La saga de... Espartaco

La historia del gladiador Espartaco ha sido llevada al cine en diferentes ocasiones a lo largo...

La historia del gladiador Espartaco ha sido llevada al cine en diferentes ocasiones a lo largo de los años y por diferentes nacionalidades.
Sobre todas ellas sobresale la realizada en 1960 por el maestro Stanley Kubrick, que a la postre, fue la última vez que se vio en la pantalla grande a este personaje.
La primera vez que se llevó a cabo una historia alrededor de este mítico personaje fue en 1913 y fueron los italianos comandados por el director Juan Enrique Vidali, que se basó en la novela escrita por Rafael Giovagnoli y en la que el actor Mario Guaita-Ausonia fue quien personificó al personaje principal.
Al respecto de este film hay que apuntar que el actor Luciano Albertini que hacia su debut en este film, con el paso de los años terminó convirtiéndose en una estrella de este tipo de largometrajes.
La siguiente película que se hizo sobre dicho personaje fue en 1952 y estuvo a cargo del cineasta italiano Riccardo Freda, un experto en cine comercial de la época y que realizó en coproducción con Francia.
Massimo Girotti, fue el actor que personificó el papel principal de la cinta, cuando ya en esos años gozaba de cierta popularidad, sobre todo entre las féminas.
Este film se enmarca dentro de la larga tradición de películas de carácter histórico que se encargó de hacer la cinematografía italiana, sobre todo en los años cincuenta y sesenta y que se le denominó "Peplum".
La cinta de Freda tuvo ciertos problemas con la censura que imperaba en la época al mostrar ciertos aspectos sobre la violencia que utilizaban los romanos en aquella época.
Ese mismo año, 1952, el cine italiano volvería a insistir sobre la historia de Espartaco y lo hizo bajo la atenta mirada de Sergio Corbucci, quien coescribió el guion y se encargó de la realización, teniendo en esta ocasión como protagonista al forzudo Steve Reeves y desarrollando su historia en los años 52 y 53 antes de Cristo.
Dos años más tarde de esta, el cine italiano insistía en el género con "La venganza de Espartaco", sobre la que se puso al timón otro de los directores todoterreno de la época como Michele Lupo y para la que contó con una amplia nómina de conocidos actores italianos del momento y que solían aparecer en todos los títulos que se rodaban en aquel entonces.
En 1964 también llegó a las pantallas la coproducción entre España, Italia y Francia con el título "Espartaco y los diez gladiadores", que en algunos lugares se denominó con el título de "Los diez gladiadores invencibles".
En este caso el director fue Nick Nostro y contó con Gianni Di Benedetto personificando al personaje que hoy dedicamos nuestro tiempo.
Y ya por último en 1960 fue el cineasta británico Stanley Kubrick el que nos brindaría de dar un relato más fidedigno acerca del personaje que personificó Kirk Douglas.
La película, que se ha repuesto en diferentes ocasiones, ha contado con distintas duraciones, porque en algunos casos se le ha añadido metraje desconocido hasta aquel entonces.
La cinta la rodó Kubrick con un exiguo presupuesto de solo doce millones de dólares mientras que logró recaudar unos sesenta, de la época.
El largometraje ha sido seleccionada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos para su preservación en su registro.
Fue Dalton Trumbo quién se encargo de confeccionar la historia, una elección personal del propio Douglas y hay que apuntar que en principio el film iba a ser dirigido por el experto Anthony Mann, pero terminó mal con la estrella del film y fue cambiado por Kubrick, quien tampoco tuvo buenos recuerdos de su relación con Douglas.
Para el papel que desempeña la actriz Jean Simmons se barajaron otros nombres como los de Elsa Martinelli, Ingrid Bergman o Jeanne Moreau, pero todas ellas declinaron interpretarlo.
Hubo también cierta disputa porque el director quería rodar la película en Roma pero el presidente de los Estudios Universal quería hacer lo propio en Hollywood mientras que se tomó una decisión salomónica de rodar los exteriores en España mientras que los interiores se rodarían en Hollywood.
El rodaje del film prácticamente abarcó todo el año 59 y hay que apuntar que para la escena de la gran batalla se contrataron a nada menos que ocho mil soldados españoles para que hicieran de romanos.
Para todo ello se llegaron a construir diferentes torres desde donde poder filmar la secuencia, habiendo sido contratados para la filmación al completo un total de casi once mil extras.
Antes de ser estrenada la película la vieron algunos espectadores que criticaron la excesiva violencia que contenía por lo que los productores decidieron aligerar el film y eliminar parte de las escenas de la cruenta batalla.
El largometraje, una vez se estrenó, se constituyó como un gran éxito a nivel mundial, obteniendo además una gran cantidad de críticas positivas.