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SINOPSIS
La historia de Bruno y Malik, dos amigos que durante veinte años han vivido en un mundo diferente: el de los niños y adolescentes autistas. A cargo de dos organizaciones sin ánimo de lucro, forman a jóvenes para que sean cuidadores de casos extremos. De esta forma crean una asociación excepcional, fuera de los entornos tradicionales, para unas personas extraordinarias...
INTÉRPRETES
VINCENT CASSEL, REDA KATEB, LYNA KHOUDRI, ALOÏSE SAUVAGE, HÉLÉNE VINCENT, ALBAN IVANOV, DARREN MUSELET, BRYAN MIALOUNDAMA
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ENTREVISTA A LOS DIRECTORES...
¿Cómo se ha materializado este film?...
Éric Toledano: Especiales es el resultado de un compromiso de hace veinte años. En 1994, éramos monitores de un campamento de verano y tenía que hacerme con el ‘Certificado de aptitud para las funciones como director de recepciones colectivas de menores’ (BAFD). Ahí conocí a Stéphane Benhamou, el creador de la asociación “Le Silence des Justes”, especializada en el cuidado de niños y adolescentes autistas y en su integración en la sociedad. Perdimos su pista, pero más tarde acogió a un familiar autista. Cierto día, Olivier y yo decidimos echar un vistazo al campamento de verano que dirigía en la montaña. Quedamos profundamente impresionados por la energía y humanidad que tanto Stéphane como su equipo rezumaban. La química entre aquellos jóvenes cuidadores y los chicos discapacitados nos abrumó del todo.
Olivier Nakache: Algo después, Stéphane necesitaba un corto de seis minutos para presentar su asociación. Confiaba en recolectar fondos dado que tenía problemas para obtener las ayudas necesarias. Así que cogimos nuestra pequeña cámara y nos fuimos ambos a Saint-Denis, al mismo lugar que veinte años más tarde nos hemos visto rodando Especiales. Conocimos a un joven educador, Daoud Tatou, quien también trabajaba con jóvenes autistas. Y una vez más esta nueva experiencia quedó fuertemente grabada en nuestra memoria…
Éric Toledano: Ya nos habíamos dicho que éste era un espléndido contexto para narrar una historia y rodar un film. Pero en aquel momento estábamos comenzando y creímos humildemente que todavía no teníamos los recursos para manejar un tema como éste, sencillamente no estábamos aún preparados. Pero aquello no evitó seguir cerca de aquellos chicos con quienes nos unía una estrecha amistad y sentíamos una auténtica afinidad. Hace cuatro años, Canal+ nos dio carta blanca durante veintiséis minutos. Naturalmente, optamos por mostrar su trabajo y carreras en un documental titulado On devrait en faire un filme...
Olivier Nakache: ...un documental sobre Stéphane y Daoud, quien en el ínterin se había convertido en el director de la asociación “Le Relais IDF”. Esta organización también se ocupa de los jóvenes autistas, aunque asimismo aboga por la integración social y profesional de los jóvenes de los barrios desfavorecidos. Lo cierto es que la idea de realizar este largo seguía surgiendo entre nosotros en medio de una y otra de nuestras películas. Fue haciendo su camino, y el contacto que manteníamos con las dos asociaciones desde el año 2000 avivaba sin duda nuestra sensibilidad por la incapacidad y contribuyó a la existencia de una película como Intocable.
Probablemente, Especiales es un compendio de todas las obsesiones que transitan a lo largo de nuestras películas: el grupo en el trabajo, como en Aquellos días felices y C’est la vie; el medio asociativo, como en Samba, y los dúos como en Intocable e Y tan amigos...
Éric Toledano: Nuestras películas siempre hablan de encuentros inverosímiles. Ésta tiene una dimensión particular: ¿cómo, gente que se comunica poco o nada en absoluto y que se considera fuera de la norma, alcanza a lograr que gente “normal”, por así decirlo, que en nuestra sociedad ha dejado de comunicarse, vuelva a hacerlo? Hay en esas asociaciones una harmonía y una mezcla de culturas, religiones, identidades y pasados atípicos que deberían inspirar a mucha gente...
Una vez que decidieron rodar, ¿cómo trabajaron?...
