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CRITICA
Por: PACO CASADO
Películas de atracos perfectos ha habido muchas a lo largo de la historia del cine, en las que al final los autores no logran salirse con la suya, por aquello de que el criminal nunca gana (o sí) y acaban siendo castigados por la justicia.
De ellas artísticamente se podría sacar una lista con un puñado de auténticos logros que cada espectador, según su edad y sus conocimientos, podría confeccionar de sus preferencias de aquellos títulos que son sus favoritos.
En esa relación cabrían sin duda desde 'Rififí' (1956) hasta 'Atraco perfecto' (1956), pasando por 'El Golpe' (1973) y llegar más modernamente a 'Heat' (1995), por citar tan sólo unos cuantos títulos que indudablemente estarían en todas ellas.
'Juego de ladrones' (2018) es un thriller de acción dirigido por el guionista Christian Gudegast que debuta en la dirección de un largometraje, que ha sido una de las sorpresas de la taquilla norteamericana, por lo que le ha cogido el gustillo y eso ha hecho pensar que muy posiblemente habrá una segunda parte.
Todos los días, el banco de la Reserva Federal de Los Angeles saca de la circulación 120 millones de dólares en efectivo.
Un grupo de experimentados ladrones, con Ray Merimen al frente, recién salido de prisión, reúne a su equipo para planear su gran atraco final: robar esos 120 millones, con un plan aparentemente imposible en sí mismo debido a la gran seguridad que rodea a la institución, pero además el Departamento del sheriff del Condado de Los Angeles, la brigada más temida de la ciudad, liderada por un duro policía, el gran Nick O'Brien, no está dispuesto a ponérselo fácil, ya que Los Angeles es la ciudad americana donde más robos se producen.
Adelantarse a ellos y llegar los primeros al dinero será su máximo reto.
Este film peca del defecto que no ocurría en los clásicos de este género como era la planificación del robo perfectamente explicado al espectador donde ya de por sí se obtenía un interés y un suspense que hacía que la acción progresara, que se culminaba en la ejecución del robo de manera perfecta, aunque después viniera el clásico fallo en el que terminaban siendo atrapados los expertos ladrones.
En este caso esa parte, así como los robos previos al que se supone que es el objetivo final, no añaden esa emoción, sino lo que hacen es alargar el metraje del que incluso se podría eliminar el drama personal de Nick el protagonista con su esposa y sus dos hijas que realmente no añade nada que sea fundamental en la trama.
Finalmente cuando nos centramos en el gran robo, quedan algunas cosas por aclarar de cómo fueron conseguidas en un centro oficial con tanta seguridad.
Y como es frecuente en los últimos títulos de este género no pueden faltar las persecuciones y el tiroteo último porque así se cree que se hace más espectacular el producto.
No obstante tiene una cierta emoción que se podía haber aumentado con una puesta en escena algo más eficaz y con un guion que fuera más explicativo y clarificador de las acciones que se llevan a cabo y de ambas cosas el responsable fundamental es Christian Gudegast en esta su ópera prima, en la que difumina la frontera entre ambos lados de la ley, entre buenos y malos.
En el reparto tan sólo ofrecen un atractivo comercial la presencia de Gerard Butler, 50 Cent y el breve papel de Meadow Williams como la esposa de Nick.
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