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CRITICA
Por: PACO CASADO
Después de ser presentada en el Festival de cine de Cannes y en el certamen sevillano de cine europeo, llega a las carteleras españolas 'La Gomera' (2019), de Corneliu Porumboiu.
Esta producción supone un sorprendente giro hacia el género negro, del director rumano, que nos ofrece este ingenioso divertimento, muy al estilo a los que solía hacer el mago del suspense, Alfred Hitchcock, mezclado en esta ocasión con el habitual humor de Aki Kaurismaki, que supone un nuevo regate para este gran cineasta del cine de su país.
La historia comienza con la llegada a la isla española de La Gomera de Cristi, un corrupto oficial de policía rumano y agente doble, un hombre desilusionado que ya no cree en nada, que hace un viaje hasta allí para aprender el idioma del silbo canario, un lenguaje que proviene de tiempos remotos, que se compone de silbidos, creado por los guanches, los últimos habitantes aborígenes canarios, un idioma que usaban principalmente los pastores para comunicarse a través de las montañas, que ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
De esa manera ahora tratan de poder comunicarse en clave con los componentes locales de la mafia, organización de la que Cristi es un chivato, al que le exigen que saque de prisión a Zsolt, uno de sus componentes, importante hombre de negocios, con el que llevan a cabo el tráfico de drogas, que supone un gran botín de más de treinta millones de euros, que es el único que sabe donde se encuentra escondido el dinero.
A lo largo de la trama, que está dividida en capítulos titulados con el nombre de un personaje al comienzo de cada uno, se originan traiciones por una parte y por otra de los dos bandos, la aparición de Gilda, una mujer fatal, con una serie de referencias fílmicas y una banda sonora de infarto compuesta a base de conocidísimos fragmentos de obras de compositores clásicos, Carl Orff entre otros, con lo que nada le falta a esta producción, para haber obtenido un buen resultado que finalmente no ha conseguido, ya que tiene un argumento interesante pero en este caso se nos antoja que está contado de manera confusa y sin sacarle el interés y el suspense que el mismo encierra, al que añade en algunos momentos unas gotas de humor, sobre todo en el caso de la intervención de la madre del protagonista.
Es una producción de un género que no es muy habitual en el cine rumano, que además sucede la historia en otro país y con momentos que hacen pensar en títulos conocidos, como es el fragmento de Centauros del desierto (1956), el western del maestro John Ford que ven los protagonistas en la cinemateca y por otra parte la importancia que tiene en el desarrollo el idioma del silbo canario.
Este es el film que fue elegido para que represente a Rumania en la pasada edición de los Oscar compitiendo por la mejor cinta en idioma extranjero.
De este director ya conocemos en España El tesoro (2015) que también se pudo ver en el certamen sevillano su documental 'Infinite Football' (2018) en el que se nos decía que las reglas del fútbol siempre se podían cambiar, como hemos podido comprobar recientemente con algunas de ellas.
En esta ocasión nos llega con una insólita película ambientada en las Islas Canarias, en uno de los thrillers más absurdos, con sus cuidadas dosis de cine negro género al que trata de hacer un homenaje como igualmente al polar francés, fuentes donde bebe este director perteneciente a la nueva generaciuón de directores de su país nacida tras la caidad de Ceaucescu.
En la interpretación destaca un serio Vlad Ivanov, la guapa Catrinel Marlon en el papel de la vampiresa Gilda y al estar rodada en la isla que le da título tienen intervención varios actores españoles, entre ellos, Cristóbal Pinto, Antonio Buíl o el realizador mallorquín Agustí Villaronga que tiene el importante papel de Paco, el jefe de la mafia local.
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