Éric Toledano: Durante dos años, nos sumergimos en el seno de ambas asociaciones. Las escenas de la película, incluso la de la huida de Valentin, derivan de experiencias reales.
En Especiales, todos están representados, los jóvenes autistas, los padres y cuidadores, pero también los doctores, el personal médico, y la IGAS (Inspección General de Asuntos Sociales). No podíamos permitirnos tomar mucha distancia respecto de la realidad o quedarnos torpemente en demasiadas aproximaciones. Nuestro periodo de observación fue muy instructivo, y el guión se nutrió con las experiencias que compartimos a diario. Pero es más, tras dos años nuestra motivación se había multiplicado. Si al empezar, hacer esta película era un deseo intenso, con el tiempo se hizo una necesidad.
Olivier Nakache: Para nosotros, era imposible abordar este tema sin comprenderlo por entero, sin estar en posesión de todos los aspectos complejos. Teníamos que asimilar el tema técnicamente para así dar fuelle a la ficción que queríamos crear.
Éric Toledano: Aunque sólo fuera para sacar el mayor partido del tema. En ese universo, por ejemplo, se oye un lenguaje que es difícil entender si vienes de fuera. Hay un buen montón de acrónimos incomprensibles como ARS, MDPH, IME USIDATU... que todos parecen dominar. También quisimos reflejar el humor ligero que observamos en el seno de los equipos, como en la secuencia de la batalla de siglas a la que se entregan los cuidadores jóvenes.
Olivier Nakache: También había la intención de incluir en la película auténticos monitores y jóvenes autistas, mezclar vida real y ficción en un constante ir y venir y así poder penetrar en la intimidad de los personajes, sus vidas diarias y asuntos personales.
Ustedes comienzan con la cámara al hombro, como si quisieran transmitir una sensación de absoluta urgencia...
Éric Toledano: Sentíamos que el público casi debería “irrumpir” en el film. Debería verse inmediatamente enfrentado a la violencia, ya que de hecho existe. Y los dos personajes que describimos se caracterizan principalmente por el hecho de que están en permanente movimiento.
Olivier Nakache: Esas asociaciones trabajan con una sensación de urgencia las veinticuatro horas del día. Así que todo cuanto bulle alrededor tiene sentido. Queríamos agarrar al espectador por el brazo. Además, la música que acompaña la escena que abre el film recuerda el sonido de un electrocardiograma.
Descubrimos casi por casualidad que Bruno (Vincent Cassel), el personaje que se inspira en Stéphane Benhamou, es judío. Igual que más tarde sabemos que su alter ego, Malik (Reda Kateb), quien encarna el rol que Daoud Tatou desempeña en la realidad, es musulmán. Nunca abundan sobre ello...
Éric Toledano: Dentro de esas asociaciones, la religión y la política identitaria se diluyen a favor de lo humano. Es perceptible a simple vista. La humanidad trasciende todas esas diferencias. Es esto lo que atrae nuestra atención al principio. Hay una amplitud de miras, una atención al otro que se ha perdido en nuestra sociedad. Esta película nos da la oportunidad de mostrar historias de vidas atípicas, historias que pueden servir de ejemplo, en contraste con el escenario de clima tenso actual y de conflicto intercomunal.
Olivier Nakache: Puede que hayamos “idealizado“ nuestras impresiones, pero a lo largo de dos años tuvimos el tiempo de entender que lo que podría haber sido una cuestión, no lo era en realidad. Sólo cuenta una cosa, mejorar las vidas de todos esos jóvenes vulnerables.
Bruno rompe algunas normas por necesidad: abre apartamentos de noche para chicos autistas, pone a trabajar a cuidadores que no tienen los diplomas requeribles…
Olivier Nakache: Y debido a que esquiva la legalidad sufre una inspección. Dimos con nuestra perspectiva para el film cuando descubrimos el informe de la IGAS acerca de la asociación de Stéphane. Ésa fue una de nuestras llaves: los inspectores al cargo de la investigación interrogarían a todos nuestros personajes. Ése fue un modo de estructurar nuestra historia y de defender los diversos puntos de vista. En nuestra sociedad, algunos de los “poderes establecidos” ya no funcionan. Pero Bruno actúa.
