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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se da la circunstancia de coincidir en la cartelera dos producciones interpretadas por muñecos como Toy Story 4 (2019) y 'Muñeco diabólico' (2019), lo cual nos hace recordar que en bastantes ocasiones los juguetes infantiles han sido protagonistas en algunos títulos de la historia del cine, como Pinocho, Los Lunnis, Los Legos, UglyDolls, Pikachu, etc..
En esta ocasión se nos cuenta la historia de Karen Barclay, una madre soltera, que trabaja en unos grandes almacenes donde venden juguetes, le regala a su hijo Andy de 13 años, por su cumpleaños, un muñeco que habla que, en principio se convierte en su mejor amigo, pero sin ser consciente de la siniestra naturaleza maligna que esconde en su interior.
Es un ejemplar que un empleado, enfadado por recibir una bronca de su jefe, en venganza le quita el microchip que evita que se comporte mal, evitando que actúe de forma violenta, con lo cual cuando llega la hora de actuar así, no tiene ningún freno, con lo que no se puede impedir que se convierta en un muñeco asesino y cause sangrientos estragos que desconciertan a la policía.
La primera pregunta que nos hacemos al ver esta actualización del clásico de 1988 de Tom Holland, ideado por Don Mancini, es si hacía falta rodar una nueva versión del maldito muñeco llamado Chucky, tras las seis secuelas que ya se hicieron sobre él al que se le buscó hasta una novia, tan malvada como su pareja.
El guion del debutante Tyler Burton Smith cambia algunas cosas del original e incluso el modelo tiene algo diferente, ya que en este caso está dotado de un mecanismo de inteligencia artificial que le permite dialogar y actuar de manera independiente.
Tiene algo distinto y es que han hecho un Chucky que además puede hacer de asistente virtual para las cosas de la casa.
Cuando se compra el muñeco, se programa con el móvil y éste actúa de forma independiente, con lo cual da mucho más miedo, estando así a la altura de los adelantos del siglo 21.
En realidad no tiene una mala condición, pero Andy ve películas de terror en la televisión y va tomando nota de lo que ocurre en ellas, con tantas escenas de crímenes, que va asumiendo.
Es un film al estilo de los títulos de los años 80, con humor negro pero, en consonancia con las producciones recientes de este género, no se ahorran escenas sangrientas.
Es la transposición de la inteligencia artificial en el mundo digital actualizando a Chucky, con una música de fondo inquietante en su banda sonora.
Un clásico del genero protagonizado por un muñeco que pobló las pesadillas de toda una generación de espectadores: Chucky, que sigue siendo un criminal despiadado.
El realizador noruego Lars Klevberg se encarga de dirigir esta entrega de la saga que recupera este personaje que vuelve a reiniciarla en esta nueva etapa.
Su experiencia proviene de la dirección de tres cortos, el último de los cuales convirtió en su primer largometraje, Polaroid (2017), en torno a una cámara de fotografía asesina, siendo 'Muñeco diabólico' (2019) el segundo título de su filmografía, que dirige de forma rutinaria, tratando de asustar al espectador a base de golpes de la banda sonora.
Aquí parte de ser Chucky el mejor amigo del niño, pero en cierto momento pasa lo que constituye el argumento que en la última media hora se convierte en una cinta de terror convencional, en la que lo absurdo está presente desde que arranca una historia tan convencional como que un muñeco que apenas levanta dos palmos del suelo pueda cometer los asesinatos que lleva a cabo y actuar como una persona, claro que de no admitirlo no habría película, cuya única finalidad es volver a hacer dinero, pero mucho nos tememos que no se ha acertado esta vez a juzgar por su arranque en la taquilla o es que el público está ya harto del muñeco.
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