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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las fiestas que más se celebran en México es la que honra a sus seres queridos fallecidos que tiene lugar entre el día 1 y 2 de noviembre coincidiendo con la celebración católica, que en 2008 la Unesco la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En ella se celebran una serie de ritos y tradiciones sobre la vida y la muerte, como poner un altar a los familiares muertos, en una fiesta que se ha convertido en símbolo nacional del país mexicano.
El cine no ha sido ajeno a estas tradiciones de honrar a los muertos aunque cada vez más se impone la costumbre americana de Halloween.
No obstante recientemente pudimos ver una película que giraba en torno a esta fiesta, Coco (2017), aunque en esa ocasión era una producción norteamericana.
Aunque 'Día de muertos' (2019) tenía el guion escrito mucho antes, dificultades de financiación hicieron que Coco (2017) se le adelantara, lo que no fue óbice para que se estrenara dos años después simultáneamente en más de dos docenas de países, pero resulta inevitable que sean comparadas ambas.
La que comentamos ahora es netamente mexicana y quizás por ello podríamos decir que tiene más sabor nacional.
En ésta se cuenta la historia de Salma, una niña huérfana, que fue recogida por Doña Sara, según le cuenta, cuando fue abandonada por sus padres, que tiene con ella también a sus dos nietos, Pedro y Jorge, con los que se ha criado como si fueran todos hermanos.
Pero Salma lleva toda su vida pensando en saber quiénes eran sus padres y cuando ha crecido, y tiene 16 años, trata de buscar pistas sobre ellos para localizarlos.
Un día un buhonero le regala un colgante con un escudo que es similar al del abandonado castillo cercano y se pone en marcha con Pedro y Jorge, donde encuentra un libro con historias de Santa Clara y sus gentes, que le ofrece motivos para su posible localización.
El film comienza con una especie de prólogo en el que se nos cuenta que un mago consigue engañar a la muerte para que no se lleve a nadie del pueblo de Santa Clara, que es donde vive Salma, pero ocurre que todos los viejecitos que están enfermos no se morían, pero tampoco se curaban.
La muerte consigue romper el hechizo y todos se ponen muy contentos que de haya vuelto y lo celebraron y ésta les regala un reloj de arena para que una vez al año, durante ese día, puedan ponerse en contacto con ellos.
Puede que esa especie de leyenda tenga algo que ver con el día de los muertos, ya que lejos de ser una fiesta triste es muy divertida, como una especie de carnaval lleno de máscaras, canciones y alegría.
Hay un momento en el que la historia se divide en dos, por una parte lo que les ocurre a sus dos hermanos adoptivos, Pedro y Jorge, y por otra lo que le sucede a Salma.
El guion tiene una gran imaginación en cuanto a las aventuras que corren los personajes y sobre todo es de admirar la cantidad de decorados diferentes a cual más creativo, muy puntilloso en los detalles y muy fiel a la arquitectura colonial mexicana prehispánica muy bien hecho por ordenador, con una extraordinaria movilidad de la cámara y agilidad en la narración.
En ella no falta el interés por conocer el pasado, el amor por los padres, la familia, la amistad entre los hermanos, la valentía en la aventura, la lucha entre el bien y el mal y sin que falte en ningún momento el suspense y el buen humor a pesar de tan macabro tema.
La cinta cobra más valor al tener en cuenta que es la ópera prima de Carlos Gutiérrez Medrano con la que debuta muy dignamente en un largometraje de animación.
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