Éric Toledano: Ése es el tema entero de la película. ¿Qué es lo que define la marginalidad y qué la normalidad? Lo que la película muestra es que en ocasiones las redefinimos transgrediéndolas. Atravesamos tiempos en que la desobediencia civil está ganando por la mano. Puede que la transgresión sea caótica, pero es fértil. No tenemos respuestas que dar en la película, ningún mensaje que transmitir al resto de la humanidad. Pero cuanto más viejos, más seguros estamos acerca de qué es importante preguntar. En este sentido, fue fascinante conocer a todas esas personalidades distintas con las que tuvimos la fortuna de codearnos.
¿Por qué eligieron a Vincent Cassel y Reda Kateb para encarnar a Bruno y Malik?
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Éric Toledano: Admiramos de hace mucho a ambos actores. Antes de escribir siquiera una sola línea, necesitamos un impulso inicial, un estímulo. Y para nosotros ello a menudo proviene de los actores. Nos fascina el talento “transformista” de Vincent, su inclinación por “atrapar” los gestos y el físico de la gente que ha de encarnar. Además, nos encantaba tenerlo en el papel de un hombre que no se siente cómodo con las mujeres. En cuanto a Reda, lo hemos visto progresar de película en película. Sus interpretaciones son sutiles y realistas, muy carismáticas. También él es muy capaz de apoderarse de los personajes que encarna. El encuentro entre ambos prometía ser uno de los grandes momentos del cine. Queríamos usar su energía.
¿Y cómo procedieron?...
Olivier Nakache: Intentamos una apuesta arriesgada. Organizamos con ellos encuentros por separado y les dijimos: “Tenemos una idea para una película, no disponemos de guión pero te sugerimos que inviertas dos horas con nosotros en una de las asociaciones. Si no tienes tiempo, o no te apetece, lo dejamos aquí y ahora, sin problemas. Si por el contrario vamos juntos y tienes bastante después de una hora, no te lo echaremos en cara.” Pero a decir verdad no corríamos ningún riesgo. Todo cuanto hay que hacer es pasar unos minutos en “Le Silence des Justes” o en “Relais IDF” para que ocurra algo muy potente. Estábamos convencidos de tener la fórmula correcta. Ambos vinieron, y aquella misma tarde nos enviaron prácticamente el mismo mensaje: “No necesitamos un guión para seguir adelante en esta aventura con vosotros.”
Éric Toledano: Aquello fue una inyección de energía. Hicimos que se conocieran, pues nunca se habían cruzado, y estuvieron encantados de trabajar juntos.
Esos cuidadores mayoritariamente provienen de ese universo de la diversidad presente en todas sus películas...
Olivier Nakache: La diversidad es uno de los principales componentes de esas asociaciones. La mayoría de los cuidadores provienen de barrios difíciles. Están familiarizados con la violencia y la sufren por parte de los autistas sin devolvérsela. Y para alguien que no cuenta mucho en nuestra sociedad, hacerse cuidador es una parábola muy interesante. Además, entre ellos descubrimos a algunos ¡con verdadero talento interpretativo! Era obvio para nosotros que tenían que actuar en la película.
¿Y Bryan Mialoundama, quien encarna a Dylan?...
Olivier Nakache: Percibimos su sinceridad inmediatamente durante las audiciones. No actuaba. Nos recordaba a los nuevos cuidadores que aparecían en los locales de Stéphane o Daoud. Tiene una mirada increíble, y podías sentir la violencia y una naturaleza auténtica en él. Se podía decir que era como un bloque de mármol que tallar.
Éric Toledano: Necesitábamos una mirada externa para poder entrar en esta historia. Dylan es quien no sabe, quien formula preguntas como ‘¿por qué me está agrediendo este autista tras haberme abrazado?’ Es el ojo del público.
¿Cómo dieron con los chicos autistas que actúan en la película?
