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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay películas que han abierto caminos al lenguaje cinematográfico e hicieron que el cine avanzara en su deambular histórico. Entre ellas podríamos citar como ejemplo 'Ciudadano Kane' (1941), de Orson Welles, por no hacer más larga la lista. Pero también hay otras que lo han hecho retroceder sin la más mínima sombra de duda como es el señalado caso de 'El proyecto de la bruja de Blair' (1999) de los inefables Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, que se inventaron aquello del celuloide encontrado que no ha podido ser más nefasto para el cine de hoy.
Desgraciadamente en esa última línea podemos situar '1974 La posesión de Altair' (2016), del director mexicano Victor Dryere, que comienza con unas escenas en blanco y negro con la noticia de una serie de cintas de celuloide en ocho milímetros encontrada con las filmaciones sobre una pareja de recién casados que desapareció en México en 1974 en un suceso que fue de los más horribles de la historia de ese país.
Las filmaciones domésticas suelen contener felices escenas familiares sobre celebraciones o acontecimientos importantes para los miembros de la misma, pero también pueden ser testigo de otras que hayan captado el horror de hechos tristes o trágicos.
Es lo que ocurrió en 1974, en las varias grabaciones en 8 milímetros que muestran el trágico destino de una pareja de recién casados compuesta por Manuel y Altair en la que la chica, de buenas a primeras, dice haber recibido un mensaje de los ángeles que dice que Dios quiere tener un hijo con ella.
Se trata de un film del llamado found footage de horrorosa textura granulosa en la fotografía, en la que lo encontrado se ha pegado un fragmento detrás de otro sin cortar la colas y sin el más mínimo montaje que perfile lo que no sirve para la narración de esta mínima historia que no da para un largometraje.
Lo que podemos ver no nos atrevemos ni siquiera a llamarle película y con el fondo de una banda sonora llena de ruidos y golpes de música para sorprender.
Un tal Guillermo Callahan le ayuda a filmar los extraños acontecimientos de fenómenos paranormales cutres sobre la posesión de la chica, con gritos espantosos y golpes que pretenden asustar al mareado espectador con tanta cámara a mano tan mal llevada.
De la interpretación y la dirección de la ópera prima de Víctor Dryere mejor ni hablar, para qué, después del resultado conseguido.
A pesar de ello hay jurados de festivales cegatos que hasta son capaces de premiar semejante engendro.
Premio del público en el Festival de horror de Brooklyn. Premio del jurado en el Festival Fantaspoa. Premio al mejor director promesa y mejor cinta latinoamericana en Sitges. Premio del público a Victor Dryere y mejor película latinoamericana en el Festival Mórbido.
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