tiene una visión muy clara cuando se trata este asunto. Cuando se habla de Trump, dice: “Más vale que tome conciencia o puede que salga volando.” A continuación añade en voz baja: “lo cual sería una cosa buena, en mi opinión.”
El director afirma: “Creo que las personas que niegan el cambio climático son trogloditas. Todavía viven en cuevas. No hay ninguna duda que la sobrepoblación de la Tierra, el abuso de combustibles fósiles, la sobreproducción de la industria cárnica y todas las cosas que hacen que la atmósfera se vea alterada han creado un problema que no deja de crecer y que es muy severo.” Recuerda una noticia especialmente alarmante: “Hay un trozo de hielo del tamaño de un país que se ha separado de la Antártica. Y cuando los casquetes polares se deshielen y el nivel del mar suba, hay países como las Maldivas que van a desaparecer. Sólo están unos 15-20 cm sobre el nivel del mar para empezar. Las mareas van a cambiar. Las corrientes de aire traerán nuevas tormentas, huracanes y tifones. Tendremos muchas más cosas con las que lidiar, y tendremos mucho menos aire que respirar en una esfera tan frágil, que la gente que lo niega para mí son como la gente que niega el Holocausto. Están en el mismo grupo de personas que reniegan de la Ciencia. Y, obviamente, por diversas razones, pero sobre todo para engrosar las cuentas de bancos de sus amigos que prosperan cuando la desregularización y falta de preocupación con respecto al medio ambiente les permite enriquecerse.” Tras una pausa añade: “De nuevo, vuelvo a hacer referencia a las personas como Trump. Por eso escribí ese monólogo para Toby sobre el calentamiento global y cómo las tormentas van a ir aumentando en intensidad, y el impacto tan profundo que eso va a tener en el futuro. Creo que no puedes hacer una película como esta y no tratar el tema, porque la razón de que sea un huracán de categoría 5 es porque el Golfo de México sigue calentándose. Y cuanto más se caliente, más poder tendrán los movimientos de ciclones en la superficie del agua para crear huracanes.” Resume su argumento con una afirmación: “Creo que es irresponsable e ignorante negar lo que está ocurriendo realmente y lo que nos dice la Ciencia.”
A pesar de retratar inundaciones de escala bíblica y catástrofes apocalípticas tangibles, ¿relaciona Cohen su obra con un mensaje más religioso? Según sus declaraciones, no, en absoluto. “Soy budista,” cuenta. “Mis padres eran ateos, pero yo practico el budismo, en el que Dios no es un tema a tratar. Ni si quiera se menciona.”
EVACUACIÓN...
Independientemente de lo espectacular de los efectos, o lo complicado de la logística, el director de fotografía Shelly sabía que sólo tenía una misión: contar una buena historia.
“Creo que lo que tienen en común todas las películas es el deseo real de contar una buena historia. Incluso las películas de verano tienen esa misma idea. El espectáculo puede ser diferente y el método puede ser muy técnico y fantasioso, pero al fin y al cabo todo se reduce al encuadre y la iluminación y a una imagen en un visor, y eso siempre es igual.” Como un director más preocupado por entretener a la audiencia que por complacer a la crítica, Cohen está de acuerdo con la visión de Shelly. “El reto de contar una buena historia es siempre el mismo, no importa cuan fantasiosa sea,” comenta. “Y creo que para un director de fotografía es importante no distraerse con el aspecto técnico, y todo el material sofisticado. ¿Cómo puedes contar una historia de la manera más sencilla posible para guiar al público a través de lo que están viviendo los personajes?”
Ralph Ineson recuerda: “Lo lees en la página y dices ‘oh, es genial. Va a ser muy emocionante’. Todo va a estar volando por los aires, e imaginas que mucho de eso se hará con efectos en post-producción. No te das cuenta de todo lo que Rob y Shelly han decidido poner delante de la cámara.” Se ríe y añade: “así que sí, trabajar en estas condiciones ha sido muy duro a veces. Si no te concentras, sales disparado.” Sigue contando en más detalle las condiciones creadas por el equipo de efectos especiales: “En ese viento que generan las máquinas hay agua helada que viene de una manguera enorme, así que el agua sale en horizontal, va paralela al suelo. Hay escombros, hojas, palos, cosas volando, así que constantemente están intentando que nada te entre en los ojos.” Describe el rodaje de un momento crucial en la película: “Estaba intentando hacer una escena el otro día, tenía que conducir un camión en una carretera inundada, salir y caminar hacia la cámara, y decir una frase en primer plano. Eso hizo que me acercase mucho más de lo que creía a un ventilador… según estoy yendo en esa dirección, y me está dando en un lado el agua, fue tan duro, la lluvia dándome en un lado de la cabeza. A la mañana siguiente, cuando me desperté, tenía moratones en todo un lado de mi cara y cabeza del agua.” Pero no parece muy alterado. Concluye: “Es bastante doloroso a veces pero, ¡también es muy excitante!”
Para Maggie Grace, la conexión con su personaje va a prolongarse más allá de la pantalla: “Creo que según voy madurando me voy convirtiendo más en Casey,” sonríe. “Me siento más y más cómoda en mi propia piel, cómoda ocupando el espacio que ocupo. Definitivamente, sentía mucho afecto por ella.” Ve paralelismos entre la relación de Casey con los hermanos Rutledge y su relación profesional con Rob y el resto del reparto y equipo de OPERACIÓN: HURACÁN. “Hay una sensación de, creo que la palabra es paz, no sólo para ella sino con Rob y el reparto. Ambas cosas son absolutamente maravillosas y poco comunes. Así que sí. Creo que paz es la palabra.” ¿Qué fue lo que hizo que pudiera con las trombas de agua, las largas horas y los retos físicos, a parte de una relación maravillosa con los compañeros? “No dejamos de fingir que estábamos haciendo un trailer falso o una especia de secuela de una película de zombis y cosas por el estilo,” dice. “Y nuestra coletilla era ‘va a haber lluvia’.”
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