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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es cierto que el tiempo lo cura todo pero cada caso es diferente, todo el mundo sabe que la fe es creer en lo que no se ve y los personajes de esta película al parecer carecen de ella.
T ras pasar por el Festival de San Sebastián llega ahora a la cartelera esta comedia muy negra, con un guion que refleja la cotidianidad humana que hila muy fino de lo que ha resultado un film que sin pretender ofender la sensibilidad de nadie sorprende con elementos divertidos.
La historia sucede durante el caluroso verano de 2010 en una pequeña capital de provincia española en la que un peculiar y disfuncional comando terrorista formando por Martín, un veterano que desea demostrar que no es un cobarde, Álex y Ainara, una pareja cuyo compromiso depende de la continuidad de la banda, y Fernando, un manchego que cree que entrar en el comando le hará sentirse como si fuera Steven Seagal, se refugian en un piso franco a la espera de recibir una llamada de Artexte, que nunca llega, para recibir órdenes y pasar a la acción, en un contexto histórico que preludia el fin de la lucha armada de ETA.
Entre tanto la selección española de fútbol va ganando en el Mundial de Sudáfrica y el país lo celebra con gran estruendo.
Borja Cobeaga se hizo un nombre escribiendo y dirigiendo la serie televisiva 'Vaya semanita' (2003) donde ironizaba con humor sobre el terrorismo etarra en la Euskal Telebista.
Debutó en el largometraje con 'Pagafantas' (2009) a la que siguieron 'No controles' (2010) y 'Negociador' (2014), esta última también sobre el tema etarra, hasta ahora su mejor film y vuelve a insistir sobre el terrorismo en 'Fe de etarras' (20017) con algo más de humor que en su predecesora que resultaba más seria.
El guion, escrito con su habitual colaborador Diego San José, tiene un prólogo que se inicia en Bayona en 1998 y continua doce años después en 2010 durante el Mundial de Fútbol de Sudáfrica.
La cinta tiene un tono casi teatral, claustrofóbico, en el que los personajes apenas salen del piso, como si fuera una comedia de situación televisiva, sobre unos personajes que son una mera caricatura, unos perdedores que sueñan con hacer algo importante y a lo más que llegan es a quemar una traca de petardos, resultando finalmente de lo más ridículos.
Toda la comicidad, no muy abundante, está en la ironía de los diálogos que a veces resultan esperpénticos y en otras ocasiones hay que afinar mucho para captar su humor demente y absurdo.
Son unos patéticos payasos ilusionados con su ideal, odiando a España y lo español, como ahora les ocurre a los catalanes, que terminan por ser ridículos, que acaban siendo simples albañiles para poder comer en lugar de montar atentados importantes.
Los cuatro actores principales están muy centrados en sus respectivos papeles pero no tienen mucha ocasión para la comicidad.
Tres nominaciones a los premios Feroz: mejor comedia, actor Javier Cámara y guion.
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