Título: |
EL CORREDOR NOCTURNO |
Título original: |
EL CORREDOR NOCTURNO |
Nacionalidad: |
ESPAÑA, ARGENTINA de 2008 |
Dirección: | GERARDO HERRERO |
Guión: | NICOLÁS SAAD. Basado en la novela de HUGO BUREL |
Fotografía: |
ALFREDO MAYO |
Música: |
LUCIO GODOY |
Interpretes: |
LEONARDO SBARAGLIA, MIGUEL ANGEL SOLÁ, ERICA RIVAS, MARTA LUBOS y MAGELA ZANOTTA |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 12 AÑOS |
Duración: |
98 MINUTOS |
Por PACO CASADO
Hace unos años en España había varios productores que eran conocidos cuyas películas llevaban su marca, su sello, pero últimamente quedan pocos y Gerardo Herrero, uno de los más interesantes, se metió a dirigir siendo mejor productor, con films como Martin Hache, El hijo de la novia o El secreto de sus ojos, la reciente ganadora del Oscar, que director.
Herrero, que lleva más de veinte años en ello, comenzó así y al pasar a ejercer de director eligió un thriller con un guión original y después se dedicó a adaptar obras literarias.
En esta ocasión trata de conjugar ambas tendencias, por una parte el thriller y por otra la adaptación de la novela del autor uruguayo Hugo Burel, editada en 2005, que es de ese género.
Eduardo López es un ejecutivo que un día, procedente de Italia rumbo a Buenos Aires, conoce en el aeropuerto de Madrid a Raimundo Conti, quien a partir de ese momento le va a acosar permanentemente durante el resto de su vida.
Eduardo terminará agobiado no sólo por el estrés de su labor sino por la persecución de Conti, las exigencias de su empresa para que reduzca plantilla ante la crisis, dejando así desatendida a su familia, ya que la única forma de quitarse la ansiedad provocada por el trabajo es ir a correr cada noche.
El guión, que se estanca en algunos momentos, acoge el aspecto social y laboral, el psicológico, la angustia, el poder, el deseo por mejorar en la vida, pero también la moral, la decencia, la honradez de no querer perjudicar a los demás en una sociedad cada vez más deshumanizada, que se mueve únicamente por el dinero.
El problema de la cinta reside en Gerardo Herrero que, como director, no quiere encasillarse pero hace una puesta en escena, totalmente plana, sin emoción, falta de ritmo, en la que se reiteran las situaciones de los encuentros entre Eduardo y Raimundo sin que de ello surja nunca una chispa de suspense.
Dentro de esta historia, que habla de la ambición y la falta de escrúpulos, que critica las reestructuraciones brutales de las grandes empresas, lo mejor es el trabajo de Miguel Ángel Solá en el papel del oscuro Conti, un ser enigmático, mefistofélico, sin conciencia, con todos los vicios, que tienta constantemente a un blando Eduardo que busca el ideal moderno de la felicidad sin encontrarla, absorbido por la esclavitud de su trabajo.
Una película contagiada de la propia rutina del protagonista que lo más que logra es entretener a un espectador poco exigente ávido de que se le de una solución final satisfactoria que no acaba de llegar.