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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser estrenada mundialmente en el Festival de Montreal y pasar por más de una veintena de festivales, donde obtuvo diversos premios, ya podemos ver en las pantallas comerciales esta producción española diferente a lo que estamos habituados en nuestra cinematografía nacional, que es una fábula sobre la codicia.
Anselmo García es un hombre honrado, de mediana edad, 55 años, que vive solo de forma sencilla y apacible junto a su perro Pillo y a su gran rebaño de ovejas, a las que pastorea a diario, en un pueblo del interior de España, en una casa en medio del campo, en un ambiente bucólico; no tiene luz eléctrica, ni agua corriente, ni televisión, ni teléfono, pero vive feliz; va de vez en cuando a tomarse un vino a la taberna del pueblo o a cambiar libros en la biblioteca, hasta que un día le llegan los promotores de una constructora que se interesan por sus tierras, que quieren comprárselas para construir un centro comercial, un polideportivo y una urbanización, pero él se niega a vender.
Los terrenos colindantes al suyo son de Julián y de Paco, ambos ansiosos de tener dinero, que están dispuestos a ceder cada uno los suyos, movidos por intereses particulares muy distintos.
Ante la negativa de Anselmo ellos y la constructora le asedian y casi le obligan poniendo por delante el bien de la comunidad, llegando a utilizar métodos coactivos violentos, pero él sigue en sus trece.
Su cotidiana vida tranquila se verá así interrumpida por estos especuladores inmobiliarios que tratan de quitarle la libertad de vivir como quiera.
Lo que en un principio es una propuesta por la venta de unos terrenos entre el humilde pastor, la constructora y los dueños de las parcelas cercanas, terminará en una tensa situación destinada a terminar mal, avocada a un violento final, al estar agobiados por las deudas o presionados por los bancos.
La película, con un ritmo pausado y un carácter casi documental, reivindica la vida en la que los silencios a veces dicen más que las palabras, en una especie de metáfora de lo que es la codicia en el mundo moderno de la especulación en la venta de terrenos como vemos a diario en las páginas de la prensa o los medios de comunicación, y la corrupción que hay con las recalificaciones para luego pegar el consabido pelotazo.
El film refleja los conflictos que se generan en el mundo rural con el enfrentamiento entre los vecinos por un quítame allá esas tierras, que en muchas ocasiones llegan a las manos y a terminar de forma violenta, cuando no trágicas, como hay muchos ejemplos a lo largo de la historia, de luchas enconadas eternamente entre familias por hechos similares del pasado.
Un pequeño gran drama capaz de provocar a la vez un reflexivo dibujo sobre la naturaleza humana y la voracidad del capitalismo que vivimos en estos momentos.
'El pastor' (2016) es el tercer largometraje, de Jonathan Cenzual Burley, los anteriores fueron 'El alma de las moscas' (2011) y 'El año y la viña' (2013), que por lo que denotan sus títulos andan en la misma línea de inquietud rural que por cuestiones de distribución no se pudieron ver por estos lares.
Ésta es una cinta independiente, del joven cineasta salmantino, con una dirección que funciona bien, que interesa por su factura cinematográfica, hecha con un bajo presupuesto, con actores semiprofesionales o amateurs, rodada en los alrededores de su tierra de nacimiento, en plena meseta castellana, contada con ritmo pausado, dando importancia a los silencios y el ambiente rural de los pueblos dormitorio en la que este hombre se ve enfrentado a la avaricia de sus vecinos corrompidos por las promesas de riqueza.
Habla del egoísmo, de la avaricia, de la crisis, la especulación, pero también en el otro platillo de la balanza hay que poner el amor por la naturaleza.
El director sabe manejar los pocos recursos que tiene en sus manos sacando buen producto de la belleza del paisaje con una fotografía muy cuidada, con un buen trabajo de Miguel Martín con una gran dignidad, y usando adecuadamente la música hasta lograr una película que se ve con sumo agrado dada la calidad de su realización tan sencilla como interesante, resultando un film más que aceptable.
Premio del jurado a la mejor cinta, director y actor (Miguel Martín) en el Festival Raindance en Londres en 2016. Mejor actor en el Festival de Bruselas. Mejor película en el Festival de cine español de Ajaccio.
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