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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los guionistas llega un momento en que necesitan pasar a dirigir sus propios guiones.
Esto es lo que ha ocurrido con David Twohy, quien tras firmar los de Waterworld (1995), Alien 3 (1992), Velocidad terminal (1994), El fugitivo (1993), La teniente O'Neil (1997), se pasó a la dirección con Han llegado! (1996) y ahora vuelve a la ciencia ficción con 'Pitch Black' (1999).
Una nave espacial de pasajeros, que lleva a bordo a un prisionero extremadamente peligroso se avería y va a parar a un planeta desconocido, iluminado por tres soles, donde nunca es de noche, salvo que haya un eclipse, que se produce cada 60 años.
La heterogénea tripulación está compuesta por tipos muy variados, entre ellos un peligroso asesino, un cazarrecompensas drogadicto, un anticuario, un musulmán muy religioso, un representante de vinos, hasta un total de once y los desafortunados viajeros que van en ella, tendrán que luchar por sobrevivir en un mundo en apariencia carente de vida humana y abrasado por el sol.
El peligro que les asecha consiste en mantener a raya al asesino, luchar contra las inclemencias térmicas del planeta deshabitado, sin agua, ni alimentos y finalmente luchar contra unas extrañas y mortales criaturas nocturnas que se ocultan de la luz y que salen a la superficie sólo cuando se produce un eclipse, y surge la pesadilla que pondrá a prueba su capacidad de resistencia.
Los autores de esta historia son los hermanos Jim y Ken Wheat que junto con el director reunieron algunos de los tópicos habituales del cine de este género contemporáneo: un planeta desierto, una nave espacial repleta de los más variados pasajeros, una catástrofe que los une y unos monstruos que los acechan.
Hoy día en la ciencia ficción es difícil encontrar nada original, pero ésta al menos lo intenta.
Tal vez eso es lo que la ha convertido en una de las cintas más comerciales del año en Estados Unidos, a pesar de ser una modesta película de serie B, un thriller de ciencia ficción, con efectos especiales, emoción y acción para hacer pasar el rato a los jóvenes espectadores que tanto gustan de este género.
El guion nos reserva algunas sorpresas para evitar que sea todo lo previsible que era de esperar en un principio.
Realizada con corrección y cierto atractivo visual, sin graves reparos, sabe mantener el interés sin enseñar nunca completos los letales seres, provocando el miedo y el terror más por lo que se intuye y se oye que por lo que se ve.
Posee un reparto de jóvenes actores, casi desconocidos, entre el que más suena es Vin Diesel, que cumplen acertadamente sus cometidos con eficacia, entre los que destaca la prometedora actriz australiana Radna Mitchell.
Premio de la Sociedad de fotógrafos australianos a la fotografía y Golden Tripod a la producción.
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