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SINOPSIS
Los siete días de la semana y a cualquier hora el doctor Jean-Pierre está al tanto de sus vecinos. Un día llega hasta la localidad una joven doctora que ha trabajado en un hospital para ayudarle cuando cae enfermo. La cuestión es si la doctora podrá superar el reto de sustituirle...
INTÉRPRETES
FRANÇOIS CLUZET, MARIANNE DENICOURT, FELIX MOATI, ISABELLE SADOYAN, PATRICK DESCAMPS, CHRISTOPHE ODENT
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ENTREVISTA CON EL DIRECTOR...
¿Por qué ha querido contar la historia de un médico rural después de dirigir HIPÓCRATES?...
.- Yo era médico antes de dedicarme al cine. Así que sé lo que son las sustituciones en las zonas rurales. Las hice cuando era un joven interno y los años que pasé sustituyendo a médicos rurales con muchísima experiencia fueron una excelente escuela para mí. Cuando me convertí en director de cine, quise hacer una película para aprovechar todas esas experiencias. Desde el punto de vista de un guión, no hay nada más novelesco que un médico rural.
¿No le da miedo encasillarse en un género cinematográfico tan especializado?...
.- El único punto en común de mis dos películas es la relación con la profesión médica. Por encima de todo, HIPÓCRATES es una película de iniciación, más o menos autobiográfica, que cuenta lo que ocurre en un hospital y descubre al espectador los entresijos de esa microsociedad. Nada que ver con UN DOCTOR EN LA CAMPIÑA. En este caso el personaje es un profesional experimentado y mi intención ha sido describir la práctica de la medicina.
El médico rural es un auténtico héroe popular al que la gente adora... Y cuya particularidad es estar en vías de extinción...
.- Hay que impedir por todos los medios que desaparezcan este tipo de médicos. Para mí es una problemática social de primera magnitud y he querido convertirla en el tema de una película. Por desgracia esta profesión está desapareciendo debido al éxodo rural. Por esa razón, el médico rural se ha convertido en el héroe positivo por antonomasia. Asume un papel social fundamental, creando un vínculo entre generaciones y luchando contra el aislamiento y la soledad de sus pacientes. En esta película he querido rendir homenaje a este oficio cuya importancia comprendí al hacer sustituciones en Normandía y en la región de las Cevenas cuando era un joven médico. Tuve el privilegio de conocer a hombres y mujeres excepcionales.
Para interpretar a este personaje ha recurrido a François Cluzet, un actor muy popular. ¿Por eso lo escogió?...
.- ¡Nada menos anodino que proponer el papel protagonista a un actor muy popular! Me pareció coherente y natural recurrir a François Cluzet, muy querido por el público, para interpretar el papel de un médico rural.
¿Ha escrito el guión pensando en él?...
.- No suelo escribir pensando en los actores que van a interpretar los papeles. Pero siempre tengo en mente una imagen bastante exacta de los personajes. Cuando el guión empieza a tomar forma, también comienzan a surgir caras. Y François se convirtió muy rápidamente en una prioridad para mí. Veía una correlación clara entre la imagen que se iba desarrollando en mi mente -una mezcla de mi imaginación y de médicos que he conocido- y él.
¿Cómo trabajó con él para conseguir esa precisión en la gestualidad, en la forma de dirigirse al paciente, en escucharle?...
.- François Cluzet se implicó muchísimo en la preparación de la película. Lo mismo que Marianne Denicourt. De hecho, François fue quien propuso experimentar métodos poco ortodoxos. ¡El primero fue eliminar toda la puntuación del guión! A veces, los técnicos tenían problemas para seguir el texto, pero sirvió para replantearnos todos los mensajes del guión. Además, los actores se sintieron más libres. Nada era inamovible. El segundo consistió en organizar lecturas con todos los actores de la película, sin excepción. Creo que esas lecturas colectivas han contribuido a reforzar la cohesión del equipo, a crear entre nosotros un verdadero espíritu de pueblo.
¿François Cluzet y Marianne Denicourt conocieron a algún médico rural de verdad?...
.- François no lo necesitó, pero Marianne sí. Conoció a médicos generalistas y estuvo con ellos en sus visitas. Le sirvió para recoger sus testimonios. Creo que se ha inspirado en gran medida en esos momentos pasados con ellos. También sé que Marianne y François han leído mucho sobre el tema. Además, intercambiamos documentales, libros de fotos, artículos de periódicos: una serie completa de documentos que nos ayudaron a elaborar un lenguaje común.
¿Todos los personajes que se ven en la pantalla, incluyendo los pacientes, son actores profesionales?...
.- Sí. Todos menos uno, un agricultor que sale al principio de la película y al que François Cluzet aplica un vendaje. Es una pequeña escena de improvisación que al final decidimos incluir en la película.
¿También los personajes con una discapacidad mental?...
.- En el grupo de jóvenes discapacitados mentales, los figurantes no son actores. Pero Yohann Goetzman, el joven autista que vive en un centro especializado, ya había hecho de actor en películas realizadas por él mismo. Y como también hace teatro y toca en un grupo de música, se puede decir que ya tenía un vínculo con las profesiones artísticas y cierta experiencia ante las cámaras.
¿Por qué ha querido contar con discapacitados mentales?...
.- Mucha gente, incluyendo jóvenes, que sufre una discapacidad mental, vive en zonas rurales. Y son los médicos generalistas los que los atienden, a pesar de no tener una formación específica. Y además no quería recurrir a un actor profesional para este papel y menos aun sabiendo que Yohann tenía ganas de participar en la película. Abordó su papel igual que cualquier otro actor.
En la película, el médico rural es una especie de hombre para todo, que cura, que es un confidente, un consejero...
