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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser estrenada en el Festival de cine de Toronto y presentarse hace tres años en el Festival de cine de San Sebastián, y proyectarse en una veintena de certámenes internacionales, llega ahora a las pantallas españolas 'Granny's dancing on the table' (2015), rescatada por la nueva distribuidora Cocodrila Films.
Eini es una joven de 13 años que ha crecido en una casa en medio de un bosque en total aislamiento de la sociedad debido a la personalidad insana y extremadamente obsesiva de su padre, un hombre temeroso del mundo, que la somete a una violencia psicológica, quien le hace creer que el espacio exterior es horrible y sus habitantes son malvados.
El padre le dice igualmente que todo lo que tiene que ver con la sexualidad femenina es peligroso, puesto que teme que algún día le abandone y no le pueda cuidar durante su vejez, motivo por el cual la mantiene totalmente reprimida.
La historias sobre su abuela que conoció a través de las cartas que le enviaba cada semana desde cualquier lugar del mundo y la fantasía de Eini le permiten crear un mundo interior que le dará la fuerza para sobrevivir y llegar al punto de casi perder el sentido de la realidad.
A lo largo de la trama, de lo poco que conocemos de Eini y su padre, hay otra historia paralela, la de la abuela y Lucía.
Ésta se casó con Harold, pero la abuela se quedó soltera y no obstante tuvo una hija, de padre desconocido, y para evitar la vergüenza se la endosó a Lucía que estaba casada.
Eini, en voz en off, nos va contando esta historia de su abuela, a la que apenas conoció, hasta que llegó al lugar donde actualmente vive ella y a la que tomará por el espejo en el que mirarse, al tiempo que crea un mundo propio en el que refugiarse.
Esta obra sueca para contar esta segunda historia se vale de la stop motion, mientras que con imagen real nos ofrece la amarga vida de Eini que lucha contra el machismo, la violencia doméstica y la exclusión social.
Esta película de la escritora y directora sueca Hanna Sköld es el segundo largometraje que realiza en donde muestra una activa preocupación sobre los temas actuales antes citados.
Está producida, en parte, a base de crowdfounding por casi un millar de colaboradores que aportaron su dinero para completar el escaso presupuesto de 800.000 euros de que dispuso.
El guion abusa bastante de la repetición en la historia de imagen real al no temer mucho que contar, alargando los planos a veces vacíos de contenidos, de silencios, mientras que es más enriquecedor en la historia de stop motion, aunque está contada de manera poco aclaratoria con unos personajes bastante grotescos de presencia física y con movimiento muy elementales.
La realización es tan fría que el espectador no percibe el dramatismo de la represión y la violencia que sufre la joven protagonista a veces sin más justificación.
Mención especial al mejor film en el Festival Vilnius. Mejor director por The Wifts Foundation International Visionary. Mención honorífica en el FEST de nuevos directores.
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