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CRITICA
Por: PACO CASADO
Afortunadamente el cine americano no se ha olvidado del todo que además de la comedia gamberra existe otra que todavía practican algunos como Woody Allen, o las que realizan directores indie que suelen triunfar en algunos festivales.
La que comentamos está dirigida por Rebecca Miller, hija del famoso escritor Arthur Miller y mujer del actor Daniel Day Lewis. Escritora, pintora, actriz y directora de cuatro películas 'Ángela' (1995), 'Intimidades' (2002), 'La balada de Jack Rose' (2005) y 'La vida privada de Pippa Lee' (2009), que hace con este nuevo título el quinto de su filmografía tras las cámaras, todas con complejos personajes.
El film no se parece ni a las obras de su padre, ni a las de su marido, sino más bien a las de Woody Allen, pero bienvenidos los imitadores porque de ellos serán nuestros defectos.
Habla de la historia de Maggie, una joven treintañera, soltera, una profesora decidida, que trabaja en la New School, que está preparada para ser madre, pero quiere hacerlo por inseminación artificial, ya que sus amantes le duran poco, y para ello tiene un donante, Guy, un chico conocido desde la universidad.
Con la muestra de esperma en la manos, en su camino se cruza John Harding, un antropólogo fictocrítico que quiere escribir una novela, que está casado con Georgette Norgaard, una brillante académica danesa, que antepone su carrera a la familia, que prácticamente lo tiene anulado porque ella es tan buena, tan famosa y tan prestigiosa, que él casi no existe, por lo que se siente insatisfecho y atraviesa una crisis matrimonial.
John desde el primer momento se enamora locamente de Maggie y se le declara, es neurótico, egoísta y tiene ínfulas de escritor.
El relato da un salto de tres años y encontramos a John y Maggie casados, con una hija, Lili, y los dos hijos de John, Justine y Paul, pero el matrimonio resulta que no es lo que ella esperaba.
Cuando Maggie conoce a Georgette la cinta se convierte en la pescadilla que se muerde la cola, ella quiere regresar a su plan inicial y devolver a John a Georgette.
Maggie está obsesionada con controlar a los demás pero le va mejor cuando se deja llevar.
Es una película que podía haberse contado en tono dramático sobre la frustración de la pareja, la infelicidad, las ganas de ser madre, pero opta por ser una comedia sin estridencias, lo cual es de agradecer que no se convirtiera en algo desmadrado.
Transcurre en la ciudad de Nueva York, con personajes intelectuales y utiliza el humor pero no acaba de decidirse por el cine de autor o la comedia sarcástica, por lo que no termina de funcionar.
Podía ser un film de Woody Allen pero le falta su originalidad, su ritmo y su ingenio, sobre todo en los diálogos llenos de ínfulas pseudointelectuales sin término medio que le quitan naturalidad.
Son unos personajes perdidos, que no saben qué hacer con sus vidas, que se equivocan, lo que hace que el espectador no se identifique con ellos.
Es interesante la relación de las dos familias y la que se establece entre las dos mujeres que quieren al mismo hombre, que se deja manejar, siendo incapaz de tomar decisiones frente a la madurez que demuestran tener ellas, rompiendo los tabúes de los triángulos amorosos.
Julianne Moore está estupenda, como de costumbre, aunque en este caso tenga un papel secundario y no sea el mejor de su carrera, junto a Ethan Hawks y Greta Gerwig cuyas interpretaciones nos suenan a ya vistas.
Ganó el Premio Founders en el Festival de Traverse City 2016.
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