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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la programación de la cartelera no hay una semana en la que no se estrene una película de animación, cuando no son dos, ya que al parecer es un producto seguro, generalmente, y ya no son sólo las producciones americanas de Pixar y compañía, sino que se importan también productos de otras nacionalidades con tal de que pertenezcan a este capítulo, para así mantener que la grey infantil disponga siempre de algo que ver.
En este caso se trata de una ambiciosa co-producción de 32 millones de dólares de presupuesto entre Canadá y Francia ambientada en la Bretaña de 1884, en la que Felicia, una niña con gran determinación que, tras perder a sus padres, vive en un orfanato en su pueblo natal.
Su pasión es la danza y sueña con convertirse en una gran bailarina profesional. Para conseguirlo se escapa de la institución que la tiene acogida con la ayuda de su amigo Víctor, un chico que quiere ser inventor, y se van de viaje hasta París.
Como no dispone de recursos decide suplantar a otra chica, una estudiante adinerada, para poder conseguir entrar como alumna en la elitista escuela de ballet de la Gran Opera House y así luchar por tener la vida que siempre había soñado y deseado.
Juntos compartirán muchas y divertidas aventuras en la mágica ciudad de la luz en la que en esos momentos se construye la Estatua de la libertad y la Torre Eiffel.
La dura disciplina y la mezquindad de sus compañeras hacen que su vida sea difícil, pero en el imaginativo Víctor, encuentra a su alma gemela.
Es un ilusionante cuento infantil que entusiasmará a las niñas que se verán reflejadas en el sueño de Felicia de ser bailarina de danza clásica.
Pero en la película hay algo más que ballet, una buena recreación del París del siglo XIX, una historia de superación y de sueños, aventuras, persecuciones, mucha acción, situaciones cómicas y momentos emotivos a cargo de Odette, la mujer que la acoge y que se convierte en su profesora que le hará tener disciplina a la hora de los ensayos y le enseñará a no desfallecer ante las dificultades a superar, en contraste con el personaje malvado que recuerda a la madrastra de Cenicienta.
El film tiene un look brillante y luminoso, con interesantes movimientos de cámara que resaltan no sólo los escenarios sino también los breves momentos de ballet que hay en la trama.
Está conducido por dos directores, Eric Summer que debuta en el largometraje de animación tras haber hecho algunas series de televisión, mientras que Éric Warin, sí tiene experiencia en este género tras haber intervenido en 'Bienvenidos a Belleville' (2003), repartiéndose ambos la tarea de la realización de esta bonita cinta para toda la familia, bien realizada, con mucho ritmo y cuyas virtudes seguro que encantan a los niños, además de tener una buena factura técnica y una estructura de cuento con unos sueños difícilmente realizables y bellas escenas de baile.
Tiene todas las características para una película de esta clase, muy agradable de ver, moralmente positiva de cómo con el trabajo y el esfuerzo se consigue llegar a la cima cuando se tiene una ilusión.
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