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La película, que tuvo su premiere mundial en la Jornada de los Autores del Festival de Venecia, y que ha sido programada en otros certámenes de cine como Sundance, Toronto o el Atlàntida Mallorca Film Fest, recupera una grabación de apenas tres minutos filmada en 1938 por David Kurtz. Es el último rastro visible de los vecinos de una comunidad judía en Nasielsk (Polonia) antes del Holocausto.
La película toma como referencia el libro "Three Minutes in Poland: Discovering a Lost World in a 1938 Family Film", de Glenn Kurtz, nieto del hombre que registró las imágenes en 1938. El ensayo, fruto de una investigación de cuatro años, lograba identificar a siete supervivientes del pueblo que aparece en las imágenes. “Es muy raro que tengamos este metraje, en color, de esta comunidad judía en 1938, en un pequeño pueblo de Polonia, un año antes de que los alemanes invadieran. Yo lo veo como una película contra el borrado porque eso es lo que estaba pasando… toda la comunidad fue borrada.", explica la directora Bianca Stigter, para quien el metraje es una demostración "del poder puro de la imagen cinematográfica".
Maurice Chandler, de 97 años, es uno de los siete supervivientes que aparecen en las imágenes de Nasielsk. Tenía 13 años cuando fueron tomadas. "Cuando vio las imágenes por primera vez, les dijo a sus hijos: Ahora ya sabéis que no soy de Marte. Porque cuando se erradica toda una cultura, no puedes mostrársela a nadie ni hacer que tu memoria sea vista por nadie.", explica Stigter. Su película recorre las imágenes repetidamente, con obsesiva minuciosidad, intentando dar significado a los elementos que en ella aparecen, sabiéndose incapaz de identificar a todas esas personas que pueblan el metraje.