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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con el título de este juego existe un abundante número de películas, unas tratadas en serio y otras en broma con pandillas juveniles que juegan con el dichoso tablero con el que comienzan a ocurrir cosas extrañas, cuando no muertes horrorosas, como es propio de estas producciones de terror.
La que comentamos en esta ocasión es una precuela de 'Ouija' (2014), de Stiles White, en la que se hacía referencia a los acontecimientos sucedidos que aquí se narran en torno a Alice y su hija Doris. Costó cinco millones y los multiplicó por diez.
Con aquella se trató hacer una franquicia que realmente dio los resultados apetecidos en la taquilla y por ello he aquí que se vuelve a retomar la historia yendo esta vez a los orígenes, ya que estos temas atraen a un gran espectro de espectadores y vale la pena intentarlo de nuevo.
El guion del director Mike Flanagan y Jeff Howard, procura que la historia resulte lo más comercial posible, ofreciendo un drama familiar en el que sus protagonistas intentan reponerse a una terrible pérdida y buenas dosis de miedo, con una primera mitad en la que no hay nada de sobrenatural en el devenir de los acontecimientos ni que se produzcan estridencias en su desarrollo cargando todo el horror en los metros finales en los que se descubren algunas cosas del pasado, los secretos que encierra la vieja casa, pero sobre todo es donde se carga todo el gore y el terror del film que es lo peor del mismo en el que muchas de las cosas que pasan no tienen una explicación cuando menos razonable, como suele ocurrir en este género en el que se va más al impacto en el espectador que otra cosa, con tal de sobresaltarlo y que resulte lo más comercial posible.
A pesar de que haya por medio un sacerdote, que también tiene su trauma, no se recurre a ningún exorcismo, aunque en algún momento se insinúa poder someter a Doris a una de estas prácticas al estar poseída por un espíritu maligno.
La acción se desarrolla en Los Angeles en 1967, un año y medio después de la muerte del marido de Alice Zander, que intenta reponerse de tan sensible pérdida.
Para ganar algo de dinero se dedica a ofrecer sesiones de espiritismo, habilidad que le viene de su madre, y que es de lo que vive. Tiene dos hijas, Paulina "Lina" de 15 años y la pequeña Doris que tiene 9.
Un día compra una Ouija para mejorar su negocio y Doris consigue contactar con su padre fallecido que le indica en qué lugar de la casa hay dinero para evitar que las desahucien.
Pero Doris comienza a comportarse de manera extraña y el Padre Tom, director del colegio católico al que van las niñas, decide investigar lo que sucede.
Mike Flanagan, una promesa en el género, mejora la calidad de la realización de la cinta precedente, ya que es todo un especialista en el terror como ya lo demostró con 'Oculus, el espejo del mal' (2013), aunque tampoco es que fuera una maravilla, consiguiendo así derribar el dicho de "nunca segundas partes fueron buenas" ya que ésta es mejor.
El trío femenino de actrices está bien encajado en sus respectivos papeles y cumple con su cometido.
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