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CRITICA
Por: PACO CASADO
La pequeña bruja vive en su casita en un frondoso bosque en compañía de su viejo amigo el cuervo Abraxas.
Tan sólo tiene 127 años y aunque le gustaría acudir a la reunión nacional en asamblea de la noche de las brujas, en la montaña Brocken, donde se canta y se baila y se pasa bien, todavía es muy joven para que pueda asistir a esa celebración.
Aún así se lo propone y va, pero pronto es detectada y no la autorizan a estar allí, pero le ofrecen que si se aprende el contenido del gran libro de la magia, con 7.892 conjuros, al año próximo podrá hacerlo.
Ella, que no quiere ser simplemente una bruja, sino la mejor de todas, se marcha a su casa en el bosque con el gran y pesado ejemplar a cuestas dispuesta a ello, ya que con trabajo y disciplina podrá lograrlo, aunque no sean sus mejores virtudes.
Esta decisión le traerá más de un problema en su mundo de magia, porque entre otras cosas ha de cumplir los preceptos de ellas para ser una buena bruja, entre estos el de no hacer conjuros en viernes, el no realizarlos en presencia de los niños y precisamente incumple ambos por hacer una buena obra.
No obstante la muy estudiosa chica se presentará a examen y promete vengarse de ellas si aprueba, entre otras de su tía que hace de espía y le descubre algunos de sus secretos y pecados.
A pesar de esta larga descripción de la historia no es más que el principio del argumento de esta película llena de aventuras y de efectos especiales.
De la cinematografía alemana estamos viendo últimamente bastantes producciones de cine infantil y sin embargo poco o casi nada para adultos.
En este caso el título que nos llega es la adaptación de uno de los cuentos del autor alemán de origen checo Otfried Preussler, el titulado Érase una vez una pequeña bruja, publicado en 1957, uno de los escritores especializado en literatura para menores más famoso del pasado siglo, en el que desarrolla algunos valores de cara al público infantil, que lleva a la pantalla el director suizo Mikee Schaerer.
La brujita entiende mal lo de ser una buena bruja ya que cree que se trata de hacer el bien, cuando en realidad lo que quieren las brujas siempre es hacer el mal.
El film está correctamente realizado y cuenta con una brillante fotografía, lejos de la oscuridad que suele rodear a las brujas, que realza los bellos paisajes en donde está situada la acción, ayudada por unos elementales efectos especiales que ayudan a la ambientación y sobre todo a la caracterización de las brujas además del maquillaje y el vestuario.
Premio Bavarian a la mejor fotografía. Premio Swiss a la mejor música.
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