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CRITICA
Por: PACO CASADO
A veces el cine norteamericano basa sus productos en el enfrentamiento en la pantalla de dos actores de prestigio, dos primeras figuras, al margen de argumentos y motivaciones.
El público siente curiosidad por saber en qué terminará el duelo establecido entre ambos.
Recordamos uno muy famoso que fue el de Gary Cooper y Burt Lancaster en Veracruz (1954), y podríamos citar un puñado más.
Ahora en 'La sombra del diablo' (1997) se hace con un actor consagrado, Harrison Ford, que apenas si tiene fisuras en su filmografía, y por demás es uno de los más comerciales en estos momentos, enfrentado a un joven recién llegado, de la nueva generación, Brad Pitt, que ya demostró en Seven (1995) que sabe hacer un cine serio.
La acción arranca con fuerza, en Irlanda, con el asesinato de un padre ante los ojos de su hijo, un niño de 8 años, a manos de un terrorista.
Esto le lleva al muchacho Frankie McGuire a hacerse del IRA y con el tiempo llegará a Nueva York para cumplir una misión alojándose en el hogar de Tom O'Meara, un honrado y audaz policía, de ascendencia irlandesa, hombre de una gran talla moral, que no sabe nada sobre su verdadera identidad, en el que encuentra el cariño paternal que le faltó en su infancia, pero al que, ineludiblemente, se verá enfrentado por su diferente condición en la vida.
Su sorprendente amistad y las crecientes sospechas de Tom obligan a Frankie a elegir entre la promesa de paz o una vida de asesinatos.
McGuire pretende cerrar la compra de un importante arsenal para el grupo terrorista.
Al margen de que la anécdota argumental sea más o menos dramática, esté sólidamente construida, o que el rubio actor dé o no el físico de un irlandés, hay que admitir los convencionalismos a que nos tiene habituado el cine.
De una forma o de otra el guion funciona, y tiene momentos bien programados para elevar el interés del espectador por sí mismo, como hemos dicho en un principio, la química entre los dos actores no llegara a enganchar, que sí lo logra.
Alan J. Pakula ha pasado de ser un director irregular, a uno de los más veteranos y clásicos dentro del género, en el que se inscriben muchos de sus títulos.
Dirige sus productos de manera clásica, sin adscribirse a las nuevas corrientes de efectos especiales y violencia sin justificar que tanto demandan los públicos de hoy.
Harrison Ford hace el personaje que le gusta hacer y lo interpreta muy bien, como siempre, mientras que Brad Pitt le da una réplica bastante adecuada.
No nos gusta la música de James Horner que nos resulta sospechosamente copiada de una pieza clásica.
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