.- Es cierto que curar y ejercer de confidente forma parte de la singularidad del médico rural. Otra característica es que hay cada vez menos médicos rurales. Así que están sobrecargados de trabajo lo que hace que estén agotados. Y además, cada vez hay menos posibilidades de que los sustituyan o los ayuden.
Jean-Pierre Werner está en una situación límite. Nada más empezar comprendemos que está enfermo y a lo largo de la película vive una especie de carrera contra la enfermedad...
.- La figura del médico enfermo me gustaba. Me permitía abordar la dimensión novelesca que buscaba. De esta forma, mi personaje vive una aventura muy particular. Además, poner en escena un médico enfermo me permitía sortear la problemática de los desiertos médicos; no tratar la cuestión de forma frontal sino más bien eludiéndola para abordar la temática fundamental de la transmisión de conocimientos. El hecho de que esté enfermo le obliga a aceptar ayuda. Le imponen una sustituta. Tendrá que transmitirle todo su saber.
Es el médico del hospital que trata su tumor el que propone a Nathalie que vaya a ayudarle, a apoyarle...
.- Y existen varias razones. Para empezar, Nathalie, la médico que interpreta Marianne Denicourt, no tiene formación para ejercer en una zona rural. El médico de hospital, al enviarla a ayudar al doctor Werner, sabe perfectamente a quien se enfrenta: ¡un auténtico cabezota! Es uno de esos médicos con mucha experiencia al que no le gusta que decidan por él. De hecho, a Werner no le hace ninguna gracia su llegada.
Al principio le hace alguna que otra novatada...
.- La pone a prueba. Es un hombre que vive solo desde hace mucho tiempo. Y no tiene ninguna gana de que alguien se meta en su territorio. Además está enfermo y no quiere que se sepa. Así que esta mujer representa un peligro para él. Pero las novatadas no duran mucho al comprender que es una médico competente. Se da cuenta que podría necesitarla. Sin olvidar la dimensión altruista de Werner: le gusta transmitir lo que sabe.
Ya desde el primer encuentro vemos que estos dos personajes van a tener problemas...
.- Por eso quería que el personaje femenino no fuera una jovencita. Quería que tuviera un pasado y que empezara una nueva etapa de su vida.
¿Ese perfil tan particular ya estaba en el guión desde el principio o ya pensaba en Marianne Denicourt para el papel?...
.- Un poco de ambas cosas. Está claro que después de HIPÓCRATES no quería volver a hacer una película sobre el aprendizaje. Quería que ese personaje de médico fuera una mujer en plena madurez, dispuesta a emprender una segunda etapa en su vida. Me gustan los hombres y las mujeres que vuelven a empezar y que lo hacen de cero. Después de ser enfermera, Nathalie decide retomar los estudios para ejercer de médico en el campo. Es lo contrario de lo que ocurre en la actualidad porque los médicos jóvenes no quieren ejercer en el medio rural por nada del mundo. Además, tiene una formación, unas técnicas que Werner no tiene o ha perdido. Poco a poco se da cuenta de que son complementarias y que necesita a Nathalie.
Hay diferentes niveles cinematográficos en su película: un nivel realista, casi naturalista; y también un aspecto casi documental, todo mezclado con una trama muy novelesca...
.- Tenía mucho interés en señalar las "carencias" del servicio público actual pero también quería contar una historia que estuviera bien documentada, que fuera fiel a la realidad. No quiero hacer películas de denuncia ni películas intimistas, sino más bien mezclar ambos géneros. Está claro que hay un intento de recuperar la dimensión política y social de las películas de los años 70/80. En mi opinión, el cine francés actual carece de esa dimensión. En el fondo, me gusta contar historias novelescas situándolas en un universo documentado y realista. La confrontación de esos dos elementos forma la materia y la inspiración que necesito para hacer películas.
UN DOCTOR EN LA CAMPIÑA es una película que tiene un trasfondo social, sociológico y geográfico muy fuerte. Por el contrario, parece que el trasfondo político se ha dejado de lado...
.- No creo haber eliminado completamente ese aspecto, aunque es cierto que sólo lo trato con pequeñas pinceladas. Para mí, UN DOCTOR EN LA CAMPIÑA también es una película política. Como mínimo, una película comprometida. Por ejemplo, aborda el problema de lo que en Francia se denominan 'desiertos médicos' y de los centros de salud. Esa es la gran cuestión política de la medicina rural actual, y yo dejo caer mi opinión en alguna que otra escena...
En su película nos habla de la igualdad en el acceso a la sanidad, del derecho a morir en casa...
.- Desde luego. La problemática del derecho a morir en casa también está presente en la película. Defender los cuidados a domicilio en el medio rural es un tema totalmente político. El doctor Werner regala a Nathalie un ejemplar de Diario de un joven médico de Mikhaïl Boulgakov.
¿En qué otras obras se ha inspirado para escribir el guión de esta película?...
.- En efecto, me gusta muchísimo esa novela sobre el aprendizaje. También me he inspirado en Un hombre afortunado, el libro de John Berger. Fue Marianne Denicourt quien me lo dio. Hay otro libro de fotografías que fue una excelente fuente de inspiración para mí y para mi director de fotografía: Médecin de campagne de Denis Bourges (Les Édition de Juillet). Martin Winckler escribió en el prefacio de este libro: "Ser médico rural es echar raíces, aunque hayamos crecido en la ciudad o hayamos viajado mucho. Se adopta el ritmo, la manera de hablar, las costumbres. No sólo consiste en curar a los enfermos y ser el confidente de sus problemas. El médico rural también es testigo de los cambios del paisaje, de los acontecimientos del pueblo, de las despedidas y las llegadas. Se forma parte de la comunidad. Se adquiere el sentido de pertenencia. Y de eso también se habla en mi película.
GALERÍA DE FOTOS
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