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CRITICA
Por: PACO CASADO
Por esta vez hemos de decir que nos parece más adecuado el título que se le ha dado en España a esta película que el original, lo que ya no creemos que sea tan buena la manía de ponerlos en inglés, como si todos los espectadores estuvieran obligados a saber este idioma.
Ambientada en la apasionante escena musical de Los Angeles, cuenta la historia de Grace Davis, una superestrella del mundo de la canción, con millones de seguidores tras varias generaciones, cuyo talento y ego han alcanzado límites insospechados, que le han hecho estar en esos momentos en la cima de sus carrera, pero se encuentra en crisis creativa.
Maggie Sherwoode es su asistente personal, una chica que ha vivido desde pequeña en el ámbito musical que le ofrecía su familia, con un padre que trabaja en la radio como DJ, que de momento se siente feliz con este trabajo que le permite poder estar al lado de esta gran estrella de la canción, pero en la que sigue latente su sueño desde la infancia, que es el de convertirse en productora musical, un mundo principalmente dominado por los hombres.
Un día conoce a David Cliff, un chico con gran talento, que canta bien, pero que no quiere salir de los círculos reducidos, al que se ofrece para ser su productora, engañándolo con que tiene otros clientes además de él.
Grace recibe una suculenta oferta para prácticamente acabar su carrera en uno de los casinos más importantes de Las Vegas.
Cuando el manager de Grace le ofrece una oportunidad que podría alterar el rumbo de su carrera, Maggie y Grace comienzan a urdir un complicado plan con el que están decididas a cambiar los planes que tiene su mánager que quiere darle un nuevo rumbo.
El meollo principal de esta historia está en ese triángulo que se establece entre Grace, Maggie y David y las relaciones que hay entre los mismos.
Por una parte está la diva que prácticamente está en el final de su carrera, por otra la juventud e Maggie, que está al inicio de la suya, cuyo talento no puede quedar oculto ocupándose de ser una simple secretaria de la cantante sin la cual no puede dar un paso sin que esté a su lado.
Y finalmente el caso de David, un chico que tiene cualidades para la canción, pero que necesita que alguien le dé el impulso necesario que le aupe al lugar que tal vez se merece y que debe poner al descubierto sus indudables valores.
De fondo están los entresijos de la industria musical, el esfuerzo por conseguir algo en la vida, los sacrificios para lograrlo cuando se tiene lo necesario para merecerlo.
La narración está empapada de música y canciones que posiblemente haga muy feliz a los fans de esta clase de cintas, pero al espectador que no guste de ellas le resultará excesivo el número de las mismas.
El guion de la joven Flora Greeson está basado en su propia experiencia, pero da al final un giro que no resulta creíble, que no vamos a desvelar para no quitarle un poco de suspense pero creemos que es un error argumental que no hacía falta, ni tampoco era necesario cuando en realidad hay una solución mejor en esa determinación que lleva a cabo Grace con respecto a Maggie, reconociendo sus cualidades y su valía para la música y merecedora de un mejor puesto a su lado cumpliendo al mismo tiempo el sueño de la chica.
El protagonismo de la historia se lo reparten Trace Ellis Ross, en el papel de Grace, que demuestra su valía musical propia de su madre, que no es otra que Diana Ross, y por otro lado la simpática Dakota Johnson que hace el contraste en cuanto a juventud y labor con la cantante.
El resultado es una comedia entretenida, con un ritmo un tanto monótono debido a la puesta en escena de la directora canadiense Nisha Ganatra, procedente de las series de televisión que hace con este su quinto largometraje.
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