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CRITICA
Por: PACO CASADO
El vigués Juan Pinzás es uno de los directores españoles con más moral que el Alcoyano, que insiste una y otra vez en hacer cine cuando en realidad no tienen ningún interés sus películas pero él persiste una y otra vez en estar en la pomada.
Desde que comenzó con 'La gran comedia' (1988), el título no puede ser más pretencioso para los resultados obtenidos, no ha dado ni una sola vez en el clavo y llega ahora con su octavo largometraje 'El vientre de Europa' (2017), que no acabamos de saber qué quiere significar con ese nombre, con el que regresa cuatro años después de su anterior título 'New York Shadows' (2013).
En esta ocasión pretende hacer una inclasificable propuesta de cine de autor con esta historia en la que Julián Pintos es un director de cine de mediana edad, alter ego de Juan Pinzás, que inicia un viaje introspectivo desde su propio universo onírico al vientre de Europa.
Mientras deambula por las entrañas de Madrid y Berlín, dos ciudades que alimentan su pasado y su presente, sus sueños y turbaciones, se debate entre el amor a su madre y la dualidad de la mujer que ama, perseguido por la misteriosa Máscara de Plata, en un universo onírico en el que combina el drama, el género fantástico y el thriller psicológico.
A lo largo de la trama, si es que ella existe, pretende hacer algo así como la exploración de la mente humana y de sí mismo, introduce el amor a su madre a través de sus recuerdos, se desdobla en dos siendo el otro personaje su alter ego, que incluso le da consejos y en otro momento le cuenta el argumento de una novela de Edgar Alan Poe a la Máscara de plata.
Hace alusiones a sus dos hermanas, Miriam y Ester, significadas en dos muñecas, y hasta se permite introducir una escena de desnudo de ambas y piensa en la muerte para contarla en sus films.
Vuelta a la casa familiar habla con su otro yo de la madre muerta y del miedo a escribir un guion o rodar una cinta y finalmente habla de Europa con referencia a los refugiados y a los niños.
Al parecer esta es la primera parte de su Trilogía Europea en la que vuelca el amor y el dolor que sentía durante los últimos días de vida de su madre, al tiempo que hace un homenaje a las mujeres en una visión de la Europa actual en crisis.
Una vez más Pinzás lo hace todo para abaratar costes, guion, dirección, fotografía, montaje e interpretación.
La película está dedicada a su madre Josefina Cerquera Posse.
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