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Éric Toledano: Al “escanear” todas las asociaciones de París y de su región, nos encontramos con Turbulences (un grupo artístico que emplea a gente con problemas de comunicación, sufre autismo u otros trastornos relacionados). Este ESAT (Establecimiento y servicio de ayuda a través del trabajo) está en una carpa en Porte d’Asnières, y les ofrecimos crear un taller de teatro. Fue en este taller que conocimos a Benjamin Lesieur, quien encarna a Joseph. Posee una personalidad carismática. No hablaba, o a lo más se comunicaba de un modo errático mediante la mención de nombres de cantantes franceses o la formulación de la misma pregunta una y otra vez: “¿qué ha dicho el hombre del tiempo para esta noche?” Rápidamente nos dimos cuenta de que disfrutaba el taller. Comenzamos a tratarlo como un actor más: le ofrecimos el papel. Sus padres nos advirtieron de que iba a ser complicado. Nunca llevaba corbatas, cinturones o calcetines, y no soportaba que nadie le tocara la piel o el cabello. Pero estuvieron de acuerdo. Durante los veinticinco días de rodaje, logramos que se pusiera una corbata, un cinturón y calcetines, lo maquillamos y le arreglamos el cabello. Nos dimos cuenta de que a Benjamin le caía bien el equipo de vestuario: Isabelle y particularmente Marine, la encargada de la ropa. Fueron quienes emplearon la amabilidad y la psicología para lograr que se pusiera las prendas que le pedían llevar. Marine acabó por encarnar el papel de Brigitte, una joven empleada en la empresa donde trabaja Joseph. Nadie más podía hacerlo. Ella objetó “¡pero si no soy actriz!”. Le dijimos “ten fe en nosotros…” Y estuvo perfecta. Todo esto quedó en el espíritu del film.
Olivier Nakache: Durante el rodaje, le pedíamos a Benjamin: “Haz esto de nuevo, vuelve a tu posición, regresa al principio, ¡venga, hagamos otra toma!...” y resultaba perfecto, al nivel de los otros actores profesionales. Al hablar con los médicos, nos dimos cuenta de que el cine usa un proceso de repetición muy parecido al del autista: preciso y repetitivo. Dispusimos toda la preparación en función de Benjamin. Le mostramos los platós antes del rodaje. Ensayamos escenas con él. Al mismo tiempo, él podía decir lo que quisiera. En ocasiones, descansaba la cabeza en el hombro de un técnico. Estábamos experimentando exactamente aquello de lo que nuestro film hablaba.
Éric Toledano: Pronto se convirtió en nuestro colega, e incluso le robamos algunas ideas. Por ejemplo, la línea de diálogo “¡Soy inocente!, es suya. Le encantaba repetir ciertos diálogos en bucle, y hemos conservado algunos, como “¡No estamos lejos!” Benjamin se convirtió pronto en la mascota de la película, y la escena de danza conmovió profundamente a todo el equipo técnico.
¿Y Valentin (Marco Locatelli)?...
Éric Toledano: Su hermano es autista. De hecho, es un caso grave. Sorprendentemente maduro, Marco vino a la audición sin decírselo a nadie, y nos dijo “Tengo un hermano pequeño que es autista. Hacer esta película me ayudará a estar más cerca de él, a quererlo.” Hizo algunas pruebas de cámara muy convincentes, y le explicamos que iba a haber bastantes sesiones de trabajo con nosotros y algunos coachs cognitivos. Hablamos con su madre sobre la cuestión, y nos dijo: “Depende de él. Confió plenamente en ustedes.” La presencia de Marco tenía para nosotros todo el sentido.
En varios momentos, ustedes tratan de hacernos comprender las sensaciones autistas de Valentin de un modo muy sensorial...
Olivier Nakache: No se puede representar lo que un autista siente o ve. Pero sí estamos seguros de algo: estos chicos se centran en determinados sonidos. Algunos los calman, y otros los agreden. Es una fragilidad extrema del oído llamada hyperacusis. Quisimos intentar reproducir eso sin recurrir a demasiados efectos para así adoptar su propio punto de vista, su propia subjetividad.
Éric Toledano: Teníamos que enfrentarnos a su realidad: salir del hospital tras seis meses de confinamiento. Los doctores nos lo dijeron: no se sale así como así, hay que establecer salidas graduales. Se comienza con una vez por semana durante tres meses antes de arriesgarnos a una salida definitiva. Ése es el motivo por el que Malik (Reda Kateb) opta por asignar a Dylan como el cuidador de Valentin. Su técnica es el 1 por 1. Pese a la torpeza de Dylan, algo funciona. Es la química. No siempre sale bien, por supuesto, pero cuando lo hace, es muy impresionante.
