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La idea inicial de esta película fue de Tilda Swinton. Con ella ya había hecho 'Tilda Swinton: The Love Factory', en la que yo rodaba mientras ella conversaba libremente acerca del amor, más sobre el acto de amor que sobre el concepto de sentimentalismo. A partir de aquí nos planteamos la posibilidad de hacer juntos una película que hablara de amor. A esto se agrega la voluntad que he tenido siempre de hacer una reflexión sobre la condición de nuestro presente actual, consecuencia inevitable del capitalismo imperante.
Ha habido quien ha querido reconocer en la historia de la familia de industriales milaneses Recchi, que protagonizan esta película, una referencia a la de los Agnelli, pero no tienen nada que ver. El lenguaje de los personajes de esta película es el de la alta burguesía, que habita en el silencio de las palabras, donde la voz de las mujeres se mantienen en segundo plano. Pero son precisamente las dos mujeres de la familia Recchi, Elisabetta primero y luego Emma, las que subvierten la posición invisible en la que a menudo se ven relegadas.
En las mujeres hay algo fascinante, que te atrae. Y además me interesa el conflicto, y entre los hombres y las mujeres el conflicto es intenso, pero las mujeres son mucho más interesantes. Sólo hay que pensar en el hecho de que ellas soportan los dolores del parto, mientras que nosotros, los hombres, nos perdemos a menudo entre las cosas más triviales. IO SONO L’AMORE es una película sobre el dolor del mundo, porque en definitiva todas las cosas giran sobre el dolor.
Decidí ambientar esta película en Milán porque es allí donde nace, vive y se reproduce el capital y allí quería observar las dinastías burguesas emprendedoras: desde dentro. Junto a Milán, San Remo y en menor medida Londres, son las ciudades en que se desarrolla la historia. Nos ofrecieron rodarla en Turín, pero la capital lombarda era el escenario natural de la película, lo que además nos permitía alejarnos de una identificación excesiva con los Agnelli.
Siempre me he fijado en la filmografía de Visconti, en su estética, al igual que en los planos largos al estilo de John Huston en 'The Dead' o, en general, en el cine clásico: hoy se tiende a hacer muchos primeros planos, antes se miraba con más detalle el conjunto, y la distancia mostraba más de lo que uno pudiera imaginar.
En cuanto a la búsqueda de la belleza en cada detalle, se trata de una exigencia intrínseca a la riqueza material: la búsqueda de la belleza, del lujo, de la imagen, como compensación de una sensación de inseguridad. En suma, es el narcisismo infinito el que alimenta a los ricos.