Título: |
CAZADORES DE DRAGONES |
Título original: |
CHASSEURS DE DRAGONS |
Nacionalidad: |
FRANCIA, ALEMANIA, LUXENBURGO de 2008 |
Dirección: | GUILLAUME IVERNEL y ARTHUR QWAK |
Guión: | FRÉDÉRIC LENOIR y ARTHUR QWAK |
Fotografía: |
En Color |
Música: |
KLAUS BADELT |
Interpretes: |
ANIMACIÓN |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 7 AÑOS |
Duración: |
79 MINUTOS |
Por PACO CASADO
El que los distribuidores importen cada vez más películas de animación para los pequeños espectadores hace que no sólo veamos las de las grandes productoras americanas, sino también las del continente europeo donde se está haciendo cada vez mejor animación, ya sea en el dibujo tradicional o en digital.
Esta vez nos enfrentamos a una coproducción, mayoritariamente entre Francia y Alemania, llevada a cabo por dos directores novatos que para su debut en el género no han echado mano de un argumento original, sino que se han limitado a adaptar a la gran pantalla una serie de televisión realizada en 2006, hecha con los pinceles tradicionales de los dibujos de siempre, pero ellos la han hecho en digital en 2D.
La historia que cuenta es simple. Zoe, una niña demasiado habladora, que vive en una gran fortaleza con su poderoso tío, el lord ciego Arnold, que quiere mandarla al convento de las monjas desdentadas, sueña con los libros de caballería y para ella sus héroes son los caballeros andantes, con los que le gustaría poder vivir algún día una aventura. La ocasión de ver realizado su sueño se le presenta cuando conoce a Gwizdo y Lian-Chu, dos guerreros que cobran por sus servicios, porque desean tener una granja. Zoe ve en ellos a los caballeros que su tío espera para mandarlos a combatir al mayor de los dragones, Zampamundo.
El guión ha debido simplificar demasiado la serie dejando la aventura sin profundidad, en la que lo que destaca son las virtudes de la camaradería de los personajes, el valor de la amistad, la ayuda a los demás, el ser generoso y no ambicioso.
Lo que más destaca de este film es el dinamismo de algunas escenas y sobre todo en la parte visual, el dibujo original de los personajes y especialmente el fantástico diseño de ese universo surrealista de islas flotantes, carente de lógica, de un mundo en decadencia inmerso en el miedo, que se derrumba, como las almenas que se caen al igual que las hojas en otoño.
En este aspecto le han sacado gran provecho al tal vez corto presupuesto, aunque los personajes resulten a veces simples caricaturas y recuerden a Don Quijote y Sancho, con un Gwizdo materialista que piensa en el dinero y un Lian-Chu más altruista.
Una cinta destinada a los niños por su simpleza, pero que pueden disfrutar los mayores por el diseño de su espléndido aspecto técnico y la brillante y espectacular música de Klaus Badelt.