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CRITICA
Por: PACO CASADO
Remake de la taquillera película italiana 'Perfetti sconosciuti' (2016), de Paolo Genovese, una de las más comerciales de las últimas temporadas en el país transalpino.
La acción transcurre durante una noche de verano con un eclipse de luna, lo que provoca que haya algunos elementos fantásticos.
Tanto el film original como el presente tiene todas las características propias del cine de Álex de la Iglesia que acostumbra a situar sus historias en lugares cerrados, caso de 'La comunidad' (2000) o de 'El bar' (2017), por ejemplo, en las que todo sucede en el mismo sitio.
Aquí son tres parejas y un soltero los que se reúnen una noche a cenar en casa de uno de ellos, en la que para pasar el rato y evitar la monotonía, alguien propone un juego que consiste en que han de dejar sus móviles encima de la mesa, al alcance de todos, como prueba de que no tienen secretos para sus respectivas parejas, ni para los amigos allí reunidos.
Al parecer aunque lo niegan, todos tiene algo que ocultar a los demás, por lo que el juego tiene cierto peligro al poder romper alguno de los matrimonios allí congregados, al desvelarse los engaños y mentiras particulares de cada uno de ellos que ocultan a los demás.
Lo que en principio debe ser una velada divertida, se puede convertir en una reunión en la que se descubrirá que nadie conoce en realidad a los demás componentes de la mesa.
Tiene un sólido guion del habitual colaborador de Álex de la Iglesia, Jorge Guerricaechevarría, que adapta el original italiano, que perfila muy bien a cada uno de los personajes y las profesiones que ejercen: Alfonso cirujano plástico y su esposa Eva psicóloga; Eduardo taxista y Blanca su esposa veterinaria; Antonio y su mujer Ana, abogados, y Pepe, soltero ex profesor de gimnasia en paro, al que todos esperaban con un pivón que acude solo a la cena que al igual que los demás también esconde un secreto poco menos que inconfesable sobre su supuesta virilidad.
Antes de comenzar la reunión conocemos a las distintas parejas, el carácter de cada personaje, su forma de vida y dónde viven.
Sin prisa va transcurriendo la cena y posterior reunión en la que a paso lento se van destapando la personalidad de los concurrentes y sus pecadillos, miserias y mezquindades, con alguna que otra sorpresa al final de esta historia, con la posible interpretación que puede hacer cada uno de los espectadores acerca de lo ocurrido.
Como comedia coral es puro humor negro, muy tensa, con momentos de enredo, crueldad y violencia verbal, que habla de la homofobia, la hipocresía, la fidelidad, el engaño, las fantasías sexuales, los prejuicios sociales, con alguna escena positiva como la charla del padre con la hija.
Al final se puede sacar la conclusión o moraleja de que los móviles han cambiado el uso y las costumbres de la sociedad actual y que definitivamente a veces los carga el diablo por el peligro que en ocasiones éstos encierran para la convivencia, que en lugar de acercar separan a las parejas.
Habla de las relaciones matrimoniales, de los padres con los hijos, de tener una segunda oportunidad, de saber quiénes somos. El error es compartirlo absolutamente todo en la pareja rompiendo ese trocito de intimidad particular de cada uno.
Una comedia inteligente, muy divertida, un tanto amarga, que mantiene en tensión, con mucho suspense y con uno de los mejores finales de los últimos tiempos.
Los intérpretes están a la altura que se le exige a cada uno de ellos en un estupendo reparto de lo mejor de nuestro cine con un grupo de actores prodigiosos, los siete: Belén Rueda y Eduard Fernández, Juana Acosta y Ernesto Alterio (pareja en la vida real), Dafne Fernández y Eduardo Noriega (también pareja), y Pepón Nieto, solo.
Álex de la Iglesia dirige bien y hace que un espacio cerrado no parezca teatro, diversificando la acción en otros puntos de la casa, por ejemplo cada salida a la terraza supone un giro en la historia.
En esta versión lo que cambia con respeto al original es el final, que lo mejora.
Los móviles nos convierten en desconocidos cuando estamos con ellos, nos hacen inhumanos y nos pueden fastidiar la vida.
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