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CRITICA.
Por: PACO CASADO
No es frecuente ver a Robert de Niro haciendo comedia, pero en esta ocasión ha preferido reírse de sí mismo, remedando a algunos de los papeles de gángster mafioso que ha incorporado en anteriores producciones suyas.
Aquí encarna a Paul Viti, un capo de la mafia, que días antes de tener que acudir a la más importante reunión con los demás jefes mafiosos del país, le entra un ataque de pánico provocado por un exceso de estrés.
Eso que es propio de un ejecutivo, en uno de su oficio le puede costar la vida.
Consciente de ello se pone en manos de un psiquiatra para que lo cure antes de ese día y se hace tan constante en su vida que casi termina psicoanalizando al psiquiatra que acaba sustituyendo a su enfermo en la importante reunión.
Entre el comienzo y el imprevisto final, los encuentros entre ambos originan las situaciones cómicas de esta comedia, que posee diálogos ingeniosos y que hace una parodia de todas las películas más importantes del género, desde El Padrino (1972) a Uno de los nuestros (1990).
De la primera, copia una de las escenas del principio, que es la que le origina el ataque de pánico a Paul Viti.
El intercambio de los papeles habituales, esto es, ver a Robert de Niro llorando o en situaciones cómicas en contraste con la labor de un serio psiquiatra que hace el siempre cómico Billy Crystal, es en cierto modo lo que aumenta la comicidad.
De esta forma se combina lo que es la comedia con la acción del género negro, resultando una cinta bien construida, con un interesante trabajo interpretativo y una dirección que lleva a buen ritmo su desarrollo, logrando una aceptable película bastante divertida.
Nominada a dos Globos de oro como comedia y a Robert de Niro. Premio American Comedy. Premio ASCAP a la música.
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