|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Billy Wilder, en 1954, cogió una obra de teatro y nos contó un cuento de hadas, una cenicienta moderna que nos hacía ver que el amor es más importante que el dinero y que las virtudes auténticas terminan y triunfando sobre todo lo demás.
Esto era lo que se podía y debía hacer y Billy Wilder lo hizo muy bien, con tres actores inolvidables, Humphrey Bogart, Audrey Hepburn y William Holden para hacer una película muy chic y elegante.
Querer borrar aquel impacto es imposible.
Cuando Sydney Pollack se plantea hacer un remake no puede volver a contarnos el mismo cuento de hadas y lo que hace es transformar los 50 en los 90, actualizar el relato.
Sigue siendo la misma hija del chofer de la rica familia Larrabee, pero en lugar de ir a París a estudiar cocina aprenderá fotografía de modas; en vez del negocio del plástico será la fibra óptica y las comunicaciones en una tecnología más sofisticada y se actualizará el tiburón sin corazón, apegado al dinero, que es Linus Larrabee, para hacer una sátira inteligente y actual del mundo de los negocios.
Querer comparar los actores de antes con los de ahora, la elegancia de Audrey Hepburn, capaz de imponer un tipo de mujer y una moda entonces, con la encantadora Julie Ormond actual que encarna a una mujer más moderna y liberada en unos momentos en que los conceptos sobre ellas han cambiado, sería un tanto absurdo. Cada una es la Sabrina de su tiempo.
La comedia sigue funcionando ahora, sigue gustando, si nos olvidamos de las comparaciones, porque el guion era muy bueno, porque la historia era encantadora y porque a todos nos gusta que nos cuenten relatos de amor que terminan bien.
Pollack la ha actualizado en lo necesario, en lo superficial, pero ha conservado el contenido esencial de la historia, añadiéndole ingeniosos diálogos actuales y por ello sigue funcionando.
Se le ha dotado también de una inspirada partitura de John Williams, que ha vuelto tras su anunciada retirada con 'La lista de Schindler' (1993), (nominada al Oscar, así como la canción) y una buena fotografía de Giuseppe Rotunno.
Harrison Ford está sobrio, pero no demasiado creíble, no es de sus mejores trabajos, ni parece que le vaya mucho la comedia. Adecuado Greg Kinnear y encantadora Julie Ormond.
Una interesante comedia, lo que fue siempre Sabrina (1954).
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE