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CRITICA
Por: PACO CASADO
Al igual que ocurre con los países europeos, que se asocian para producir películas para abaratar los costes y facilitar la distribución entre las cinematografías que intervienen, los iberoamericanos, que a veces recurren a los europeos, también lo hacen entre sí, aunque no con tanta frecuencia, como es el caso que comentamos entre Venezuela y México.
Armando, un hombre de mediana edad propietario de un negocio de prótesis dental en la convulsionada ciudad de Caracas, está distanciado de su padre de edad avanzada, al que tiene la costumbre de observar en ocasiones desde la distancia.
Sabe dónde vive, qué lugares y compañías frecuenta; algo en el pasado les ha desunido, aunque no llegamos a saber los motivos de por qué lo odia y desea verlo muerto.
Un día encuentra en la calle, en una parada de autobús, a Elder, un joven de 18 años, líder de una pequeña banda de delincuentes juveniles, al que paga una fuerte cantidad para que le acompañe a su casa y se deje observar desnudo, no quiere tocarle, es simplemente un voyeur.
Aunque en un siguiente encuentro Elder termina golpeándole llevado por su homofobia y robándole, sin embargo vuelve a su lado, hasta encontrar en Armando el cariño paternofilial que nunca tuvo. De este encuentro nacerá una relación que los cambiará en sus comportamientos.
Alfredo tiene una vida interior que el espectador desconoce como otros muchos aspectos de este personaje, por ejemplo la relación con la hermana o en ese momento en el que ella acaba de adoptar un bebé, ni cuales son sus sentimientos, a pesar de que parece tener una vida ordenada, metódica, pero tal vez no lo sea tanto como aparenta.
Hay situaciones que no son demasiado creíbles, otras que no son explicadas, decisiones que no acaban de encajar con el transcurrir precedente de la historia con la que toma al final, tal vez porque tiene miedo al afecto.
La ambigüedad es algo que está muy presente en el cine de hoy y no siempre es usada de forma adecuada, ni convincente, como ocurre aquí en algunos momentos de la trama, en esta polémica historia de amor homosexual, en la que también está presente la homofobia y el tema de la paternidad.
Tanto Alfredo como Elder representan dos clases sociales muy diferente, el primero tiene una situación acomodada, el segundo se busca la vida con pequeños hurtos, con una relación familiar complicada cuyo padre está muerto, en una Venezuela dividida de ricos y pobres.
Tiene el film dos pilares importantes en los que se basa, por un lado un joven Luis Silva, que no es profesional pero hace un buen trabajo, y por otra parte el veterano actor chileno Alfredo Castro que cuando él aparece la escena crece, aunque su actuación sea tan sobria que apenas pronuncia palabras, es más de gestos y de miradas que de diálogos, con una fotografía un poco gris, algo triste, como sus personajes.
Fría ópera prima del guionista y director venezolano Lorenzo Vigas que sugiere más que muestra, que tiene una interesante propuesta pero no acaba de resultar redonda esta historia apenas esbozada en la que determinados giros hacen perder el hilo, en un relato edípico que mezcla el onanismo, la homofobia, el deseo homosexual, el odio hacia el padre, la sed de venganza y la violencia entre otros temas.
Premio Coral ópera prima en el Festival de La Habana. Premio mejor guion en el Festival de Miami. Mejor actor Alfredo Castro y guion en el Festival de Tesalónica. León de oro a la mejor película en la Mostra de cine de Venecia 2015.
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