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CRITICA
Por: PACO CASADO
La nueva película del cineasta vasco Koldo Serra, director que debutó con 'Bosque de sombras' (2006), al que siguió 'Gernika' (2016) con la que hace su tercer largometraje, arranca con Raquel Crespo una mujer manipuladora, que se encuentra en una situación desesperada y a la que vamos conociendo poco a poco a lo largo de la trama.
Esa coyuntura personal le ha llevado a necesitar 35.000 euros (conocidos coloquialmente como 70 binladens), y los ha de tener en las próximas 24 horas. Su última esperanza está en conseguir un préstamo bancario en una oficina de barrio.
La irrupción de dos atracadores enmascarados, poco profesionales, movidos por la necesidad, en la sucursal bancaria donde pretenden robar cuando está a punto de cerrar la transacción, complicará su situación, y los dos quinquis la toman como uno más de los rehenes y todo empeora más de lo esperado.
Pasan los minutos y se desvanecen las posibilidades, las de ella por conseguir el dinero y las de los otros por hacerse con él.
El tiempo corre en su contra y Raquel debe salir del banco con ese dinero, sea al precio que sea para poder conseguir la custodia de su hija pequeña.
Cada uno persigue un sueño a su manera, sea legal o no.
Los binladens son los billetes de 500 euros, así llamados porque todo el mundo sabe que existen, pero que no los ha visto nunca. Es muy entretenida y tiene al espectador en tensión con escenas de acción y varios giros argumentales que resultan inesperados.
Tanto Lola como Jonan están muy bien caracterizados en sus personajes hasta el punto que resultan casi irreconocibles.
Como suele ocurrir en los films de este género se trata de un atraco sencillo que se debe resolver rápidamente, pero algo hace que salga mal y se transforme en un asedio durante horas.
La primera hora de metraje sucede prácticamente en dos únicos escenarios, el interior del banco y la plaza anexa donde está situada la sucursal bancaria y en la que se encuentra la policía que tiene rodeados a los atracadores.
El resto de la trama ya tiene otros lugares donde se desarrolla esta historia con un poco más de acción.
Está rodada en Bilbao con sus cielos grises que contribuyen al ambiente claustrofóbico de la primera parte y es la policía vasca la que interviene junto con la nacional, lo que le da un toque pintoresco especial.
Tiene algunos minutos de comedia en unos momentos determinados que sirven para distendir las tensiones entre los rehenes y los atracadores así como con los propios agentes que no están de acuerdo en la estrategia a seguir, ya que es un día de fútbol con un partido importante de las semifinales de Copa del rey, en la que juega el Atletic de Bilbao contra el Español y tanto policías como ladrones pasan del atraco por unos instantes y se enganchan al encuentro, escuchando la radio o viéndolo por la televisión.
Los tres principales personajes están muy bien descritos sobre todo el de Emma Suárez que es una mujer con problemas que se ve obligada a improvisar y siempre encuentra las soluciones más adecuadas para seguir adelante.
Por otra parte Lola, que ha estado bastantes años en la cárcel, ha perdido un ojo y está desesperada, es como una fiera herida, así como Jonan, su pareja, un drogata que tiene el mono, lo que resulta más peligroso con una pistola en la mano.
Todo se desarrolla con gran naturalidad hasta que en lo metros finales el guion no aclara bien cual es la actitud de algunos de los personajes principales.
Una cinta de Koldo Serra a la que le da un cierto suspense con un toque ibérico de costumbrismo dentro de una trama de intriga, que da un giro a las de este género, que reniega del arquetipos con respecto a los atracadores, rehenes o policías, que sitúa el protagonismo en las dos mujeres, que cuenta algo que le puede suceder a cualquiera, lo que resulta muy cercano al espectador, nada que ver con los thrillers super tecnificado que suele ofrecernos el cine americano, mantiene bien el ritmo y la tensión en un espacio cerrado de forma interesante.
En este caso el personaje más frágil es el masculino, ellas son las fuertes.
Crítica a los medios de comunicación, a la crisis económica y de valores, a una situación laboral muy concreta reflejo de una sociedad ahogada por la corrupción.
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