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CRITICA
Por: PACO CASADO
La moda de las cintas chinas influyó en otras cinematografías, como la norteamericana, aunque la acción en 'Yakuza' (1974) se desarrolla en Japón, que aporta al argumento sus curiosas costumbres.
Es un relato policiaco en el que George, un traficante de armas que ha incumplido un pacto sellado con la Yakuza, la mafia japonesa, ve cómo su hija es secuestrada.
Para negociar las condiciones y evitar que sea asesinada, debe viajar a Tokio.
El hombre decide pedir ayuda a Harry Kilmer, su mejor amigo, un antiguo detective privado, gran conocedor del Japón, para que sea él quien se encargue de las negociaciones y éste se ofrece para rescatar a la hija de su viejo amigo, secuestrada por la Yakuza, especie de Sindicato del crimen bien organizado, que extiende sus redes delictivas y que tiene sus ritos al igual que ocurre con la mafiosa organización italiana.
La historia se fundamenta en la contraposición de los dos mundos de la mafia, los señores y los que dependen de ellos, y de las rígidas leyes de fidelidad que los unen.
El tema no tiene un excesivo interés, ya que no es nuevo lo que nos muestra, sin embargo hay que hacer notar que está bien realizado, contado con buena técnica, aunque el guion se empeñe en dar varios quiebros al espectador y sorprenderle de vez en cuando con algún que otro as que los guionistas se guardan en la manga para dosificar el interés del relato.
Un guion de Paul Schrader y Robert Towne es llevado a la pantalla con una sencilla y eficaz planificación, con buen pulso por parte del veterano Sidney Pollack, que utilizó para esta ocasión a dos actores emblemáticos en el género negro, a ambos lados del Pacífico, por una parte una de las presencias más sólidas del cine americano con un trabajo digno del maduro y seguro actor Robert Mitchum que ganó con los años, como los vinos, en aplomo y seguridad, y por otro Ken Takakura, toda una estrella del cine nipón que cuenta en su haber con más de ciento cincuenta películas de acción y artes marciales.
En los enfrentamientos hay algunas armas niponas y costumbres del país y de paso se nos ofrece una visión de la cultura nipona.
Cuenta con una buena fotografía de Duke Callaghan y Kozo Okazaki.
El resultado obtenido es una interesante producción de este género.
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