¿Tuvieron que vérselas con alguna crisis en el plató?...
Olivier Nakache: Sí, hubo que gestionarlas, y decididamente quisimos mostrar esa parte de la verdad en la película. De todos modos, teníamos que adaptarnos constantemente, improvisar, particularmente durante las escenas de grupo, como la de la pista de patinaje sobre hielo. Siempre había tres cámaras en la localización, permanentemente preparadas para rodar.
Hélène Vincent da vida a la madre confundida de Benjamin…
Éric Toledano: Con Hélène compartimos una larga historia que empezó con Samba. Esta actriz, a la que queremos particularmente, tiene una especie de doble nacionalidad: puede mostrarse tremendamente emotiva en una película, y muy divertida en la siguiente. ¡Es una actriz muy ESPECIAL! No podíamos hacer esta película sin dar voz a los padres. Las frases que el personaje de Hélène dice a menudo las oímos en boca de ellos: “¿Qué le pasará cuando yo ya no esté aquí?” “Son encantadores cuando son pequeños, pero cuando crecen la gente ya no los mira del mismo modo.” Cuando el diagnóstico de autismo se materializa, los padres no tienen tiempo para pensar en el futuro, se ven empujados hacia el combate inmediato. No hay relajación posible. Quedan por delante treinta, cuarenta o cincuenta años. Entonces, el mundo se divide en dos: aquéllos que ayudan, y aquéllos que ni tan siquiera te miran.
Ustedes a menudo dicen “Tras la risa, están las lágrimas”; ¿se podría aquí casi invertir eso: “Tras las lágrimas, está la risa?”
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Éric Toledano: A veces, la comedia es tristeza disfrazada, pero sobre todo es nuestro modo de expresarnos y comunicarnos el uno con el otro. Con esas asociaciones, se pasa por toda una gama de emociones, obviamente siendo la risa una de ellas. Simplemente tiene que encajar en la situación de manera inteligente. Como con Bruno, quien acumula encuentros amorosos con mujeres de la comunidad judía, organizados por su entorno, que le gustaría verlo casado. Ser cómico también es ser especial, o dicho de otra manera, implica desobedecer las normas, y por supuesto destensa ciertas situaciones, da perspectiva, distancia.
Como en C’est la vie!, la película acaba con una escena muy poética...
Olivier Nakache: Esa escena es la ilustración perfecta del propósito general del film. El contexto puede ser duro, pero prevalecen la poesía, el movimiento y la música. Al final de su coreografía, Joseph retorna al centro del círculo alrededor del cual estaba danzando. Solo, bajo las luces, encarna los combates de todos nuestros personajes: mantener a esos chicos, adolescentes y adultos en el centro de las cosas, sin jamás perderlos de vista ni apartarlos de nuestra cotidianeidad.
Éric Toledano: Benjamin posee auténtica poesía. Durante dos años, nos hemos dejado sorprender constantemente por un chico autista que durante las comidas comía de tu propio plato. Este grupo de chicos y chicas autistas baila, cada uno con su propia patología, cada uno en su mundo propio, pero todos juntos. En el momento en que Bruno está más acorralado y puede que tenga que cerrar su asociación, observa a esos chicos danzar y se emociona. Esa emoción también es en el fondo la nuestra. Es lo que sentíamos a través de nuestra preparación para el rodaje, y lo que intentamos reproducir a lo largo de toda la película.
ENTREVISTA A VINCENT CASSEL...
¿Cómo fue su primer contacto con Éric Toledano y Olivier Nakache?
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Cuando me ofrecieron la película, me explicaron cuan importante era ésta para ellos... Llevaban mucho tiempo con la idea de este proyecto, pero no se sentían entonces totalmente preparados para dirigirla. Recuerdo que cuando nos vimos por primera vez todavía no habían escrito una sola línea. Sólo les dije que no me hicieran leer doce mil versiones del guión. Les dije que no tenía prisa y que los esperaría.
¿Le apetecía trabajar con ellos?...
