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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine español parece que ha descubierto un nuevo canal con los remakes nacionales de películas de otras cinematografías, como anteriormente hizo Alex de la Iglesia con Perfectos desconocidos (2017) sobre la italiana de igual título y el propio Santiago Segura con Sin rodeos (2017) y de nuevo con Padre no hay más que uno (2019) que era la versión española de la argentina Mamá se fue de viaje (2017), de Ariel Winogard.
A la vista del excelente resultado comercial que dio aquella, convirtiéndose en la cinta española más comercial de la temporada, era indudable que había que hacer una continuación de la misma, ya que los personajes, y sobre todo los actores, los hicieron suyos y sacaron un estupendo resultado de los mismos.
La vida de Javier sigue convertida en un infierno por partida doble: por una parte no sólo por su mujer, Marisa, que le anuncia que está embarazada de nuevo, sino que llama a una de las personas más temidas por él para que le ayude, la suegra.
Esta vez, aunque Marisa no se haya ido de viaje, el tema está en el embarazo, ya que la médico le recomienda reposo, lo que se agudiza con la marcha de Milagros, la criada, que es contratada por otra señora, aunque a la esposa le dicen que será de forma momentánea para cuidar a su madre a punto de morir, para no alterar su ánimo.
Estas cuestiones hacen que Javier siga agobiado con su trabajo y teniendo que atender a los niños aunque ya está más entrenado.
Y hablando de entrenamiento, también se ha hecho cargo del equipo de fútbol del colegio en el que no pone a su hijo ni amarrado, por lo malo que es.
El guion utiliza un esquema parecido al de la otra con situaciones similares en el que cada uno de los hijos tiene una cantinela; la mayor con el chico que le gusta, la que quiere ser andaluza con sus poses, la que constantemente le pregunta cuando se va a morir, otra que quiere un perrito y así podríamos seguir con la perorata de cada uno de los hijos, de donde se extraen algunos de los momentos más divertidos, además de los rifirrafes con Loles León en el papel de feroz mamá política sobre la que se produce un giro de identidad al final.
La verdad es que el guion parte de una situación a la que se van añadiendo los gags sin que tengan mucha cohesión con el endeble argumento con tal de hacer reír que es lo que finalmente se pretende y en este sentido lo consigue aunque esté falta de ritmo.
Otro motivo para el entretenimiento es la aparición de personajes famosos en breves intervenciones, como Chicote, Lorenzo Caprile, María del Monte, Ainhoa Arteta, José Mota, Florentino Fernández, etc.
Los actores están cumpliendo con el trabajo que se les requiere, tanto los adultos como los pequeños.
No es de extrañar que Segura haya encontrado una segunda saga, tras la de Torrente que tanto éxito le dio, con estos personajes, a juzgar por las cifras que han cosechado ya estos dos títulos, que si bien fue el primero el más comercial del año, este parece que le va a ir de forma más o menos similar, ya que lleva el mismo camino, un logro más loable dadas las circunstancias actuales.
Segura se ha convertido en el rey Midas del cine español, todo lo que toca lo convierte en oro.
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