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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Último tren a Katanga' (1968) es una película de aventuras que debería haberse quedado en eso, en vez de querer hacer también una radiografía y un estudio de una situación histórica.
En plena insurrección del Congo, el capitán Bruce Curry dirige una banda de soldados mercenarios que lucha para poder evacuar a los habitantes de un pequeño pueblo.
De esa manera podrán impedir que una gran cantidad de diamantes en bruto caiga en manos de las fuerzas rebeldes.
El guion está basado en una novela de Wilbur Smith, un escritor nacido en Zambia cuya obras muestran su preocupación por los pueblos africanos, donde explota la moral y las motivaciones que llevan a actuar a los mercenarios.
Como film de aventuras funciona bien, pero en el otro aspecto es falso, con unos elementos y personajes que no corresponden a la realidad.
Los blancos podrán ser buenosw o malos, pero siempre son modelos a seguir, la pauta visible para los negros, si de verdad quieren regenerarse y dejar de ser salvajes.
Éstos en cambio serán materia moldeable, una especie de perros fieles, a veces malos como los Simbas y otra heroicos y abnegados como es el caso de Ruffo.
Estamos pues ante un racismo más peligroso que el ideológico, ya que quiere presentarse como objetivo cuando en realidad está cayendo por completo en aquello que pretende criticar.
No sabemos el por qué del comportamiento de los Simbas, sólo vemos que se comportan como asesinos salvajes matando a europeos y violando a las mujeres blancas.
Lo que no vemos, y no se nos dice, es que esos negros disponían de un médico por cada dos mil habitantes mientras que cualquier hospital para blancos contaba con todo un equipo, que esos negros ganaban una tercera parte que un blanco a igualdad de trabajo, que las riquezas de sus tierras eran explotadas por belgas que vivían en Brusela, París o cualquier otra capital europea.
Únicamente vemos sus crímenes, su justificada venganza y su violencia como recurso final.
Por lo que se nos ofrece y lo que se nos oculta esta cinta es un tanto negativa, con una fotografía excelente, unos actores que funcionan bien y una dirección que está acertadamente llevada por Jack Cardiff, un cineasta que ha sobresalido en sus trabajos en la dirección de fotografía y desde hace un tiempo es realizador.
Pero hay algo más en toda película y es una carga humana, un compromiso con una realidad de un momento histórico y en ese aspecto presenta al espectador un cuadro incompleto, falto de objetividad sobre el mundo africano, ya que el Tercer Mundo en general, es demasiado importante para ser tergiversado.
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