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CRITICA
Por: PACO CASADO
Al igual que Marvel está sacando a pasear todos sus superhombres Universal pretende hacer lo propio con sus monstruos como marcan las tendencias del cine actual.
La famosa novela de Mary Shelley ha sido llevada al cine de mil maneras posible desde que era mudo hasta hoy, siendo algunas clásicas de la Universal o las inglesas de las Hammer las más interesantes, aunque también se tomó el tema a broma en la inolvidable 'El jovencito Frankenstein' (1974) de Mel Brooks.
En estos momentos que está a punto de cumplirse el doscientos aniversario del nacimiento o creación literaria del famoso monstruo, aún se debate el origen del apellido de Victor Frankenstein del que hay dos versiones posibles, de un inventor de igual apellido y otro que se deriva del nombre de una zona de Alemania.
En los ambiciosos planes del doctor para devolver a la vida a un cuerpo inerte a través de la ciencia, Igor será una parte esencial para cumplir el objetivo, como ayudarle a desenterrar cadáveres, asistirle en el quirófano o robar algunos miembros por la noche, aspectos que no aparecen en esta nueva versión, en la que Victor, llevado por su fanatismo, realiza unos experimentos que cruzan una frontera que no debería jamás, mientras que Igor trata de que recobre la cordura sobre sus macabras acciones.
Contada desde el punto de vista distorsionado del auxiliar de los experimentos, el film revive los sucesos que llevaron al genio de la medicina a jugar a ser Dios.
Igor Strausan, ayudante del radical científico es la única persona que podrá salvar a su maestro de su monstruosa creación.
Y en este caso la historia está vista a través de sus ojos, ofreciéndonos su propio ángulo, añadiendo unas nuevas dimensiones a los personajes.
Curiosamente Igor, que no aparecía en la novela de Mary Shelley ni en la mayoría de las cintas anteriores, salvo en 'El doctor Frankenstein' (1931), de James Whale con el nombre de Fritz y 'El jovencito Frankenstein' (1974), se convierte aquí en el principal protagonista de la historia.
El guion, aunque esté inspirado en la novela de Mary Shelley, creemos que poco o casi nada tiene de la misma, sólo la esencia y de forma muy superficial centrándose en la relación entre Victor e Igor, unos adelantados a su época, que mantienen casi una historia de amor, pero se salta elementos esenciales e introduce otros que no figuran en la novela, comenzando por el personaje de Igor, ni en otras versiones cinematográficas, como todas las escenas del circo, el experimento con el simio, el personaje de Lorelei, faltando en cambio la composición del monstruo, al que aquí llaman Prometeo.
Se intenta así otra nueva versión del mito muy diferente a las anteriores, tantas veces llevado a la pantalla, siendo en este caso Igor el coprotagonista con el doctor Frankenstein, que es lo más interesante, la relación entre ambos y la ambición fantástica de este último, aunque pierde el romanticismo de la novela.
Tiene un buen arranque, con una extraordinaria ambientación en la época victoriana, situada en la reconstrucción del Londres de 1860, bien de ritmo aunque acaba en un auténtico disparate desaprovechado por la dirección además, con el monstruo recreado de manera grotesca.
Estupenda la interpretación que hace de Frankenstein, ambicioso en su locura, James McAvoy. Bien Charles Dance en su corta aparición y desastroso Daniel Radcliffe con esa constante cara de pena al que no le va para nada el papel.
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