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CRITICA
Por: PACO CASADO
Abraham Bursztein es un viejo sastre, algo terco y testarudo, un judío de origen polaco de 88 años, residente en Buenos Aires (Argentina) desde 1945, que decide volver a su país, Polonia, emprendiendo un viaje de redención personal y reconciliación para reencontrarse con Piotrek, el amigo que le salvó de una muerte segura al final de la Segunda Guerra Mundial de manos de los nazis, con el que quiere ser agradecido.
Contra todo pronóstico y después de más de siete décadas sin tener contacto con él, intentará encontrar a su viejo amigo y cumplir su promesa de volverle a hallar y contarle la vida que vivió gracias a él y al que le lleva en agradecimiento el último traje que ha confeccionado, al tiempo que intenta no sufrir más allá de todo lo que padeció en aquellos días.
En su viaje en avión hace escala en la capital de España donde conoce a María González, la dueña de una pensión, en la que le roban el dinero que llevaba y acude a Claudia, su hija más pequeña, que es su favorita, que vive en Madrid desde hace diez años, para que le ayude.
No quiere pisar suelo alemán para llegar a Varsovia, por los malos recuerdos que esa tierra le trae, ya que está lleno de prejuicios, porque piensa que todos los alemanes siguen siendo nazis, y en el pasado le dejaron una marca imborrable en su alma.
Una positiva película dramática que no desprecia la comicidad en la que Abraham tiene esa promesa por cumplir, y lo hace en el momento en que siente que para su familia ya es un estorbo, sus hijas quieren meterlo en un geriátrico, emprendiendo así un emotivo viaje lleno de un humor punzante.
El guion de este film costumbrista sobre la dignidad humana, está basado en la historia de Juan, el abuelo del director, judío polaco, y en un relato que oyó en una cafetería, que le inspiró para contar esta tragicomedia que como él vivieron muchos otros.
La historia narra la desesperación de este ser humano por vivir hasta el último momento de su vida perdonando, reconstruyendo el puzzle de su existencia hasta conseguir el objetivo final que se había propuesto, en esta especie de road movie humanista y vital en la que ha de recorrer varios países hasta llegar a su destino.
Cinta emotiva, amarga, sensible, que elogia la fuerza de una amistad inquebrantable, a pesar del paso del tiempo, la distancia y el agradecimiento, contada con cierto humor a pesar del drama del protagonista, un personaje nada fácil que hace estupendamente Miguel Ángel Solá en el papel de Abraham, rodeado de un buen plantel de actores, entre ellos Ángela Molina.
El guionista de 'Historias mínimas' (2002), 'Un novio para mi mujer' (2008) o 'Me casé con un boludo' (2016), Pablo Solarz, se pasó a la dirección con la simpática comedia romántica 'Juntos para siempre' (2010) y ahora con 'El último traje' (2017) realiza su segundo largometraje en el que hace una correcta y sobria puesta en escena, sin alardes, lenta como corresponde al caminar de su viejo protagonista rodeado por unos buenos actores que justifican el ver esta agradable película.
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