Así es y así se lo expresé. Sentía curiosidad. Conocía su trabajo, y había visto lo que eran capaces de hacer, pero no sabía realmente cómo lo conseguían. Aunque lo entendí en seguida: confían en su guión, pero no dejan de buscar en ningún momento. Para mí, la verdadera dirección de actores está en el modo en que un director ––o en este caso dos directores–– mira a un actor. Discernieron algo en mí que no sospechaba que estuviera allí, cosas que no sabía era capaz de “sacar”.
¿Recuerda su primera visita a la asociación “Le Silence des Justes”?...
Quedé bastante desconcertado. Pero también del todo conmocionado. Me sorprendí sollozando y me pregunté: “¿Cómo voy a trabajar con estos chicos, estos adolescentes y estos adultos? ¿Cómo marcaré distancia para con estos casos de autismo en ocasiones graves?” Al observar a Stéphane y a los cuidadores del lugar, entendí que dedicaban sus vidas a mejorar las de sus “residentes”, al precio de las propias. Sin sentimentalismos. Son “hacedores”. El autista sufre por su incapacidad para comunicarse. Pero cuando se los estimula, se les puede enriquecer su bagaje sensorial. Dicho de otro modo, alguien que lleva veinte años en esta organización sin afán de lucro y oficialmente reconocida no tiene la misma cara que alguien que acaba de comenzar.
¿Cómo se sacudió todos esos miedos que ha mencionado?...
Tuve que enfrentarme a mis propios dilemas. Invertí tiempo con ellos, y sobre todo dejé de lloriquear. Me decía una y otra vez que no debía tener miedo de avanzar a primera línea y recibir un par o tres de bofetadas. Lo cierto es que algunos de ellos son bastante fornidos. Cierto día, Éric y Olivier me llevaron a que me entrevistara Papotin, un diario escrito por adolescentes y adultos autistas, y aquella experiencia fue como un gatillo.
¿Por qué?...
Invitan a personalidades (jugadores de fútbol, músicos, actores, políticos…) a una carpa para ser entrevistadas por un grupo de periodistas autistas. Algunos de ellos se obsesionan tanto por un detalle que nadie puede ya seguirlos. Otros recitarán un poema consistente en onomatopeyas. Una divertida experiencia poética y abstracta con algunas perlas evidentes. Aquí no hay espacio para fingimientos o imposturas. Estás al “descubierto”. Hay que dejarse ir.
Usted tenía un “modelo”: Stéphane Benhamou...
Bruno, mi personaje, es Stéphane sin ser Stéphane. Por supuesto que fui a verlo a la asociación por mi cuenta, y de vez en cuando dábamos una vuelta juntos. Observaba su silueta, sus actitudes físicas, lo que transpiraba como ser humano. Puede parecer extraño, pero a menudo pienso en los personajes que encarno en términos de texturas. Stéphane tiene una manera de llevarse que a mí me decía mucho. Nos dice quién es. Sólo vino un par de veces al plató y aún ¡hubo que arrastrarlo! Trabaja instalado en una gran urgencia. ¿Altruismo? ¿Humanismo? Las razones por las que hace lo que hace son de hecho muy simples.
Usted habla de su cuerpo, pero exactamente ¿qué le tomó prestado?...
Su barbilla, su mirada ––a menudo se abstiene de mirar a la gente para evitar que ésta se sienta incómoda¬––, y también la inquietud. Comencé con la soledad que percibí en un hombre sin esposa ni hijos, y que se realiza dando amor a los autistas, con quienes trabaja. Pero extrapolamos con Stéphane como con los “Shidduchs” (encuentros organizados) a los que se presta.
Es un judío practicante, y trabaja con Malik, un musulmán a quien encarna Reda Kateb...
Desde el principio, nos preguntamos: “¿Qué hacemos con la religión?” Está ahí por medio de los kipás, los velos y los mezuzás... Además, rodamos algunas escenas que la evocan incluso más, pero Éric y Olivier las eliminaron en el montaje. Y está bien así. En la película, se muestra la religión tal como se practica en estas asociaciones. Un tema que en todas partes resulta inextricable y puntilloso no es en absoluto así para sus miembros.
Por otro lado, Malik sólo desliza de pasada que es musulmán y con tres hijos...
