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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras su premier en el Festival de cine de Berlín de 2018 y su estreno nacional en el Festival de cine en español de Málaga, 'Trinta Lumes' (2018) ha obtenido un gran reconocimiento gracia a su paso por un sin fin de certámenes, entre ellos el de San Sebastián.
Está dirigida por Diana Toucedo, una cineasta gallega afincada en Barcelona, graduada en la especialidad de montaje y directora del departamento de documentales de ESCAC, que se adentra en la sierra de O Courel, en Lugo, una región montañosa del interior de Galicia, con esta su ópera prima de paisajes hipnóticos que retrata la vida de sus gentes conviviendo con los envites de la naturaleza, la despoblación y el olvido, en la que introduce esta historia que gira en torno a la vida y la muerte.
La superstición y la traición se encuentran de frente en esta historia que transcurre en una pequeña aldea de Galicia, donde a día de hoy sus gentes conviven con el envite directo de la naturaleza, el duro invierno, la lluvia, la nieve, el viento, la despoblación y el olvido, pero también con una creencia muy fuerte: la muerte no es un fin, sino una transición.
Dicen que en la noche del 31 de octubre los lobos desentierran a los muertos del cementerio para vivir el día de los difuntos.
Es una película que nos presenta la realidad y la leyenda en esta historia mágica y evocadora, a medio camino entre la ficción y el documental de un mundo que desaparece lentamente donde prevalecen muchos rituales mágicos y donde la naturaleza se muestra con una gran fuerza, como podemos ver en largos planos de una gran belleza con el complemento del ruido de la lluvia o las hojas de los árboles movidas por el viento.
Es un film que mezcla realidad y ficción en el que reflexiona sobre la muerte y el círculo de la vida a través del día a día de los habitantes de una pequeña aldea de esas montañas, un lugar lleno de mística donde la frontera entre la vida y la muerte se vuelve mucho más difusa.
Lo hace mediante el personaje de Alba, una niña de 13 años, que recorre bosques y casas abandonadas para tratar de comprender lo que le rodea más allá de lo visible y que encarna también las vivencias e inquietudes que tuvo la propia directora.
Junto a ella está también su amigo Samuel, que no son actores profesionales.
La cinta tiene un arduo trabajo de montaje tras la gran cantidad material rodado, en lo que es especialista Diana Toucedo, una cineasta que pertenece al movimiento de realizadores gallegos que reflejan en sus películas de una forma característica la Galicia de toda la vida con sus mitos, leyendas, la forma de acercarse a la muerte y a la naturaleza.
Hace referencia a los 30 fuegos de los habitantes de ese lugar contado de una forma poética y atractiva.
Es un film que muestra más que explica, sobre las costumbres de sus habitantes, el cuidado de los animales, el ordeño de las vacas, la caza del jabalí y la posterior matanza, la cosecha de castañas, el oficio religioso del día de los muertos, etc.
En definitiva una cinta que sirve como documento de algo que tiende poco a poco a extinguirse.
Premio de la crítica en el Festival de Barcelona. Premio del jurado joven en el F. de Tarragona. Mejor largometraje en el F. Primavera de Vigo. Premio Días de cine al mejor film en Filmadrid. Nominada en los premios Feroz, Gaudí, Camerimage y Fénix.
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