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CRITICA
Por: PACO CASADO
Antes de comenzar esta crítica hemos de hacer una confesión: no nos gustan las películas de zombis, ya que la mayoría son una solemne estupidez desde la absurda base de que un muerto no puede vivir.
Como siempre hay excepción a la regla y esa no es otra que 'La noche de los muertos vivientes' (1968), de George A. Romero, de donde parte esta especie de subgénero que tanto gusta a la juventud de hoy día.
Esta es una más de zombis en la que se nos presenta la historia de Hideo Suzuki, un mediocre aspirante a dibujante de mangas que ve cómo a su alrededor todo se desmorona sin que entienda mucho lo que está pasando y que, como suele ser habitual, es el clásico virus al que llaman ZQN que infecta a la población, matándola a medias, transmitido mediante una mordedura.
Tekko, su novia, un día enfadada porque no logra su objetivo y no tienen para pagar el alquiler, lo echa de casa y al volver, ella se abalanza sobre él, convertida en una zombi caníbal que pretende acabar con su vida.
Debido a ello se verá obligado a huir de la ciudad llevando consigo a Hiromi una joven estudiante que acaba de conocer.
Ambos huyen y tras esquivar a innumerables zombis en su carrera y a través de un bosque, se proponen llegar al monte Fuji donde dicen que se cura el mal y en el Food Court, un centro comercial, encuentran refugio en una colonia que se defiende de ellos.
Con ello no pretendemos hacer ningún spoiler ya que todo el film es más de lo mismo, una lucha constante en defensa de su integridad enfrentados a los zombis que abundan en cantidad.
Por lo que se ve no sólo en el cine americano se producen cintas de este subgénero sino que también en el Japón deben gustar, aunque sea un churro como la presente que resulta intragable si no se toma con un poco de humor.
El guion, basado en el manga de Kengo Hanazawa publicado en 2009, no ofrece nada interesante, ni novedoso en este sentido, aunque comience de forma un poco distinta, realizado con cierto interés, pero a los pocos minutos ya está enfrascado en lo de siempre y por supuesto la media hora final es un constante tiro al plato con las cabezas de estos monstruos andantes que llega a ser de un cansino que asusta, resultando una novedad el zombi atleta.
Dos horas largas de metraje es mucho tiempo para estar siempre viendo lo mismo y eso creemos que debe cansar al espectador por muy fan que se sea de las producciones de esta clase, con un final más que previsible.
No cabe duda de que el creador de los efectos especiales y el de maquillaje habrán tenido trabajo y meritorio en su labor con tantas cabeza explotadas.
El director Shinsuke Sato no es ningún novato en la realización de largometrajes que suma ya casi una veintena en su haber además de varias series de televisión y al parecer se ha especializado en llevar mangas a la gran pantalla lo que parece que domina a la vista del ejemplar que acabamos de ver.
Premio Golden Rave en Bruselas. Premio del público y del jurado en Fantasporto. Premio del público y a los efectos especiales en el Festival de Sitges. Premio del público en el Festival SXSW.
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