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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es la adaptación, una vez más, de la clásica historia de una marioneta de madera llamada Pinocho que cobra vida.
En 1882 el escritor y periodista italiano que firmaba como Carlo Collodi escribió una novela titulada 'Las aventuras de Pinocho' que, con el transcurrir del tiempo se ha convertido en el libro de la literatura italiana más vendido.
Con ese argumento y a través de los años se han hecho muchas versiones de ese cuento en adaptaciones para el cine y la televisión, en dibujos animados y con personajes reales, y hasta en una versión futurista convertido en un robot de hojalata en lugar de una marioneta de madera.
Hubo muchos directores famosos que intentaron llevarla al cine pero por unas cuestiones o por otras desistieron de ello.
Pinocho es un personaje de ficción del que todos nos hemos hecho una idea de él, pero pocos hemos leído la novela original que por lo visto difiere mucho de la imagen que todos nos hemos formado.
Surgió primero como publicación por entrega en un periódico y después fueron recogidas en un libro.
La primera versión que recordamos es la de Disney de 1940, pero sin ir tan lejos podemos citar la Steve Barron (1996), la de Michael Anderson (1999), la de Roberto Benigni (2002), la de Daniel Robichaud (2004) o la de Anne Justice (2013) y al parecer aún hay algunas que están en preproducción para hacerse en breve.
Como se puede ver es un personaje muy apreciado por todos, tanto niños como mayores, que ven en el texto una serie de mensaje y premoniciones que lo hacen también interesante para los adultos, de hecho para ellos fue concebido en primera instancia por su autor, Collodi.
Hemos de confesar de entrada nuestro pecado de no haber leído el original, pero en esta versión se incluyen algunas cosas que no habíamos visto en las anteriormente citadas, aunque como aquellas también dulcifica el duro final que le otorgaba el texto original del escritor florentino, aunque aquí el personaje hay momentos que lo pasa mal, teniendo que luchar contra la enfermedad, la muerte y otros peligros, como ser engañado y robado por Zorro y Gato, es ahorcado, ahogado, secuestrado, golpeado, torturado psicológicamente, tragado por un gran pez o convertido en un burro, entre otras desgracias, en las que Garrone opta por la dureza de las aventuras.
A Pinocho le resulta difícil comportarse bien, se deja llevar por el mal camino y así le suceden esas cosas.
Afortunadamente cuenta con la intervención, de vez en cuando, del hada Azul, que le libra en algunas ocasiones y le dice que de seguir así no podrá convertirse en el niño de verdad que tanto desea.
En esta versión tan sólo se recurre una vez al tópico de que por mentir le crece la nariz, pero el espectador mantiene el interés por saber en qué nuevo lío se va a volver a meter cuando no ha salido del anterior.
El film opta por el realismo en ciertas cosas, como la ambientación, la pobreza de Geppetto, el vestuario, sin embargo lo contrarresta con la fantasía de otros momentos y siempre ateniéndose lo más posible al texto original sobre el amor de un padre por su añorado hijo.
Posiblemente pocos podrían imaginar que Matteo Garrone, un director de títulos tan duros como Gomorra (2004), Reality (2012), El cuento de los cuentos (2015) o Dogman (2018), fuera el idóneo para esta versión de un texto en teoría infantil, en el que algo de su dureza habitual se deja traslucir en el fondo.
Aquí Pinocho es una especie de antihéroe, un niño travieso, mentiroso, que falta a la escuela, es desobediente y en definitiva se está jugando el convertirse en un ser humano, si no se corrige.
Cuenta con un trabajo muy realista de Roberto Benigni, bien seguido por una serie de actores secundarios eficaces en sus papeles.
Tuvo quince nominaciones a los premios David de Donatello 2020.
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