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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras un film intimista como 'Pequeño círculo de amigos' (1980), Rob Cohen se especializa en el cine de acción y aventuras con 'Dragón: la vida de Bruce Lee' (1993), 'Dragonheart: Corazón de dragón' (1996), 'Daylight: Pánico en el túnel' (1996), 'The Sculls. Sociedad secreta' (2000) y 'A todo gas (The fast and the furious)' (2001), cinta esta última en la que tuvo como actor a Vin Diesel, que fue un éxito comercial, y al que convierte ahora en una especie de agente secreto, que es la otra cara de James Bond, que desprecia la elegancia de los buenos modales mostrándose rudo y expeditivo en sus acciones.
Xander Cage, apodado XXX porque tiene la inicial de su nombre marcada por triplicado en su nuca, es un deportista que vive de vender sus videos de arriesgadas acciones que producen una subida de la adrenalina a los espectadores.
Reclutado por una agencia secreta norteamericana, es rápidamente convertido en espía y mandado a Praga para luchar contra una organización terrorista secreta, Anarchy 99, dirigida por un ex-comandante del ejército ruso que quiere hacerse con el mando del mundo o destruirlo.
El guion apenas tiene una mínima línea argumental y una nula intriga, donde todo es convencional, una simple percha donde colgar una serie de escenas espectaculares, como arrojarse desde un puente en un coche robado, o correr delante de un alud de nieve, escalar una difícil montaña, asaltar castillos o patinar sobre una bandeja como si practicara el skateboard, amén de luchas, explosiones múltiples, carreras espectaculares en moto mientras dispara desde el aire con toda clase de artilugios y mil peripecias más que no dan respiro a la acción y al entretenimiento que es lo que se pretendía, con una música atronadora, una excelente fotografía del australiano Dean Semler y una realización no exenta de espectacularidad.
La cinta ha resultado una de las más rentables del verano y ya se prepara su continuación.
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