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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser la primera película de animación que compitió en la Sección oficial del Festival de cine de San Sebastián, llega ahora a las pantallas españolas 'El niño y la bestia' del galardonado maestro de la animación japonesa Mamoru Hosoda, considerado como el nuevo Hayao Miyazaki por la prensa especializada.
Cuando muere la madre, el padre abandona a Ren (posteriormente llamado Kyuta) que se convierte en un niño de 9 años, huérfano, solitario, y aunque le ponen unos tutores él se marcha a vivir en las calles del famoso distrito de Shibuya, en Tokio.
Un día cruza la frontera al otro mundo, como una Alicia cualquiera donde hay también un conejo sabio, y se encuentra con Kumatetsu, un brusco guerrero, una bestia perezosa, una criatura sobrenatural aislada en un mundo fantástico que ha estado buscando un aprendiz y entabla amistad con él, que se convierte en su amigo y guía espiritual.
Comienzan a entrenar juntos y poco a poco forman una unión como si fueran padre e hijo, en ese lugar lleno de fantásticas bestias y se convierte en su discípulo.
Este encuentro les llevará a vivir multitud de aventuras hasta que al cumplir 17 años comienza a buscar su lugar en su mundo.
Pero cuando una oscuridad profunda amenaza con sumir a los humanos y animales en el caos, el fuerte vínculo de esta nueva familia se pondrá a prueba de manera definitiva combinando su fuerza y su coraje.
Ambos tiene un carácter fuerte, discuten con frecuencia, son muy diferentes pero en el fondo se quieren, se respetan y se influirán entre sí.
Es una combinación de aventuras y acción de dos seres solitarios, marginados, que se acompañan y consuelan mutuamente. Al cabo del tiempo ya no sabe si cada uno es humano o es bestia. Es una fábula sobre el crecimiento, la educación y el aprendizaje hasta convertirse en un adolescente falto de afecto.
El film trata de las relaciones familiares, la soledad en la infancia, el abandono y la importancia de la enseñanza, que es el momento de inculcar los valores humanos.
Este sexto largometraje del director Mamoru Hosoda, primero suyo que vemos en nuestras pantallas, tiene escenas emotivas, como el reencuentro con el padre, la entrada en la historia de Kaede, una chica tierna, su maestra en el mundo de los humanos, que es fundamental en su devenir, cuando llegar a ser él.
En cambio otras son visuales brillantes, pero lo encontramos un tanto desequilibrado con algunos fragmentos que se hacen repetitivos con tantas escenas de artes marciales, que abusa de un exceso de efectos especiales que llegan a cansar, lo cual hace que se haga largo por su excesivo metraje.
Hay un claro homenaje a Moby Dick, de Herman Melville, con la lectura del libro por parte de Kaede y posteriormente la aparición de la ballena que se convierte en el monstruo a batir en los metros finales como lo era para el capitán Ahab.
Esta cinta se convirtió en uno de los éxitos del año en Japón con más de cuatro millones de espectadores siendo además la más taquillera de su director.
Premio de la Academia del cine japonés a la mejor película de animación.
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