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CRITICA
Por: PACO CASADO
Últimamente nos están llegando bastantes títulos a nuestras carteleras de la producción del anime japonés y entre ellos está este 'A silent voice' (2016), que nos viene con un poco de retraso, tras haber triunfado en la taquilla de su país, en la que se hace un análisis del bullying con la historia de una estudiante sordomuda.
En un colegio de primaria japonés, una nueva alumna, Shoko Nishimiya, se presenta a sus compañeros a través de una libreta, ya que es sordomuda y como en cualquier lugar del mundo sobran los matones dispuestos a hacerle la vida imposible a los compañeros.
Entre ellos uno de los peores que se haya visto en el cine en mucho tiempo está Shôya Ishida.
La historia pasa a seis años después, con los mismos personajes
del acoso y vemos cómo, con la vida destrozada, encontramos a Ishida a punto de saltar de un puente, pero en un último momento se arrepiente y decide cambiar de comportamiento y hacer las paces con las personas a las que hizo tanto daño y con su actitud perdió a sus propios amigos, sufriendo el desprecio de los demás.
Esta película nos propone la historia del camino de redención de este maltratador que tras arrepentirse de su mala conducta hace un acercamiento a la que fue su principal víctima.
Naoko Yamada es una de las directoras japonesa de animación con más proyección, que nos ofrece en esta ocasión un complejo relato emocional a partir de esta historia de acoso escolar sobre la estudiante sordomuda.
La realizadora se abre camino en un terreno tan propio de los hombres como es la animación japonesa con un film de factura técnica interesante, que explora el complejo mundo interior de un adolescente exacerbado, con un intento de suicidio y crisis existencial.
Un melodrama adolescente que aborda temas tabúes como el intento de suicidio juvenil, el acoso escolar y la depresión en que se ven sumidos aquellos que lo sufren, tan de actualidad en los tiempos que corren, prodigado sin otro fin que la diversión contra el más débil, que pocas veces se denuncia por miedo de las víctimas a una reacción peor.
El cambio que se produce en Ishida, hace que terminemos por simpatizar con él, cuando se convierte en una buena persona y hace que se lo merezca.
En las imágenes está significada la repulsa que le hacen los demás tapando sus rostros con una X, que se les va cayendo conforme lo han perdonado.
Al contraste contribuye el realismo de las secuencias de acoso escolar, en una ocasión claramente representada como violación, en total disonancia con el tipo de buena persona que termina siendo, capaz de arriesgar su vida por salvar la de otra.
El guion, aunque es una adaptación del manga de Yoshitoki Oima y Kiyoshi Shigematsu, publicado en 2001, compuesto por siete volúmenes, está escrito por una mujer, Reiko Yoshida, y realizado por otra, Naoko Yamada y en la historia abundan las mujeres, entre otras la protagonista, Shoko Nishimiya, víctima principal del bullying.
La realización está llevada a cabo con sensibilidad y delicadeza femenina, a pesar de ser un tema duro, a la que hay que agradecerle que encuentre una reacción, que no sabemos si es la del manga o la de la joven directora de 31 años cuando hizo éste su tercer largometraje.
El exceso de personajes secundarios no le favorece, al contrario, empañan y embarullan una mejor comprensión de la trama al tiempo que alarga demasiado su duración.
La cinta apoya a las víctimas pero también lava la mala conciencia de los agresores, sin caer en maniqueismos, ni juzgarlos.
Trata temas tan importantes y controvertidos como la discapacidad, el acoso escolar, la problemática del paso de la infancia a la juventud con una historia de violencia y arrepentimiento por la vía de la reconciliación y el tránsito a la madurez.
Pone especial atención en el lenguaje de signos e invita al espectador a reflexionar sobre lo expuesto en esta tierna historia de redención y perdón.
Tiene bellas soluciones formales en el dibujo, maneja bien el tiempo con el presente y el pasado con transiciones visuales.
Mejor película y guion original en el Festival Anime de Tokio. Premiada en el Festival de Annecy.
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