Y es más, lo dice cual pulla mientras asiste al “Shidduch” del que Bruno hace lo que sea por huir. Los “Shidduchs” son el pretexto para algunas escenas más bien cómicas...
Desde El odio a Irreversible, siempre he intentado inyectar algo cómico en mis papeles más oscuros. Aquí encarno a un hombre tan implicado en su trabajo que en ocasiones temía que fuera el personaje menos divertido de todo el film. Por suerte, en esas citas, Bruno se enreda continuamente. Estás en pareja cuando sientes que te apetece. Y a él le queda mucho por hacer. Respeto eI “Shidduch”, pero enamorarse no siempre es fácil. La otra persona ha de encajar en una lista de quince condiciones. En tal caso, si funciona, habrá que creer en Dios…
¿Conocía a Reda Kateb?...
Me pareció como si fuéramos miembros de la misma familia. Me gusta su rostro un tanto roto, su look a lo Benicio Del Toro o Javier Bardem. Es un actor de primera magnitud, un dandy de la calle, el compendio de lo que es tener clase. Nuestro encuentro fue tal y como esperaba. También me encantó la capacidad cómica y la generosidad de Alban Ivanov, ¡una elección obvia! Cuando llegaba tarde al plató porque no oía la palabra “¡Acción!” se lo hubiera tenido que filmar. En sí mismo era muy interesante.
Usted tiene muchas escenas con Benjamin Lesieur (Joseph). ¿Cómo las abordó?...
¿Estábamos actuando? ¿No actuábamos? Actuábamos. Aunque no podría decir en qué. Me sentía tranquilo cuando él también disfrutaba al encontrar su ritmo, al hacer segundas tomas. Lo emocionaba estar allí, en su posición, feliz. Y sí, como actor tenía sus peculiaridades. Le hablaba así: “Sería mucho más fácil si te sitúas a un lado, repites después de mí, y lo dices una vez más”. Éric y Olivier son dos voces. Nunca se meten en el campo del otro pero en ocasiones dan indicaciones distintas para mayor embrollo de uno (risas). No tardé en pedirles: “Por favor, dejad de hablarle. Soy el que lo hace, como Bruno en la película”. Aunque, desde luego, no siempre me hacían caso. Históricamente, Benjamin hace las veces del primero de los chicos autistas que Stéphane atendió. Si no quiere estar por ti, te ignorará, pero si le gustas, es capaz de algunos despliegues emocionales verdaderamente intensos.
La escena de danza es una locura poética...
Algunos de ellos bailan. Otros tocan el piano. Otros declaman, y uno no siempre lo entiende todo, pero ¡qué belleza! Y aún hay algunos que no hacen nada. Cierto día, en el curso de una sesión del taller, vi a uno de ellos tumbado en una cabina con las pequeñas luces que se emplean para estimular a los autistas. Tiene quince años, no puede expresarse porque no habla, pero la inteligencia de su mirada –la mirada de un pequeño príncipe– te atraviesa. ¿Qué hay tras esos ojos? ¿Cuál puede ser su proceso de pensamiento?
La película plantea una cuestión básica: ¿debería contravenir las normas?...
¿Puedes permitirte pensar de modo distinto? En la sociedad actual, cualquiera que tiene algo que ofrecer piensa de modo distinto. Stéphane Benhamou se deja la piel para hallar soluciones en un sistema que ha descarrilado. Ignora al legislador. E inspira a otros que quizá ayudarán a que la situación evolucione. Especiales no es una película sobre el autismo; habla de compromiso y de gente que se preocupa por otros.
¿Con qué estado de ánimo abordó la escena en que se opone a los inspectores del IGAS?
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Tuvimos que dar con el ritmo y respetar un imperativo: no convertir la secuencia en una “emocional”. Bruno está furioso, pero sabe lo que quiere. ¿Está siendo un tanto astuto? En Brasil hay una expresión para eso: hay que saber cómo llorar para lograr lo que necesitas.
Los monitores con los que ha trabajado retratan una generación comprometida...
Han hallado un sentido a sus vidas. Éric y Olivier no hablan sobre los infortunios de los barrios desfavorecidos. Muestran a un grupo de superhéroes de diecinueve y veinte años que tienen un empleo que tres cuartas partes de nosotros seríamos incapaces de afrontar.
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