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NOTAS DEL DIRECTOR...
A lo largo de las últimas décadas el concepto de familia ha variado, en muchos aspectos, dentro de nuestra sociedad. Una de las principales razones ha sido la incorporación de la mujer a la vida laboral. Este hecho ha modificado no solo su estructura sino los comportamientos y hábitos dentro de la misma.
Las mujeres, abocadas tradicionalmente al cuidado de los niños, han tenido que compaginar su actividad laboral con la vida familiar. Los hombres, en su mayoría, han seguido desempeñando el mismo papel que jugaron sus padres, dejando, casi en exclusiva, a la mujer el cuidado y la educación de los hijos.
Pero las cosas están cambiando rápidamente. Los hombres han comenzado a participar de una manera mucho más activa en las labores domésticas y en el papel que desempeñan con sus hijos. En algunos casos, incluso, se llegan a invertir completamente los roles convencionales, siendo la mujer la responsable de sustentar la economía familiar y el hombre el que se queda en casa.
En el caso de la familia Velasco, la estructura familiar es, en un principio, bastante convencional. Alicia trabaja, pero su principal ocupación es su hija Dafne de cuatro años. Lo hace con cariño, dedicación y con esa capacidad de renuncia solo comprensible desde la figura materna. Ese sacrificio, de carácter genuinamente femenino, contrasta con la actitud de Leo, que está más pendiente de su trabajo. Pero todo este orden, este equilibrio, va a cambiar a raíz de un hecho trágico. Alicia morirá a raíz de un ataque de epilepsia.
A partir de ese momento, será Leo quien tendrá que ocuparse de Dafne y desempeñar un papel para el que no estaba preparado y además en unas circunstancias difíciles. Dafne añorará la figura materna. Buscará desesperadamente la protección, la seguridad y el cariño que le proporcionaba su madre.
El destino y la historia harán que ese papel sea, finalmente, representado por su padre. Pero, ¿Están los hombres preparados para ejercer el papel desempeñado tradicionalmente por las mujeres? ¿Está Leo, en concreto, preparado para ello? ¿Será capaz de transformarse, de cambiar, de representar ese papel? ¿Encontrará, como tienen la mayoría de las mujeres, esa capacidad de renuncia, de sacrificio? ¿Podrá enfrentarse a sus propios prejuicios?, plantea, a través de una metáfora, el esfuerzo de un hombre por llevar a cabo ese cambio. Un cambio que le afectará, como veremos, en lo más profundo de su ser, le hará enfrentarse a sus propios miedos y le obligará a librar una batalla, tanto interior como exterior. Un cambio que, de forma radical, le hará, al final de la historia, estar a punto de perder su propia identidad.