Título: |
LA CUARTA FASE |
Título original: |
THE FOURTH KIND |
Nacionalidad: |
EE.UU. de 2009 |
Dirección: | OLATUNDE OSUNSANMI |
Guión: | OLATUNDE OSUNSANMI |
Fotografía: |
LORENZO SENATORE |
Música: |
ATLI ORVARSSON |
Interpretes: |
MILLA JOVOVICH, ELIAS KOTEAS, WILL PATTON, COREY JOHNSON, ENZO CILENTI, ERIC LOREN y DAPHNE ALEXANDER |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS |
Duración: |
99 MINUTOS |
Por PACO CASADO
La simulación de encontrar filmaciones perdidas sobre hechos terribles, caso de 'El proyecto de la bruja de Blair' (1998), de Daniel Myrich y Eduardo Sánchez, o de sucesos paranormales en la más reciente 'Paranormal activity' (2007), de Oren Peli, son trucos ya gastados, pero al parecer siguen captando a espectadores incautos que pican y creen en lo que están viendo, aunque algunos acuden más por eso, porque gustan de las películas de terror y sienten placer en pasar miedo en una sala de cine.
Aquí, una vez más, el argumento se basa en el descubrimiento de unas cintas de vídeo, grabadas por la doctora Abbey Tyler en su consulta acerca de las vivencias de unos pretendidos enfermos auténticos que en sus sueños ven una lechuza blanca y que posteriormente se transforma en algo alucinante y terrorífico, que termina siendo, al parecer, abducciones extraterrestres, lo que se llama la cuarta fase. Esos hechos causaron unos graves sucesos en un supuesto pueblo de Alaska.
Esas grabaciones en video, en color sepia, de los presuntos sucesos reales, se nos van ofreciendo, a través de la pantalla partida la mayoría del tiempo, junto a la reproducción de los hechos con actores, éstos filmados en celuloide y en color.
El engaño es doble, ya que tales grabaciones no existen, que fueron hechas para el caso, y la reproducción con actores es igualmente ficticia, aunque sean un calco exacto de las primeras.
El guión, que lleva en paralelo las dos acciones, a lo más que llega es a confundir al espectador con esos supuestos sucesos paranormales o extraterrestres.
La realización del debutante Olatunde Osunsanmi es ciertamente monótona, con la división de la pantalla, con estética de telefilm de sobremesa sin el menor interés, ya que ni el falso documental atrapa al público ni la dramatización del mismo, y además no produce terror sino tedio.
En este caso Milla Jovovich no hace uso de su belleza sino de su vena dramática.