Afincada en Roma desde los quince años, cursó estudios de arte dramático antes de comenzar su carrera como cantante y actriz de comedia.
Alcanzó un extraordinario prestigio al trabajar en papeles de gran dramatismo a las órdenes de grandes directores italianos como Visconti, Pasolini o Fellini.
Sus incursiones en el cine norteamericano nunca llegaron a tener la calidad de los realizados en Europa, pero aun así logró algunas interpretaciones verdaderamente meritorias.
En la segunda mitad de los años sesenta sus apariciones en el cine fueron poco frecuentes, al dedicarse fundamentalmente al teatro. También protagonizó en 1970 una serie de televisión para la RAI.
En 1955 su prestigio llegó a la cúspide al obtener el Oscar destinado a la mejor actriz por el filme “La rosa tatuada”.
Dos años después vuelve a ser nominada para este mismo galardón por su trabajo en la película “Viento salvaje”, pero esta vez la preciada estatuilla se la llevó finalmente Joanne Woodward.
Cuando se produjo la entrega de los Oscar, Ana Magnani se hallaba durmiendo en Roma y, al principio, no creía la feliz noticia que recibió a través de las llamadas de varios periodistas. Lo cierto es que, exceptuando a las actrices inglesas, fue tras Ingrid Bergman la segunda mujer europea que conseguía el citado premio.
En 1960 le otorgaron la Estrella en el Paseo de la fama.