|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay que agradecer a esta película que no sea un capítulo más de las franquicias de acción en las que se invierten muchos millones para hacerlas cada vez más espectaculares como es frecuente hoy día, sino que aporte algo original en el argumento que se desarrolla en esta ocasión con un discreto presupuesto, pero tiene todo lo necesario propio del género.
Acción, comedia, musical y romance hay en este film que ha pisado fuerte el acelerador, nunca mejor dicho, en la taquilla americana con la historia de Baby, un joven y experto conductor, cuya mayor virtud es su habilidad en las persecuciones, que nos recuerda al Steve McQueen de 'Bullitt' (1968) o más recientemente al Ryan Gosling de 'Drive' (2011).
Se hace aquí un homenaje a las grandes persecuciones de la historia del cine en el que la música es un personaje más y el hilo conductor de esta trepidante historia contada al ritmo de las canciones y la velocidad.
Baby trabaja a las órdenes de Doc, un mafioso local con el que tiene una fuerte deuda, participando en los atracos que planea para saldarla, viéndose así inmerso en los peligros del mundo de la delincuencia.
Su misión consiste en ayudar a escapar a los asaltantes de bancos de la banda de maleantes después de los atracos, acompañado por el ritmo de las canciones que oye constantemente a través de los cascos de los varios reproductores que lleva siempre en sus bolsillos.
Inteligente, con cara de niño bueno y gesto impertérrito, el chico tiene que rendir cuentas a su jefe para quien trabaja. Sin embargo, cuando conoce a Débora, una joven y guapa camarera que se cruza en su camino, que se convierte en la chica de sus sueños de la que se enamora, se piensa la vida de otra manera y verá la oportunidad perfecta para abandonar la senda del delito.
Es una cinta muy entretenida, adrenalítica y espectacular, en la que destaca el retrato del protagonista, un chico callado que parece ausente, que va siempre con unas gafas de sol y escuchando música con sus auriculares, debido a los acúfenos que sufre, una enfermedad que le produce pitidos en los oídos, ocasionada en un accidente que sufrió cuando era pequeño.
Los fans de la música se lo pueden pasar de maravilla, pero la verdad es que, a nuestro entender se abusa de tantas canciones.
Es un homenaje al cine de los años 80 a través de la música, se reivindica el uso de los vinilos y los casetes, que en muchos momentos condiciona el argumento de esta historia que parece que está confeccionada tras haberse elegido las canciones hasta el punto que diríamos que es un thriller con pocas palabras, atracos, arriesgadas persecuciones en coches, disparos y muchas canciones a un ritmo frenético.
Es llevar la técnica del videoclic al largometraje de acción en el que las imágenes se acoplan al son que marcan las canciones.
Esta nueva propuesta del director británico Edgar Wright, que ya nos ofreció 'Zombies Party' (2004), 'Arma fatal' (2007), o 'Bienvenidos al fin del mundo' (2013), tres parodias divertidas, entre otras que pasaron más o menos desapercibidas, que siempre dan más de lo que aparentan y en ésta ocurre lo mismo y es más entretenida que muchas de sus comedias.
Esta vez es una de atracos y tiros, más realista, aunque tenga también unas gotas de humor.
Destaca la precisión en el montaje y la selección musical de las canciones que van desde los años 70 hasta ahora con algunos clásicos y otras no tan conocidas, tratándose de uno de los elementos más influyentes, por lo que podríamos decir que se trata de un musical de acción con una historia de criminales, contada al ritmo que estas marcan.
Y junto a ello la actuación del siempre notable Kevin Spacey, Jamie Foxx y el joven Ansel Elgort como Baby.
Las espectaculares escenas prácticamente las monta conforme las va rodando lo que le da una gran perfección, sobre todo en las complicadas persecuciones, lo que resulta interesante en la forma de narrar la adrenalítica trama que hace disfrutar al espectador.
Premio del público en el festival SXSW.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
AUDIOS