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CRITICA
Por: PACO CASADO
El simpático personajillo del Oso peruano Paddington fue creado por Michel Bond y su ilustradora Peggy Fortnum en 1958 coincidiendo con el sesenta aniversario de la aparición del primer libro de sus aventuras, cuyos autores fallecieron muy recientemente, nos llega esta segunda aventura suya en una película. A ese primero siguieron más de 70 libros y tres series de televisión.
Hace tres años el cine se fijó en su figura y lo llevó a la pantalla grande con 'Paddington' (2014) de Paul King, director que ahora vuelve a tomarlo para contarnos otra de sus andanzas.
La historia comienza con el relato de cómo la llamada tía Lucy lo rescata del río y lo cría hasta que se fue a Londres donde es adoptado por una buena familia, los Brown, integrándose además en la comunidad del barrio de Windson Gardens, donde vive feliz.
Paddington quiere hacerle un regalo a su querida tía Lucy por su cien cumpleaños y se fija en un libro sobre Londres que hay en la tienda de antigüedades del Sr. Gruber, pero resulta que es muy caro y ha de ponerse a trabajar para conseguir el dinero y poderlo comprar.
Entre tanto el ejemplar ha sido robado y Paddington es acusado de haber cometido ese delito y es encarcelado para diez años, ya que es una edición muy especial que tiene un gran valor como antigüedad y encierra además un secreto.
A partir de ahora la cuestión es demostrar la inocencia de Paddington y eso únicamente se puede lograr descubriendo quien fue el verdadero ladrón.
Hugh Grant sustituye en esta ocasión a Nicole Kidman como el malo de la historia en la que se autoparodia incluidos sus tics habituales, hasta cuando actúa en serio, en este caso en el papel de un actor que fue famoso en su día pero que ya está un tanto olvidado y nada más que anuncia comida para perros, siempre superado por la veteranía de Brendan Gleeson en el personaje del temido presidiario que se hace amigo del osito al que protege durante su estancia en prisión y le ayuda en la búsqueda del culpable de este relato.
La puesta en escena que hace Paul King es bastante aceptable, pero creemos que la realiza de forma algo perezosa al no darle el ritmo que requiere la aventura que cuenta, aunque tiene situaciones simpáticas que hacen reír en ocasiones y divertir a la grey infantil, al tiempo que contiene una serie de valores como es la unidad de la familia, mientras se regenera el honor de los falsos culpables o se pone en entredicho la maldad de los que quiere aprovecharse haciendo trampas.
En los metros finales si toma el ritmo debido con la persecución y el juego que se establece con los trenes.
Es interesante no sólo el osito, que derrocha ternura y nobleza, sino también todos los miembros de la familia que le acogen como uno más de la misma.
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