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CRITICA
Por: PACO CASADO
Convencida de que es su último día de vida, Claire Darling, una mujer viuda, de avanzada edad, que vive en una gran mansión en Verderonne, un pequeño pueblo cercano a París, se despierta en el primer día del verano creyendo que es el último de su vida, ya que piensa que se morirá esa noche.
Con ese convencimiento organiza un gran mercadillo con todas sus pertenencias, muebles, antigüedades y objetos de gran valor, que pone a la venta, a precio ridículo, en el jardín de su casa, lo que le traerá buenos recuerdos de su existencia, pero también momentos trágicos, le conducirá a reencontrarse con Marie, su hija, que acude a su lado, a la que no ve desde hace veinte años, avisada por Martine, una amiga de su infancia.
Es el tercer largometraje de ficción de la directora francesa Julie Bertucelli, basado en la novela Faith bass Darling's last garage sale, de la escritora norteamericana Lynda Ratledge, que sitúa la acción en su país, pero que el guion la traslada a Francia y a la que ha añadido algunas ensoñaciones y visiones de realismo mágico que no estaban en el texto literario.
La belleza de los objetos tiene algo de nuestra alma, dice la protagonista, que un buen día decide deshacerse de ellos montando un mercadillo en su jardín para prácticamente regalarlos.
Mientras, va recordando cómo ha sido su vida y también su relación con su hija Marie.
Catherine Deneuve sigue manteniendo su belleza hierática que tenía en las películas que interpretaba para el director español Luis Buñuel, algo que aquí le va bien al personaje, una mujer que tiene la enfermedad de alzheimer y lo que se cuenta es cómo afecta esa dolencia también a las personas que la rodean.
Es un film que deja un poco pensativo al espectador porque de lo que trata es de la memoria y de los dramas personales.
Es la tercera vez que trabajan juntas Catherine Deneuve y Chiara Mastroianni y segunda en la que interpretan los papeles de madre e hija, como en la vida real.
La cinta es, fundamentalmente, ella su mayor y casi único valor, que está prácticamente en casi todas las escenas, fumando, con un final imposible que se le va de la manos.
A lo largo de la trama se abusa de los saltos atrás, creando una maraña narrativa, para mostrarnos las vivencias del pasado que se confunden con el presente de la protagonista que, al ser interpretada por una actriz distinta, según la etapa de la vida que recuerda, lleva a veces a confusión en cuanto al momento en que se encuentra, ya que esas transiciones se hacen por corte directo.
Julie Bertucelli, que aprendió de directores tan prestigiosos como Bertrand Tavernier, Pierre Etaix, Krzysztof Kieslowski, Jean-Lous Bertuccelli, de la que le conocemos su película El árbol (2010) en la que ya trató los temas de la familia y la muerte, hace con este su tercer film en el que se arriesga a dirigir a un monstruo sagrado de la interpretación francesa como Catherine Deneuve.
En la cinta se nota la abundancia de presencia femenina que acapara la dirección, el guion, la fotografía y la interpretación que están en manos de mujeres.
Es un drama sobre las relaciones familiares, la pérdida de la memoria y los secretos que acaban almacenados en los viejos objetos que remueven nuestros recuerdos.
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